Monday, May 29, 2006
“Mejor hubiera muerto”
¿De qué sirvió tener alta mi estima éstos últimos días si nuevamente, el destino y Dios, me hicieron una nueva chingadera?
Hoy en la mañana, me levanté. Intenté dormir. No pude. Sólo fueron 2 horas. Llegué a las 5 AM ya del lunes después de haber estado inmerso en el desmadre de aseguradoras como resultado del choque que padecí a la medianoche. Bajé, vi mi coche, y como aquella vez hace 3 años, derramé lágrimas. Mi automóvil, destrozado. Sólo a alguien como yo le sucede algo así.
Un nuevo flashazo de muerte. Venía yo manejando bajo una fuerte lluvia, para incorporarme a la Glorieta de Cibeles. Eran poco más de las 10 de la noche. De pronto, salió un automóvil Platina de la nada. Lo impacté y lo aventé muy lejos. Vi cómo el Platina dio un trompo y quedó casi subido en la banqueta. De inmediato, una señora bajo del asiento del copiloto gritando de dolor. Y yo, ahí, muy asustado sin saber lo que estaba sucediendo. El piloto, marido de la señora (y de quien ahora revisando el papeleo, detecto que escribió “recive” y “jlorieta”) bajó asustado pero ofensivo. Y no era para menos. El costado derecho y trasero de su auto, quedó inservible. De la misma forma que quedó mi auto “Fiesta” hace 3 años. Bajé del coche. La fuerte lluvia nos empapó de inmediato. No sabía qué hacer. Mi preocupación inmediata era la señora que gritaba. Estaba yo en shock, y logré convencerla de subir a su auto a esperar una ambulancia. Estaba yo tan preocupado en ellos y el Platina, que ni me fijé en mi coche. Corrí a verlo y la imagen de él me llenó de tristeza. Llamé pues a mi compañía aseguradora, que resultó ser la misma que de ellos. Cuando por fin me respondieron, se terminó el crédito de mi cellular. Corrí pues así, bajo la lluvia a un “Oxxo”. El sobrino de los señores (quien vivía a una cuadra) me acompañó, “no se nos vaya a escapar” escuché que dijo previamente el señor Recive Jlorieta. Compré una ficha que no pude cargar pues el sistema Telcel estaba caído. Llegaron patrullas. La señora lloraba. Querían detenerme, se los impedí argumentando que estaba yo auxiliando a la señora.
Media hora después, logré insertar crédito en mi teléfono. Llamé de inmediato a mi papá. Ese hombre que estaba en casa, dormido, con problemas pre-diabéticos e hipertensión, y que no merecía el momento que atravesaría posteriormente, corrió en mi auxilio. Ahí estaba yo, un niñote de 35 años, pidiéndo auxilio a mi papá como no lo había hecho desde que era adolescente. Llamé también a mi seguro. Llegó, como también lo hizo mi padre. Cuando lo vi no dude y corrí a su coche, me subí, me coloqué las manos en las seines y me puse a llorar. Mi papá permaneció viéndome y en silencio. Ni siquiera me preguntó nada. Los autos destrozados hablaban por sí solos. Llegó también una ambulancia. Atendió a la señora. Un pequeño alivio: no era fractura ni luxación, sino simplemente un tremendo madrazo. Cómo sería el estado de nerviosismo en que me vieron que también me subieron a la ambulancia a revisarme. Sí. Temblaba de miedo. Recordé el accidente de hace 3 años. Vendría pues el panorama aún más obscuro: mi aseguradora se negó a auxiliarme argumentando que en su sistema no tenían registro alguno de mi póliza. Malditos los de “Seat”. Hace 2 semanas les pagué la renovación de mi seguro, siempre lo había hecho con ellos, y ésta ocasión, a pesar de tener mi recibo de pago y una “carta-cobertura”, no habían enviado la documentación a GNP: técnicamente, no estaba yo asegurado, así que, señor José Luis Asegurado, rásquese como pueda.
Con todo y mi ya entonces rabia, tuve que pagar 15,000 pesos por daños, además de tener que ver cómo llevarme mi coche y arreglarlo por mi cuenta.
