Monday, July 24, 2006
“Un pesado trozo de oro con jade”
Hoy me convertí en el sujeto más envidiado de mi trabajo. Y todo, por una simple fotografía. Una fotografía en la que estoy en tal situación, que uno de los empleados de la oficina me dijo literalmente “José Luis, daría lo que fuera por estar haciendo eso que tú”.
Para explicar de qué se trata, debo remontarme...
... 20 años atrás...
1986.
El año del mundial “México 86”. Cuando niño (en ese entonces acababa de cumplir 16 años) fui gordito. Fui estudioso. Un nerd pa’ acabarla, y no tenía interés absoluto en el futbol ni ningún otro deporte. El futbol siempre se me ha hecho muy equis. Ni me sé los nombres de los jugadores (sólo sé que uno de ellos se llama Giulio Davino, y eso porque dicen las malas lenguas que es gay y a mí se me hace un tipo muy guapo), ni los nombres de los estadios ni nada de reglas del llamado “drafting” ni nada de nada de nada. Y eso ha sido así hasta la fecha. Y he aquí que se cumple a la perfección el dicho de “Dios le dá clavos a los que no quieren martillos”.
Cuando fue el mundial de futbol “México 86”, la copa de oro de FIFA fue custodiada por la empresa “Servicio Panamericano de Protección”, SERPAPROSA, sí, esa empresa de camionetas-alcancías de custodio de valores. En ese entonces, mi tío era el director de esa compañía, así que a su cargo tuvo pues la custodia de la copa FIFA. Cuando la tuvo ya oficialmente bajo su resguardo, lo primero que hizo fue llamar a mi papá (quien al día de hoy es muy fanático del futbol) para decirle “Compadre, vente en éste preciso instante a que conozcan la copa del mundo”. Mi papá no lo pensó dos veces, y como si fuera a ir a semejante evento de alcurnia, se vistió en su mejor traje, pidió a mi mamá hiciera lo mismo, y de paso nos llevó a mi hermana y a mí. A las dos horas de la llamada estabamos pues admirando la copa del mundo. Mi papá estaba anonadado, pero yo, no tanto, me fue un tanto cuanto equis, sí, tal y como el futbol de donde derivaba la dichosa copa. Fue entonces que mi tío nos permitió a mi hermana y a mi tomar la copa, sentarnos, cargarla y ¡tomarnos fotografías! Y así lo hicimos. La tomé en mis manos, la coloqué en mi pierna y mi hermana se limitó a tomarla de la base pero sin cargarla realmente.
Sí. Yo, José Luis Maldonado, un tipo al que el futbol le resulta bastante equis... cargué la copa FIFA, y tengo fotografías que lo demuestran. Yo José Luis Maldonado, que no soy ningúna estrella de futból mundial, pude cargar la copa del mundo, cosa que ni el propio Zidane, quien se puso de moda hace poco, pudo hacer jamás en su vida... ni Giulio Davino lo ha hecho ni lo hará, y eso que ¡no soy guapo como él!
... 20 años después...
2006
Ha terminado el mundial de futból “Alemania 2006”. Todos en la oficina nos reuníamos para ver los partidos de México, y yo, un “contreras” en lo que a nuestra Selección de Futbol se refiere, todo el tiempo estuve echándoles la sal y echándoles a perder el rato a todos en la oficina. Era yo el único que aplaudía y festejaba los goles de los equipos contrarios, y era también el único que festejaba cuando México perdía y/o empataba (con el riesgo siempre latente de ser linchado en la oficina). Y hoy, como cereza del pastel a mis festejos-“contreras”, escaneé la fotografía donde hace 20 años cargué la copa FIFA, la cargué como wallpaper en mi computadora, y llamé a toda la gente posible. Cuando ya eran bastantes y suficientes, volteé el monitor y les mostré la foto.
¡Wow! No esperé una respuesta tal cual. Yo que quería generar envidias y más odios por ser quien les llevó la contra durante los partidos del reciente mundial, fui aplaudido. Me felicitaron e incluso como lo dije hace rato, uno de ellos me dijo que pagaría lo que fuera por cargar la copa FIFA. Fue algo muy bonito ver la sonrisa en la cara de todos ellos, una sonrisa invadida por unos segundos de silencio. Hubo quienes de principio no creían que el de la foto fuera yo, pues como lo dije, tenía facha de puberto y además estaba muy cachetón. De hecho, comparándome hoy en día, efectivamente parezco otro, pero como bien dijo una de las secretarias “Si no fuera por tus ojos brillositos, no te identificaría”.
Todo ésto me lleva a una serie de reflexiones: ¿Cuántas personas hay en el mundo que tienen oportunidades que ni desean ni añoran? Y en el mismo grado ¿cuántos otros desean y añoran alguna oportunidad, y ésta jamás les llega?
Creo que soy un tipo con MUCHA suerte. Tuve la oportunidad de uno en un millón, de cargar una copa de oro que sé que representa muchos sueños. Y estoy seguro que así como esa, he tenido muchas otras oportunidades en cualquier otro ámbito, pero que como no las he deseado ni añorado, me han pasado desapercibidas.
Debo aprender a ser más receptivo. Esa es otra lección que me he llevado hoy.
Gracias a un pesado trozo de oro con jade.
Hoy me convertí en el sujeto más envidiado de mi trabajo. Y todo, por una simple fotografía. Una fotografía en la que estoy en tal situación, que uno de los empleados de la oficina me dijo literalmente “José Luis, daría lo que fuera por estar haciendo eso que tú”.
Para explicar de qué se trata, debo remontarme...
... 20 años atrás...
1986.
El año del mundial “México 86”. Cuando niño (en ese entonces acababa de cumplir 16 años) fui gordito. Fui estudioso. Un nerd pa’ acabarla, y no tenía interés absoluto en el futbol ni ningún otro deporte. El futbol siempre se me ha hecho muy equis. Ni me sé los nombres de los jugadores (sólo sé que uno de ellos se llama Giulio Davino, y eso porque dicen las malas lenguas que es gay y a mí se me hace un tipo muy guapo), ni los nombres de los estadios ni nada de reglas del llamado “drafting” ni nada de nada de nada. Y eso ha sido así hasta la fecha. Y he aquí que se cumple a la perfección el dicho de “Dios le dá clavos a los que no quieren martillos”.
Cuando fue el mundial de futbol “México 86”, la copa de oro de FIFA fue custodiada por la empresa “Servicio Panamericano de Protección”, SERPAPROSA, sí, esa empresa de camionetas-alcancías de custodio de valores. En ese entonces, mi tío era el director de esa compañía, así que a su cargo tuvo pues la custodia de la copa FIFA. Cuando la tuvo ya oficialmente bajo su resguardo, lo primero que hizo fue llamar a mi papá (quien al día de hoy es muy fanático del futbol) para decirle “Compadre, vente en éste preciso instante a que conozcan la copa del mundo”. Mi papá no lo pensó dos veces, y como si fuera a ir a semejante evento de alcurnia, se vistió en su mejor traje, pidió a mi mamá hiciera lo mismo, y de paso nos llevó a mi hermana y a mí. A las dos horas de la llamada estabamos pues admirando la copa del mundo. Mi papá estaba anonadado, pero yo, no tanto, me fue un tanto cuanto equis, sí, tal y como el futbol de donde derivaba la dichosa copa. Fue entonces que mi tío nos permitió a mi hermana y a mi tomar la copa, sentarnos, cargarla y ¡tomarnos fotografías! Y así lo hicimos. La tomé en mis manos, la coloqué en mi pierna y mi hermana se limitó a tomarla de la base pero sin cargarla realmente.
Sí. Yo, José Luis Maldonado, un tipo al que el futbol le resulta bastante equis... cargué la copa FIFA, y tengo fotografías que lo demuestran. Yo José Luis Maldonado, que no soy ningúna estrella de futból mundial, pude cargar la copa del mundo, cosa que ni el propio Zidane, quien se puso de moda hace poco, pudo hacer jamás en su vida... ni Giulio Davino lo ha hecho ni lo hará, y eso que ¡no soy guapo como él!
... 20 años después...
2006
Ha terminado el mundial de futból “Alemania 2006”. Todos en la oficina nos reuníamos para ver los partidos de México, y yo, un “contreras” en lo que a nuestra Selección de Futbol se refiere, todo el tiempo estuve echándoles la sal y echándoles a perder el rato a todos en la oficina. Era yo el único que aplaudía y festejaba los goles de los equipos contrarios, y era también el único que festejaba cuando México perdía y/o empataba (con el riesgo siempre latente de ser linchado en la oficina). Y hoy, como cereza del pastel a mis festejos-“contreras”, escaneé la fotografía donde hace 20 años cargué la copa FIFA, la cargué como wallpaper en mi computadora, y llamé a toda la gente posible. Cuando ya eran bastantes y suficientes, volteé el monitor y les mostré la foto.