Todo en mi contra. El chistesito terminó a las 5 de la mañana. Hoy lunes tendré que armar tremenda hecatombe en “Seat” para que respondan por sus negligencias.
…
Y aquí estoy, sintiéndome muy mal. Nuevamente un coche destrozado. Más deudas con las que ni siquiera contaba. Y nadie, ni una mano, ni un abrazo de ánimo de alguien, quien sea, que pudiera decirme que todo va a estar mejor.
No importa lo que haga para estar bien, para mejorar, para sentirme con ánimos. Siempre habrá un hijoputa llamado Dios que vuelva a hundirme cuando pareciera que salgo a flote.
Repito lo que dije en aquél choque: mejor me hubiera muerto.
No sé qué es lo que venga, y ni quiero saberlo.
No quiero saber de nada, ni de nadie.
¿De qué sirvió tener alta mi estima éstos últimos días si nuevamente, el destino y Dios, me hicieron una nueva chingadera?
Hoy en la mañana, me levanté. Intenté dormir. No pude. Sólo fueron 2 horas. Llegué a las 5 AM ya del lunes después de haber estado inmerso en el desmadre de aseguradoras como resultado del choque que padecí a la medianoche. Bajé, vi mi coche, y como aquella vez hace 3 años, derramé lágrimas. Mi automóvil, destrozado. Sólo a alguien como yo le sucede algo así.
Un nuevo flashazo de muerte. Venía yo manejando bajo una fuerte lluvia, para incorporarme a la Glorieta de Cibeles. Eran poco más de las 10 de la noche. De pronto, salió un automóvil Platina de la nada. Lo impacté y lo aventé muy lejos. Vi cómo el Platina dio un trompo y quedó casi subido en la banqueta. De inmediato, una señora bajo del asiento del copiloto gritando de dolor. Y yo, ahí, muy asustado sin saber lo que estaba sucediendo. El piloto, marido de la señora (y de quien ahora revisando el papeleo, detecto que escribió “recive” y “jlorieta”) bajó asustado pero ofensivo. Y no era para menos. El costado derecho y trasero de su auto, quedó inservible. De la misma forma que quedó mi auto “Fiesta” hace 3 años. Bajé del coche. La fuerte lluvia nos empapó de inmediato. No sabía qué hacer. Mi preocupación inmediata era la señora que gritaba. Estaba yo en shock, y logré convencerla de subir a su auto a esperar una ambulancia. Estaba yo tan preocupado en ellos y el Platina, que ni me fijé en mi coche. Corrí a verlo y la imagen de él me llenó de tristeza. Llamé pues a mi compañía aseguradora, que resultó ser la misma que de ellos. Cuando por fin me respondieron, se terminó el crédito de mi cellular. Corrí pues así, bajo la lluvia a un “Oxxo”. El sobrino de los señores (quien vivía a una cuadra) me acompañó, “no se nos vaya a escapar” escuché que dijo previamente el señor Recive Jlorieta. Compré una ficha que no pude cargar pues el sistema Telcel estaba caído. Llegaron patrullas. La señora lloraba. Querían detenerme, se los impedí argumentando que estaba yo auxiliando a la señora.
Media hora después, logré insertar crédito en mi teléfono. Llamé de inmediato a mi papá. Ese hombre que estaba en casa, dormido, con problemas pre-diabéticos e hipertensión, y que no merecía el momento que atravesaría posteriormente, corrió en mi auxilio. Ahí estaba yo, un niñote de 35 años, pidiéndo auxilio a mi papá como no lo había hecho desde que era adolescente. Llamé también a mi seguro. Llegó, como también lo hizo mi padre. Cuando lo vi no dude y corrí a su coche, me subí, me coloqué las manos en las seines y me puse a llorar. Mi papá permaneció viéndome y en silencio. Ni siquiera me preguntó nada. Los autos destrozados hablaban por sí solos. Llegó también una ambulancia. Atendió a la señora. Un pequeño alivio: no era fractura ni luxación, sino simplemente un tremendo madrazo. Cómo sería el estado de nerviosismo en que me vieron que también me subieron a la ambulancia a revisarme. Sí. Temblaba de miedo. Recordé el accidente de hace 3 años. Vendría pues el panorama aún más obscuro: mi aseguradora se negó a auxiliarme argumentando que en su sistema no tenían registro alguno de mi póliza. Malditos los de “Seat”. Hace 2 semanas les pagué la renovación de mi seguro, siempre lo había hecho con ellos, y ésta ocasión, a pesar de tener mi recibo de pago y una “carta-cobertura”, no habían enviado la documentación a GNP: técnicamente, no estaba yo asegurado, así que, señor José Luis Asegurado, rásquese como pueda.