¡Wow! No esperé una respuesta tal cual. Yo que quería generar envidias y más odios por ser quien les llevó la contra durante los partidos del reciente mundial, fui aplaudido. Me felicitaron e incluso como lo dije hace rato, uno de ellos me dijo que pagaría lo que fuera por cargar la copa FIFA. Fue algo muy bonito ver la sonrisa en la cara de todos ellos, una sonrisa invadida por unos segundos de silencio. Hubo quienes de principio no creían que el de la foto fuera yo, pues como lo dije, tenía facha de puberto y además estaba muy cachetón. De hecho, comparándome hoy en día, efectivamente parezco otro, pero como bien dijo una de las secretarias “Si no fuera por tus ojos brillositos, no te identificaría”.
Todo ésto me lleva a una serie de reflexiones: ¿Cuántas personas hay en el mundo que tienen oportunidades que ni desean ni añoran? Y en el mismo grado ¿cuántos otros desean y añoran alguna oportunidad, y ésta jamás les llega?
Creo que soy un tipo con MUCHA suerte. Tuve la oportunidad de uno en un millón, de cargar una copa de oro que sé que representa muchos sueños. Y estoy seguro que así como esa, he tenido muchas otras oportunidades en cualquier otro ámbito, pero que como no las he deseado ni añorado, me han pasado desapercibidas.
Debo aprender a ser más receptivo. Esa es otra lección que me he llevado hoy.
Gracias a un pesado trozo de oro con jade.
Saturday, July 22, 2006
“Un flan para llevar”
Mis salidas al cine ya no han sido las mismas. Voy con la misma periodicidad, pero... ya no voy sólo. Joel siempre ha aceptado mis invitaciones. Hablé de él en mi último post. Cumplí ya un mes de conocerlo, y lo veo desde entonces 3 veces por semana por lo menos. Los viernes y/o sábados es cuando vamos al cine. Posteriormente me invita a pasar a su departamento, y si es fin de semana, ahí me quedo a dormir. De viernes para sábado o de sábado para domingo. Al principio nos veíamos sólamente para cuestiones meramente sexuales. Pero con el trato post-copulatorio nos hemos ido descubriendo. No sé si él ya haya descubierto algo en mí, pero yo sí he descubierto en él a un tipo que definitivamente sabe lo que quiere, un tipo firme en sus convicciones y seguro de sí mismo. También le gusta averiguar sobre el porqué de las cosas (la mayéutica, al menos como según recuerdo, se le llama a una de las ramas de la filosofía), al grado que ha estudiado la lógica del japonés o del esperanto. También ama los dibujos de Escher, le encantan las formas simétricas de esas raras cuyo nombre ignoro. Le presté pues un libro de Escher que traje de Holanda cuando estuve con mi hermana. Le encantó. Cuando nos levantamos prepara el desayuno. Yo le ayudo aunque él no quiera.
Hace unos días, le dio tos. Al grado que tuvo que salir temprano de su trabajo a recostarse. Salí temprano para ir a acompañarlo. Estuve con él de las 4.30 y hasta las 10 PM, ahí abrazándolo, tapándolo con cobijas, preparándole tés, apapachándolo, bajando el volúmen de la TV. Se quedó dormidito mientras lo acariciaba del cabello. Cuando lo hice sentí una bella sensación. Son varias las ocasiones en que desde niño me enfermaba de la gripa, de la tos, o cualquier cosa, y siempre hubo alguien ayudándome, cuidándome. Mi mamá, mi hermana, o mi papá, y cada una de esas ocasiones yo agradecía sabiendo que algún día me tocaría retribuir de la misma forma a alguien, y ahora que lo he hecho, me sentí muy bien, incluso importante.