Con todo y mi ya entonces rabia, tuve que pagar 15,000 pesos por daños, además de tener que ver cómo llevarme mi coche y arreglarlo por mi cuenta.
Todo en mi contra. El chistesito terminó a las 5 de la mañana. Hoy lunes tendré que armar tremenda hecatombe en “Seat” para que respondan por sus negligencias.
…
Y aquí estoy, sintiéndome muy mal. Nuevamente un coche destrozado. Más deudas con las que ni siquiera contaba. Y nadie, ni una mano, ni un abrazo de ánimo de alguien, quien sea, que pudiera decirme que todo va a estar mejor.
No importa lo que haga para estar bien, para mejorar, para sentirme con ánimos. Siempre habrá un hijoputa llamado Dios que vuelva a hundirme cuando pareciera que salgo a flote.
Repito lo que dije en aquél choque: mejor me hubiera muerto.
No sé qué es lo que venga, y ni quiero saberlo.
No quiero saber de nada, ni de nadie.
Saturday, May 27, 2006
“El Butter”
15 cervezas, 2 tequilas, y una sopa azteca. Fue el recuento final de ésta noche. Llegué a casa a las 6 AM y hoy sábado me he levantado crudo, a las 2 PM.
Acudí el día de ayer a los “Estudios Churubusco”, a un evento de cortometrajes. Ahí me encontré a mis amigos. Al final del evento, a eso de las 7 PM, decidimos ir a nuestra cantina de siempre. Llegamos a las 8 PM, y desde entonces, pedimos cervezas. Llevaba yo mi nuevo look. Varios de mis amigos y amigas me han dicho que me veo muy bien, que me hacía falta algo así (pelito corto, barbita de candado, ropa casual). Incluso mi adorada y gran amiga Lucía me dijo “Wey, así como te ves, te van a llover los cabrones”. Sonreí con escepticismo. Eran las 2 AM cuando cerraron la barra y nos pidieron abandonar el lugar. De los cerca de 15 que eramos al llegar, al aslir ya sólo eramos dos amigos, dos amigas y yo. La noche no podía terminar en ese momento. Decidimos pues ir a otro bar. Lucía y los demás de inmediato eligieron ir al “Butterfly”. Ese bar gay de arrabal que queda en el Centro y del cual yo sólo había oído leyendas (al grado que al parecer, Carlos Monsiváis es cliente frecuente) y nunca había visitado. Decidimos ir. Es lo que amo de mis amigos. Su apertura mental. No son gays ni bisexuales ni lesbianas ni nada. El único gay era yo, y sin embargo, quisieron ir ahí incluso sin que yo lo propusiera. En el auto, me enteré de las verdaderas intenciones de mis amigas: 1.- Verme ligar y confirmar que con mi look atraería chicos como hormigas al azúcar; y 2.- Confirmar que uno de mis amigos, novio de una de ellas, tiene bastante pegue con los gays.
Llegamos pues al “Butter” (así se le conoce) a las 2.15 (a esas horas no había tráfico). Yo ya traía encima unas 8 cervezas y 2 tequilas, así que andaba bastante mareado. Al entrar, el lugar me encantó. Hasta parece de pueblo. El techo, es de lámina. En el centro había un show travesti. Y en efecto, el lugar estaba lleno de hombres muy chacalones y de todas edades, nada que ver con los nenes del “Living” o del “Boy Bar”. Nos sentamos en una mesa y seguimos ingiriendo, yo otras 7 chelas.