Éste último viernes, comí con mi amiga “la recién abandonada”. Fuimos a la típicamente gay Condesa. Comimos en un restaurante uruguayo. Tomamos vino y comimos exquisitos y baratos cortes de carne. Platicamos de la vida y de sus planes ahora que ha vuelto a la soltería. Al terminar pedimos un flan con leche. Delicioso. Le dije “éste le gustaría a Joel”. Sonreímos y dejamos de comer como si nos hubieramos leído la mente. Pedimos al mesero lo guardara para llevar; estaba casi intacto. A eso de las 7 salimos de ahí; caminamos unas 2 cuadras y nos metimos a una cantina muy snob, pero eso sí, cantina. Pedimos más cerveza y llamamos a un guitarrista quien por el módico precio de 25 pesos tocó e interpretó “Piensa en mi” de Agustín Lara. Ella y yo cantamos a grito pelado. La canción era perfecta para su situación, y a la mitad, ya varias mesas con gente nos estaban acompañando. Al final casi toda la cantina aplaudió.
A eso de las 9 PM tomé el flan debidamente envuelto, terminé mi cerveza y partí. Ella se quedó con un pretendiente que llegó a buscarla.
Partí de inmediato donde Joel, quien me esperaba, acostadito y aún con tos. Cuando me abrió la puerta le extendí el flan. Sonrió, me abrazó y me besó. Estuvimos ahí parados, abrazándonos un largo rato, mientras le conté toda mi tarde con Lucía (mmm, creo que acabo de revelar el nombre de mi amiga, y ahora que lo saben, tendré que eliminar a todos ustedes los lectores). Nos recostamos en el sillón de la sala y puse un DVD: “Aullido”, filme ochentero de hombres lobo. Mientras la veíamos, le di de comer flan como alimentando a un bebé. Se quedó nuevamente dormido. A eso de las 2 AM partí. Esa noche no podría quedarme a dormir, pues tras varios fines de semana de hacerlo, lo menos que quiero es levantar sospechas en mi casa.
Ésta situación sobre mis temores, han generado tremendo revuelo mental en mi cabeza, pero lo contaré en el siguiente post, pues ya es tarde y tengo sueño.
Mis salidas al cine ya no han sido las mismas. Voy con la misma periodicidad, pero... ya no voy sólo. Joel siempre ha aceptado mis invitaciones. Hablé de él en mi último post. Cumplí ya un mes de conocerlo, y lo veo desde entonces 3 veces por semana por lo menos. Los viernes y/o sábados es cuando vamos al cine. Posteriormente me invita a pasar a su departamento, y si es fin de semana, ahí me quedo a dormir. De viernes para sábado o de sábado para domingo. Al principio nos veíamos sólamente para cuestiones meramente sexuales. Pero con el trato post-copulatorio nos hemos ido descubriendo. No sé si él ya haya descubierto algo en mí, pero yo sí he descubierto en él a un tipo que definitivamente sabe lo que quiere, un tipo firme en sus convicciones y seguro de sí mismo. También le gusta averiguar sobre el porqué de las cosas (la mayéutica, al menos como según recuerdo, se le llama a una de las ramas de la filosofía), al grado que ha estudiado la lógica del japonés o del esperanto. También ama los dibujos de Escher, le encantan las formas simétricas de esas raras cuyo nombre ignoro. Le presté pues un libro de Escher que traje de Holanda cuando estuve con mi hermana. Le encantó. Cuando nos levantamos prepara el desayuno. Yo le ayudo aunque él no quiera.
Hace unos días, le dio tos. Al grado que tuvo que salir temprano de su trabajo a recostarse. Salí temprano para ir a acompañarlo. Estuve con él de las 4.30 y hasta las 10 PM, ahí abrazándolo, tapándolo con cobijas, preparándole tés, apapachándolo, bajando el volúmen de la TV. Se quedó dormidito mientras lo acariciaba del cabello. Cuando lo hice sentí una bella sensación. Son varias las ocasiones en que desde niño me enfermaba de la gripa, de la tos, o cualquier cosa, y siempre hubo alguien ayudándome, cuidándome. Mi mamá, mi hermana, o mi papá, y cada una de esas ocasiones yo agradecía sabiendo que algún día me tocaría retribuir de la misma forma a alguien, y ahora que lo he hecho, me sentí muy bien, incluso importante.