Me divertí MUCHO. Y la verdad ni ligué ni hice nada por hacerlo. Eso sí, uno que otro se me acercaba y aunque mis amigas me daban codazos, permanecí con ellas en mi plan de divo. Lucía tenía razón: su novio atrae gays. Cuando se levantaba a la barra a pedir algo, de inmediato lo abordaban para hacerle charla.
Salimos de ahí a las 5.30 AM y cada quien para su casa.
Manejé hasta mi casa escuchando (a ver, adivinen) a Rocío Dúrcal.
Y hoy, sábado, 4.30 PM, heme aquí sin hacer nada, crudo, tomando mucha agua y revisando la cartelera de Cinemex para ir a ver al rato “X-Men 3”.
Mmmm, por la noche se me antoja antro de nueva cuenta. Lo que no quiero, es la radical tristeza de ir sólo, siendo que anoche, compartí con mis amigos lleno de felicidad.
15 cervezas, 2 tequilas, y una sopa azteca. Fue el recuento final de ésta noche. Llegué a casa a las 6 AM y hoy sábado me he levantado crudo, a las 2 PM.
Acudí el día de ayer a los “Estudios Churubusco”, a un evento de cortometrajes. Ahí me encontré a mis amigos. Al final del evento, a eso de las 7 PM, decidimos ir a nuestra cantina de siempre. Llegamos a las 8 PM, y desde entonces, pedimos cervezas. Llevaba yo mi nuevo look. Varios de mis amigos y amigas me han dicho que me veo muy bien, que me hacía falta algo así (pelito corto, barbita de candado, ropa casual). Incluso mi adorada y gran amiga Lucía me dijo “Wey, así como te ves, te van a llover los cabrones”. Sonreí con escepticismo. Eran las 2 AM cuando cerraron la barra y nos pidieron abandonar el lugar. De los cerca de 15 que eramos al llegar, al aslir ya sólo eramos dos amigos, dos amigas y yo. La noche no podía terminar en ese momento. Decidimos pues ir a otro bar. Lucía y los demás de inmediato eligieron ir al “Butterfly”. Ese bar gay de arrabal que queda en el Centro y del cual yo sólo había oído leyendas (al grado que al parecer, Carlos Monsiváis es cliente frecuente) y nunca había visitado. Decidimos ir. Es lo que amo de mis amigos. Su apertura mental. No son gays ni bisexuales ni lesbianas ni nada. El único gay era yo, y sin embargo, quisieron ir ahí incluso sin que yo lo propusiera. En el auto, me enteré de las verdaderas intenciones de mis amigas: 1.- Verme ligar y confirmar que con mi look atraería chicos como hormigas al azúcar; y 2.- Confirmar que uno de mis amigos, novio de una de ellas, tiene bastante pegue con los gays.
Llegamos pues al “Butter” (así se le conoce) a las 2.15 (a esas horas no había tráfico). Yo ya traía encima unas 8 cervezas y 2 tequilas, así que andaba bastante mareado. Al entrar, el lugar me encantó. Hasta parece de pueblo. El techo, es de lámina. En el centro había un show travesti. Y en efecto, el lugar estaba lleno de hombres muy chacalones y de todas edades, nada que ver con los nenes del “Living” o del “Boy Bar”. Nos sentamos en una mesa y seguimos ingiriendo, yo otras 7 chelas.
Me divertí MUCHO. Y la verdad ni ligué ni hice nada por hacerlo. Eso sí, uno que otro se me acercaba y aunque mis amigas me daban codazos, permanecí con ellas en mi plan de divo. Lucía tenía razón: su novio atrae gays. Cuando se levantaba a la barra a pedir algo, de inmediato lo abordaban para hacerle charla.
Salimos de ahí a las 5.30 AM y cada quien para su casa.
Manejé hasta mi casa escuchando (a ver, adivinen) a Rocío Dúrcal.
Y hoy, sábado, 4.30 PM, heme aquí sin hacer nada, crudo, tomando mucha agua y revisando la cartelera de Cinemex para ir a ver al rato “X-Men 3”.
Mmmm, por la noche se me antoja antro de nueva cuenta. Lo que no quiero, es la radical tristeza de ir sólo, siendo que anoche, compartí con mis amigos lleno de felicidad.
Thursday, May 25, 2006
“Lo que jamás pensé diría de mí mismo”
Tengo 16 alumnos. Van desde los 18 hasta los 35 años de edad. Se dirigen a mi con “...oiga” o “...Usted”. Sonriente, les digo que me hablen de “tú” o que me digan “José Luis” no “Profesor”, pero obstinados, me siguen viendo como señor. Maldita sea. Quizá porque la primera clase vestí traje, pues llegué directamente del trabajo. Quiero cambiar mi look.
Hoy en la mañana me corté el pelo, chiquitito, cortito, estilo “pelitos-parados”, además tengo ya un mes usando barba de candado, y hace una semana que me rasuro con una máquina especial para emparejar los cabellitos. Hoy me han visto dos amigas, y dicen que me veo muy bien. Por la tarde, fui a un nuevo mall llamado “Plaza Delta” que queda por el Viaducto y avenida Cuauhtémoc. Me sorprendió ver lo grande que es y las tiendas que tiene. Me detuve en “Zara”, sí, esa tienda pretenciosa y gay. Quería comprarme algunas camisas pero no me llamó la atención ninguna. Terminé comprando sólamente unas sandalias negras muy padres de piel, flip-flops o “pata de gallo”. Como saben, tengo cierto fetiche con los pies, pero más que los míos, ver los ajenos. Ver a algún tipo en sandalias me excita. Quizá es tontería pero ¿no acaso hay tipos que ven tipas desnudas “teiboleras” e igual se excitan? Al salir de “Zara” me puse de inmediato las sandalias. Así, caminé por el mall, vistiendo uno de los jeans “Levi’s” que había comprado la semana anterior, unos roídos modernos, una camisa negra ajustada que resalta mis brazitos marcados, con los dos botones del pecho abiertos, y mis sandalias nuevas. Agreguen a eso mi corte de pelo, mi barbita de candado y el leve tono bronceado que aún conservo de hace unas semanas bajo el sol del Estadio Azteca y... mmm, no puedo negarlo. Me detuve en un espejo. Lo que vi me arrancó una sonrisa. Me dí cuenta que soy un tipo capaz de conquistar a cualquiera. Que no soy guapo.
Soy MUY guapo.
Y me siento raro diciéndolo.
Tengo 16 alumnos. Van desde los 18 hasta los 35 años de edad. Se dirigen a mi con “...oiga” o “...Usted”. Sonriente, les digo que me hablen de “tú” o que me digan “José Luis” no “Profesor”, pero obstinados, me siguen viendo como señor. Maldita sea. Quizá porque la primera clase vestí traje, pues llegué directamente del trabajo. Quiero cambiar mi look.
Hoy en la mañana me corté el pelo, chiquitito, cortito, estilo “pelitos-parados”, además tengo ya un mes usando barba de candado, y hace una semana que me rasuro con una máquina especial para emparejar los cabellitos. Hoy me han visto dos amigas, y dicen que me veo muy bien. Por la tarde, fui a un nuevo mall llamado “Plaza Delta” que queda por el Viaducto y avenida Cuauhtémoc. Me sorprendió ver lo grande que es y las tiendas que tiene. Me detuve en “Zara”, sí, esa tienda pretenciosa y gay. Quería comprarme algunas camisas pero no me llamó la atención ninguna. Terminé comprando sólamente unas sandalias negras muy padres de piel, flip-flops o “pata de gallo”. Como saben, tengo cierto fetiche con los pies, pero más que los míos, ver los ajenos. Ver a algún tipo en sandalias me excita. Quizá es tontería pero ¿no acaso hay tipos que ven tipas desnudas “teiboleras” e igual se excitan? Al salir de “Zara” me puse de inmediato las sandalias. Así, caminé por el mall, vistiendo uno de los jeans “Levi’s” que había comprado la semana anterior, unos roídos modernos, una camisa negra ajustada que resalta mis brazitos marcados, con los dos botones del pecho abiertos, y mis sandalias nuevas. Agreguen a eso mi corte de pelo, mi barbita de candado y el leve tono bronceado que aún conservo de hace unas semanas bajo el sol del Estadio Azteca y... mmm, no puedo negarlo. Me detuve en un espejo. Lo que vi me arrancó una sonrisa. Me dí cuenta que soy un tipo capaz de conquistar a cualquiera. Que no soy guapo.