Éste último viernes, comí con mi amiga “la recién abandonada”. Fuimos a la típicamente gay Condesa. Comimos en un restaurante uruguayo. Tomamos vino y comimos exquisitos y baratos cortes de carne. Platicamos de la vida y de sus planes ahora que ha vuelto a la soltería. Al terminar pedimos un flan con leche. Delicioso. Le dije “éste le gustaría a Joel”. Sonreímos y dejamos de comer como si nos hubieramos leído la mente. Pedimos al mesero lo guardara para llevar; estaba casi intacto. A eso de las 7 salimos de ahí; caminamos unas 2 cuadras y nos metimos a una cantina muy snob, pero eso sí, cantina. Pedimos más cerveza y llamamos a un guitarrista quien por el módico precio de 25 pesos tocó e interpretó “Piensa en mi” de Agustín Lara. Ella y yo cantamos a grito pelado. La canción era perfecta para su situación, y a la mitad, ya varias mesas con gente nos estaban acompañando. Al final casi toda la cantina aplaudió.
A eso de las 9 PM tomé el flan debidamente envuelto, terminé mi cerveza y partí. Ella se quedó con un pretendiente que llegó a buscarla.
Partí de inmediato donde Joel, quien me esperaba, acostadito y aún con tos. Cuando me abrió la puerta le extendí el flan. Sonrió, me abrazó y me besó. Estuvimos ahí parados, abrazándonos un largo rato, mientras le conté toda mi tarde con Lucía (mmm, creo que acabo de revelar el nombre de mi amiga, y ahora que lo saben, tendré que eliminar a todos ustedes los lectores). Nos recostamos en el sillón de la sala y puse un DVD: “Aullido”, filme ochentero de hombres lobo. Mientras la veíamos, le di de comer flan como alimentando a un bebé. Se quedó nuevamente dormido. A eso de las 2 AM partí. Esa noche no podría quedarme a dormir, pues tras varios fines de semana de hacerlo, lo menos que quiero es levantar sospechas en mi casa.
Ésta situación sobre mis temores, han generado tremendo revuelo mental en mi cabeza, pero lo contaré en el siguiente post, pues ya es tarde y tengo sueño.
Sunday, July 02, 2006
“36”
No obstante que la fecha de éste post dice ser del 2 de julio, lo estoy escribiendo el 23 de dicho mes. Sí, dejé descansar todo mi revoltijo mental y decidí no escribir nada. Vaya que mi rachita de mala suerte fue bastante fea. Ahora como que se ha compuesto. Intenta componerse. Por eso opté por la fecha 2 de julio, por haber sido el día en que terminó el festejo de mi cumpleaños... y he aquí, lo que sucedió...
- 29 de junio:
Llamé por teléfono a una gran amiga, para decirle que quería recibir con ella y con nadie más el día de mi cumple, festejando, cheleando. Accedió, pero justo en el momento que la llamé, estaba llorando (ella, yo no, yo ya había llorado demasiado las semanas anteriores). El motivo: tronó con Miguel, su pareja de 3 años y quien también ya era amigo mío (¿es?). De tal suerte, mi amiga accedió de inmediato a acompañarme en mi festejo, le serviría de evasión a su depre. Nos vimos pues en la cantina “La Doña”, lugar ya clásico allá por el sur donde nos reunimos amigos. Cuál sería mi sorpresa cuando llegué, a eso de las 10.30 de la noche, cuando vi que dos mesas estaban ¡llenas! Sí, Lucía se encargó de llamar a nuestros demás amigos, incluido a mi muy gran amigo Julio (quien apenas se enteró que ella tronó con Miguel, se apuntó de inmediato, sin importarle que está estrenando novia recientemente... así son los heteros, por eso qué bueno es ser gay).
- 30 de junio:
Recibimos pues mis 36 años en la cantina, justo a la medianoche. Todos me cantaron nuestras ya tradicionales y eternas “Mañanitas” (cantamos dicha canción con TODAS sus estrofas, añadimos el “Happy Birthday to you”, “Mañanitas de Pedro Infante”, Himno Nacional y “la Guadalupana”). A la 1.30 de la mañana decidimos movernos. Me permitieron, por ser el festejado, escoger a qué lugar ir. “El Ansia” decidí sin dudarlo, pues a pesar de no pararme ahí desde hacía 3 años, sabía que los jueves era donde todo el mundo gay acudía por su famosa noche de contactos. Fuimos pues al lugar, en nuesto grupo eramos unas 12 personas, de los cuales, sólo dos eramos gay, los demás heteros. Casi todos hombres además. 6 de ellos ni sabían que yo era gay por lo que al entrar al atiborrado lugar se extrañaron de la ausencia de mujeres y los fajes entre una que otra pareja de hombres. Lo tomaron muy bien y nos divertimos. Bailé con mi amiga como nunca en la vida, y eso que no bailo. Por más que ella hacía lo imposible porque yo ligara, no lo consiguió. Era muy chistoso, yo sólo la veía ir a platicar con los tipos que me gustaban, finalmente me los llevaba, y ellos, al no pelarme (sí, ya saben que no le gusto a nadie), ella los besuqueaba en la boca. Le encantan los gays. Salimos del lugar a las 6 de la mañana, y a esa hora seguía muy lleno. A esa hora ya sólo quedábamos 4 personas, mismos que fuimos a casa de ella a amanecer. Y así fue. Dos de ellos se quedaron dormidos en el sillón, y sólo mi amiga y yo, permanecimos despiertos, hasta las 9 de la mañana, tomando cerveza y platicando de la vida. A esa hora partí. Me fui a casa.