Soy MUY guapo.
Y me siento raro diciéndolo.
Wednesday, May 24, 2006
“¿Sabes quien duerme en tu casa?”
Dos vasos grandes con los logos de “Coca-Cola”;
Una pequeña hielera;
Mi vaso de un litro donde llevo diariamente a mi trabajo mi licuado de “Myoplex”;
Un DVD de la película “Big Fish”.
(Objetos que desaparecieron durante la visita de mis parientes de Tuxtla Gutiérrez, quienes se quedaron en nuestra casa. Hoy nos hemos enterado que el yerno de mi tío, es cleptómano. Ha de ser dificl padecer un trastorno psicológico así. ¿Para qué necesita un cleptómano una hielera? ¿Cómo pudo habérsela llevado?).
Dos vasos grandes con los logos de “Coca-Cola”;
Una pequeña hielera;
Mi vaso de un litro donde llevo diariamente a mi trabajo mi licuado de “Myoplex”;
Un DVD de la película “Big Fish”.
(Objetos que desaparecieron durante la visita de mis parientes de Tuxtla Gutiérrez, quienes se quedaron en nuestra casa. Hoy nos hemos enterado que el yerno de mi tío, es cleptómano. Ha de ser dificl padecer un trastorno psicológico así. ¿Para qué necesita un cleptómano una hielera? ¿Cómo pudo habérsela llevado?).
Tuesday, May 23, 2006
“Un largo foreplay”
Curiosamente (cosa que ya ni me extraña), el niño de Hidalgo, ha desaparecido. Me quedé con las ganas de mis “pastes” (para el que no sepa que es eso, son unas deliciosas especie de empanadas que llevan carne molida con papa rallada y chile; deliciosos). Extrañaré su hermoso y acogedor cuarto de azotea. ¿Qué le hice para que se esfumara como se esfuman todos? ¿Porqué me rehuyen? Nadie me lo dice, y los que me lo dicen, ya que me lo dijeron, se esfuman de nuevo. No entiendo.
…
Conocí a otro chico. Es de Tabasco, pero vive en el DeFectuoso desde hace como 4 años, incluso aquí hizo su carrera (he ahí otro misterio, conozco a puros que son de provincia). Vive cerca de Ciudad Universitaria, así que crucé media ciudad para irlo a ver. Llegué a su depa a las 5 PM. Me fui a la 1 AM. Lo curioso es que de las 5 a las 11.30 PM, 6 horas y media, estuvimos platicando, sentados, en la sala, tomando refresco. Platicamos de cualquier tontería, de su antigua relación, de mi vida en soledad, de su familia, del Código Da Vinci, de fenómenos paranormales… y la tarde voló. Fue hasta las 11.30 de la noche que nos acariciamos, nos besamos y terminamos fornicando en su recámara. Digamos que ha sido el foreplay más largo de mi vida. Debo resaltar que él me había advertido que en su depa ocurrían cosas extrañas, ruidos raros, las cosas se movían u ondas así. Cuando estábamos en su recámara, a oscuras y poco después de la medianoche, en silencio total, sentí cierto escalofrío. Algo tiene ese lugar en verdad. Sentí raro.
Anteayer, por la mañana, me ha llamado para decirme que tiene fiebre. Y ha de ser pues desde ayer en la charla, se la pasó tosiendo mucho mucho. Lo besé en la boca. Sólo Dios sabe si me voy a enfermar también. Me envió mensajitos, mismos que no pude responder de inmediato por mis múltiples actividades. Me reclamó el porqué de mi tardanza. Además me dijo que todos los hombres son iguales. Esos detallitos, no me laten.
Tengo muy mala suerte con los hombres.
Es cierto… todos son iguales.
Curiosamente (cosa que ya ni me extraña), el niño de Hidalgo, ha desaparecido. Me quedé con las ganas de mis “pastes” (para el que no sepa que es eso, son unas deliciosas especie de empanadas que llevan carne molida con papa rallada y chile; deliciosos). Extrañaré su hermoso y acogedor cuarto de azotea. ¿Qué le hice para que se esfumara como se esfuman todos? ¿Porqué me rehuyen? Nadie me lo dice, y los que me lo dicen, ya que me lo dijeron, se esfuman de nuevo. No entiendo.