Llegué a las 9.30. Era evidente que faltaría a trabajar. Cuando llegué, mis papás ya se habían ido al bosque a hacer ejercicio. Mejor. No me verían lo jarrísima que llegué. Me acosté de inmediato y volví a ver los rayos del sol hasta las 3 PM, hora en que me levanté a comer las deliciosas enchiladas poblanas que había pedido a mi mamá desde una semana antes con motivo de mi cumple. Exquisítas. Lo mejor para una cruda. Mi mamá y mi papá me dieron mi regalo: unos shorts para ir al gym, y 3 pares de calcetines. Les agradecí tenerlos, y estar sano, vivo y dentro de todo, contento. Me fui a recostar a la sala de TV a ver DVDs, mientras intermitentemente recibía llamadas de felicitación de diversas personas.
A las 9 PM partí, pues mi prima Faby y su novio, me esperaban en el “China Grill” para cenar. Ellos pagarían. Era yo el invitado de honor. Al llegar, fue más mi sorpresa al ver a Julio con su novia. Pedimos pues de cenar. El lugar muy chic. Bastante nice. Demasiado caro además: un martini a 150 pesos, o un platillo de ¡2,500! Me lucí con mi postre. Pedí un dulce de 3 chocolates (190 pesos), donde me llevaron una velita y me cantaron las mañanitas por segunda vez en menos de 24 horas. Soplé la velita con fuerzas y no lo niego: pedí de deseo un novio. Nunca había pedido eso en un cumple. Veremos si éste es mi año. Fue una velada muy padre, además, los comensales y nuestro mesero, estaban de MUY buen ver. Nuestro mesero, apenas de mi vuelo, güerillo, pelo cortito tipo militar, barba partida y ojos verdes. Ni parecía mesero. Le estuve coqueteando toda la noche. Si me llegaban a madrear por ello, Julio y mi prima serían los culpables, pues ellos me daban cuerda cada que el mesero se paraba en nuestra mesa. A la 1 Am pedimos mojitos cubanos, pero nos fueron negados pues a partir de la medianoche había comenzado a operar la ridícula “Ley seca”. Si no hubiera sido por ella, quizá la noche hubiera sido más larga. A las 2 AM nos despedimos y me dirigí a casa. A las 2.30 AM me acosté.
- 1 de julio:
Repuse energías. Sólo fui al gym al mediodía. Debo reconocer que me he puesto muy buenón. Me he marcado mucho. Ahora hago 1 hora de pesas y 45 minutos corriendo o de spinning. Jamás creí los brazos y pectorales, y abdominales superiores se me marcarían. No estoy tan inflado como antes pero sí más marcado. No niego que me paro frente a un espejo y sí me gusto. Soy guapo.
A las 9 PM partí a casa de Joel. No he hablado de él, pero es precisamente porque lo había conocido el martes previo a mi cumpleaños, y fue tan riquísimo el revolcón que nos pusimos que quedamos en repetirlo ése sábado, en su casa, e incluso, acordamos me quedaría a dormir con él. Así lo hice. Nos acostamos a las 11 de la noche y nos levantamos a las 11 de la mañana. 12 horas seguidas, acostados. Tenía años de no dormir con alguien. Joel mide 1.65, lo que hace que al ser pequeño, pueda yo abrazarlo a mi voluntad. Digamos que lo atrapo en mis brazos dejándolo inmóvil. Así lo tengo y nos quedamos dormidos. Por la noche, si lo suelto se aleja para dormir a sus anchas, pero si por error se me acerca, yo, como una hiedra (de hecho ya me puso ese apodo) lo vuelvo a inmovilizar (hablo en presente pues a éstas fechas en que escribo ésto, lo he seguido viendo y quedándome a dormir con él los fines de semana... lo estaré invocando a cada rato pues me encanta).