…
Conocí a otro chico. Es de Tabasco, pero vive en el DeFectuoso desde hace como 4 años, incluso aquí hizo su carrera (he ahí otro misterio, conozco a puros que son de provincia). Vive cerca de Ciudad Universitaria, así que crucé media ciudad para irlo a ver. Llegué a su depa a las 5 PM. Me fui a la 1 AM. Lo curioso es que de las 5 a las 11.30 PM, 6 horas y media, estuvimos platicando, sentados, en la sala, tomando refresco. Platicamos de cualquier tontería, de su antigua relación, de mi vida en soledad, de su familia, del Código Da Vinci, de fenómenos paranormales… y la tarde voló. Fue hasta las 11.30 de la noche que nos acariciamos, nos besamos y terminamos fornicando en su recámara. Digamos que ha sido el foreplay más largo de mi vida. Debo resaltar que él me había advertido que en su depa ocurrían cosas extrañas, ruidos raros, las cosas se movían u ondas así. Cuando estábamos en su recámara, a oscuras y poco después de la medianoche, en silencio total, sentí cierto escalofrío. Algo tiene ese lugar en verdad. Sentí raro.
Anteayer, por la mañana, me ha llamado para decirme que tiene fiebre. Y ha de ser pues desde ayer en la charla, se la pasó tosiendo mucho mucho. Lo besé en la boca. Sólo Dios sabe si me voy a enfermar también. Me envió mensajitos, mismos que no pude responder de inmediato por mis múltiples actividades. Me reclamó el porqué de mi tardanza. Además me dijo que todos los hombres son iguales. Esos detallitos, no me laten.
Tengo muy mala suerte con los hombres.
Es cierto… todos son iguales.
Monday, May 22, 2006
“You can’t always get what you want”
Mis brazos se ven muy bien últimamente cuando estoy en el gym. Han adelgazado un poco pero eso ha ayudado a que se vean más marcados. Hoy en la mañana hice ejercicio y por primera vez en mi vida, noté que los dos tipos que siempre hacen pesas en el mismo horario que yo, y que están mamados, platicaban entre ellos y me observaban hacer mis series. Una de dos: o me estaban criticando y burlándose, o estaban analizando mis movimientos (uy sí, ¡y a mi!). También fue muy divertida la mañana en el gym: fui testigo del pleito entre el instructor y su novia/esposa/amante/free/puta/concubina (no sé realmente en cuál categoría encaja). Ella le preguntó sobre una serie de ejercicios; ignoro qué le habrá respondido él que ella le reclamó en tono muy irónico, burlón y sarcástico (mmm, entonces sí ha de ser su puta o amante, así son esas mujeres, bueno, eso me han dicho). Pobre tipo, está guapetón, lástima de lagartija con la que anda. Es la típica güera química, que se pone mallones sin chones y está nalgona hasta la nuca.
…
Por la tarde fui a comprar un pantalón al “Iron Palace” (bueno, para los lumpen, “El Palacio de Hierro”). Quería comprarme uno solamente, pero terminé comprando dos. Creo que a punto de cumplir los 36, quiero verme chavito, pues me compré de esos pantalones que ya vienen roídos y deslavados (¿porqué deslavados? Para mí “deslavar” es quitarle el efecto de lavado a algo). Me probaba uno tras otro. Algunos me quedaban muy grandes, y otros muy apretados. Cuando me quedaban apretados, el vendedor (típicamente gay) me daba su punto de vista y decía “No se preocupe señor, mejor si le quedan ajustados pues van a dar de sí”. 1.- ¿Señor? ¿No vio que estaba comprándome pantalones de adolescente?; 2.- ¿Qué significa “dar de sí”? Supongo me dijo que solitos se iban a ensanchar o ajustar a mi cuerpo. Me llevé también una agradable sorpresa: he reducido una talla. Me sorprende saber que soy talla 33; siempre fui talla 34. Bien digo que las sudadas de spinning en algo se tenían que reflejar, aunque un pendejete vendedor me dijera “señor”. Al pagar fue cuando ya no me gusto el asunto: 2,000 pesos por dos malditos pantalones Levi’s.