Al día siguiente, siendo ya...
- 2 de julio
... regresé a casa. Por ahí de las 2 de la tarde. Llegué directito a la casilla donde me tocaba votar, y así lo hice. Plasmé sendas cruces en todos los espacios donde dijera “PAN”.
Llegué a casa donde pasé acostado el resto del día, descansando, reponiéndome del largo fin de semana, donde hasta esas alturas, y mientras esperaba nervioso y atento en TV los resultados electorales, caí en cuenta que ya tenía (tengo) 36 años. Y como todo en mi vida en que me ha llegado tardío, creo que éste año será el de mi crisis de los 30.
¡Tengo 36!
¡36!
No obstante que la fecha de éste post dice ser del 2 de julio, lo estoy escribiendo el 23 de dicho mes. Sí, dejé descansar todo mi revoltijo mental y decidí no escribir nada. Vaya que mi rachita de mala suerte fue bastante fea. Ahora como que se ha compuesto. Intenta componerse. Por eso opté por la fecha 2 de julio, por haber sido el día en que terminó el festejo de mi cumpleaños... y he aquí, lo que sucedió...
- 29 de junio:
Llamé por teléfono a una gran amiga, para decirle que quería recibir con ella y con nadie más el día de mi cumple, festejando, cheleando. Accedió, pero justo en el momento que la llamé, estaba llorando (ella, yo no, yo ya había llorado demasiado las semanas anteriores). El motivo: tronó con Miguel, su pareja de 3 años y quien también ya era amigo mío (¿es?). De tal suerte, mi amiga accedió de inmediato a acompañarme en mi festejo, le serviría de evasión a su depre. Nos vimos pues en la cantina “La Doña”, lugar ya clásico allá por el sur donde nos reunimos amigos. Cuál sería mi sorpresa cuando llegué, a eso de las 10.30 de la noche, cuando vi que dos mesas estaban ¡llenas! Sí, Lucía se encargó de llamar a nuestros demás amigos, incluido a mi muy gran amigo Julio (quien apenas se enteró que ella tronó con Miguel, se apuntó de inmediato, sin importarle que está estrenando novia recientemente... así son los heteros, por eso qué bueno es ser gay).
- 30 de junio:
Recibimos pues mis 36 años en la cantina, justo a la medianoche. Todos me cantaron nuestras ya tradicionales y eternas “Mañanitas” (cantamos dicha canción con TODAS sus estrofas, añadimos el “Happy Birthday to you”, “Mañanitas de Pedro Infante”, Himno Nacional y “la Guadalupana”). A la 1.30 de la mañana decidimos movernos. Me permitieron, por ser el festejado, escoger a qué lugar ir. “El Ansia” decidí sin dudarlo, pues a pesar de no pararme ahí desde hacía 3 años, sabía que los jueves era donde todo el mundo gay acudía por su famosa noche de contactos. Fuimos pues al lugar, en nuesto grupo eramos unas 12 personas, de los cuales, sólo dos eramos gay, los demás heteros. Casi todos hombres además. 6 de ellos ni sabían que yo era gay por lo que al entrar al atiborrado lugar se extrañaron de la ausencia de mujeres y los fajes entre una que otra pareja de hombres. Lo tomaron muy bien y nos divertimos. Bailé con mi amiga como nunca en la vida, y eso que no bailo. Por más que ella hacía lo imposible porque yo ligara, no lo consiguió. Era muy chistoso, yo sólo la veía ir a platicar con los tipos que me gustaban, finalmente me los llevaba, y ellos, al no pelarme (sí, ya saben que no le gusto a nadie), ella los besuqueaba en la boca. Le encantan los gays. Salimos del lugar a las 6 de la mañana, y a esa hora seguía muy lleno. A esa hora ya sólo quedábamos 4 personas, mismos que fuimos a casa de ella a amanecer. Y así fue. Dos de ellos se quedaron dormidos en el sillón, y sólo mi amiga y yo, permanecimos despiertos, hasta las 9 de la mañana, tomando cerveza y platicando de la vida. A esa hora partí. Me fui a casa.
Llegué a las 9.30. Era evidente que faltaría a trabajar. Cuando llegué, mis papás ya se habían ido al bosque a hacer ejercicio. Mejor. No me verían lo jarrísima que llegué. Me acosté de inmediato y volví a ver los rayos del sol hasta las 3 PM, hora en que me levanté a comer las deliciosas enchiladas poblanas que había pedido a mi mamá desde una semana antes con motivo de mi cumple. Exquisítas. Lo mejor para una cruda. Mi mamá y mi papá me dieron mi regalo: unos shorts para ir al gym, y 3 pares de calcetines. Les agradecí tenerlos, y estar sano, vivo y dentro de todo, contento. Me fui a recostar a la sala de TV a ver DVDs, mientras intermitentemente recibía llamadas de felicitación de diversas personas.
A las 9 PM partí, pues mi prima Faby y su novio, me esperaban en el “China Grill” para cenar. Ellos pagarían. Era yo el invitado de honor. Al llegar, fue más mi sorpresa al ver a Julio con su novia. Pedimos pues de cenar. El lugar muy chic. Bastante nice. Demasiado caro además: un martini a 150 pesos, o un platillo de ¡2,500! Me lucí con mi postre. Pedí un dulce de 3 chocolates (190 pesos), donde me llevaron una velita y me cantaron las mañanitas por segunda vez en menos de 24 horas. Soplé la velita con fuerzas y no lo niego: pedí de deseo un novio. Nunca había pedido eso en un cumple. Veremos si éste es mi año. Fue una velada muy padre, además, los comensales y nuestro mesero, estaban de MUY buen ver. Nuestro mesero, apenas de mi vuelo, güerillo, pelo cortito tipo militar, barba partida y ojos verdes. Ni parecía mesero. Le estuve coqueteando toda la noche. Si me llegaban a madrear por ello, Julio y mi prima serían los culpables, pues ellos me daban cuerda cada que el mesero se paraba en nuestra mesa. A la 1 Am pedimos mojitos cubanos, pero nos fueron negados pues a partir de la medianoche había comenzado a operar la ridícula “Ley seca”. Si no hubiera sido por ella, quizá la noche hubiera sido más larga. A las 2 AM nos despedimos y me dirigí a casa. A las 2.30 AM me acosté.
- 1 de julio:
Repuse energías. Sólo fui al gym al mediodía. Debo reconocer que me he puesto muy buenón. Me he marcado mucho. Ahora hago 1 hora de pesas y 45 minutos corriendo o de spinning. Jamás creí los brazos y pectorales, y abdominales superiores se me marcarían. No estoy tan inflado como antes pero sí más marcado. No niego que me paro frente a un espejo y sí me gusto. Soy guapo.
A las 9 PM partí a casa de Joel. No he hablado de él, pero es precisamente porque lo había conocido el martes previo a mi cumpleaños, y fue tan riquísimo el revolcón que nos pusimos que quedamos en repetirlo ése sábado, en su casa, e incluso, acordamos me quedaría a dormir con él. Así lo hice. Nos acostamos a las 11 de la noche y nos levantamos a las 11 de la mañana. 12 horas seguidas, acostados. Tenía años de no dormir con alguien. Joel mide 1.65, lo que hace que al ser pequeño, pueda yo abrazarlo a mi voluntad. Digamos que lo atrapo en mis brazos dejándolo inmóvil. Así lo tengo y nos quedamos dormidos. Por la noche, si lo suelto se aleja para dormir a sus anchas, pero si por error se me acerca, yo, como una hiedra (de hecho ya me puso ese apodo) lo vuelvo a inmovilizar (hablo en presente pues a éstas fechas en que escribo ésto, lo he seguido viendo y quedándome a dormir con él los fines de semana... lo estaré invocando a cada rato pues me encanta).
Al día siguiente, siendo ya...
- 2 de julio
... regresé a casa. Por ahí de las 2 de la tarde. Llegué directito a la casilla donde me tocaba votar, y así lo hice. Plasmé sendas cruces en todos los espacios donde dijera “PAN”.
Llegué a casa donde pasé acostado el resto del día, descansando, reponiéndome del largo fin de semana, donde hasta esas alturas, y mientras esperaba nervioso y atento en TV los resultados electorales, caí en cuenta que ya tenía (tengo) 36 años. Y como todo en mi vida en que me ha llegado tardío, creo que éste año será el de mi crisis de los 30.
¡Tengo 36!
¡36!