…
Mientras escribo ésto me preparo para ir a mi clase de cortometraje. Yo como profesor. Estoy escuchando a las piedras rodantes (Rolling Stones), la canción “You can’t always get what you want”.
Efectivamente… no siempre consigo lo que quiero.
Nunca, mejor dicho.
Mis brazos se ven muy bien últimamente cuando estoy en el gym. Han adelgazado un poco pero eso ha ayudado a que se vean más marcados. Hoy en la mañana hice ejercicio y por primera vez en mi vida, noté que los dos tipos que siempre hacen pesas en el mismo horario que yo, y que están mamados, platicaban entre ellos y me observaban hacer mis series. Una de dos: o me estaban criticando y burlándose, o estaban analizando mis movimientos (uy sí, ¡y a mi!). También fue muy divertida la mañana en el gym: fui testigo del pleito entre el instructor y su novia/esposa/amante/free/puta/concubina (no sé realmente en cuál categoría encaja). Ella le preguntó sobre una serie de ejercicios; ignoro qué le habrá respondido él que ella le reclamó en tono muy irónico, burlón y sarcástico (mmm, entonces sí ha de ser su puta o amante, así son esas mujeres, bueno, eso me han dicho). Pobre tipo, está guapetón, lástima de lagartija con la que anda. Es la típica güera química, que se pone mallones sin chones y está nalgona hasta la nuca.
…
Por la tarde fui a comprar un pantalón al “Iron Palace” (bueno, para los lumpen, “El Palacio de Hierro”). Quería comprarme uno solamente, pero terminé comprando dos. Creo que a punto de cumplir los 36, quiero verme chavito, pues me compré de esos pantalones que ya vienen roídos y deslavados (¿porqué deslavados? Para mí “deslavar” es quitarle el efecto de lavado a algo). Me probaba uno tras otro. Algunos me quedaban muy grandes, y otros muy apretados. Cuando me quedaban apretados, el vendedor (típicamente gay) me daba su punto de vista y decía “No se preocupe señor, mejor si le quedan ajustados pues van a dar de sí”. 1.- ¿Señor? ¿No vio que estaba comprándome pantalones de adolescente?; 2.- ¿Qué significa “dar de sí”? Supongo me dijo que solitos se iban a ensanchar o ajustar a mi cuerpo. Me llevé también una agradable sorpresa: he reducido una talla. Me sorprende saber que soy talla 33; siempre fui talla 34. Bien digo que las sudadas de spinning en algo se tenían que reflejar, aunque un pendejete vendedor me dijera “señor”. Al pagar fue cuando ya no me gusto el asunto: 2,000 pesos por dos malditos pantalones Levi’s.
…
Mientras escribo ésto me preparo para ir a mi clase de cortometraje. Yo como profesor. Estoy escuchando a las piedras rodantes (Rolling Stones), la canción “You can’t always get what you want”.
Efectivamente… no siempre consigo lo que quiero.
Nunca, mejor dicho.
Sunday, May 21, 2006
“Ese hermoso cuarto de azotea”
Hace unas semanas, conocí por Internet a un muchacho del Estado de Hidalgo. Comenzamos por el típico intercambio de “me gustas”, “qué cachondo te ves” y “quiero contigo”. Pero en el transcurso de las semanas, trascendimos la charla. Hablamos ahora de lo que nos gusta, lo que quisiéramos y algo de nuestros pasados.
Finalmente hace 5 días lo conocí. Es un muchacho de 24 años, muy trabajador y con ímpetus de ser alguien en la vida. Tiene en el DF un año. Trabaja y le echa ganas y renta no una casa ni un depa, sino literalmente, un cuarto de azotea. Pues bien, ese cuarto de azotea me encanta. No tiene muebles más que su colchón, algunas repisas para sus objetos personales, fotografías de él con sus hermanos y sus papás, y un clóset improvisado. Desde que puse un pie ahí me sentí muy bien. Me abrazó. Pero no me abrazó con la lujuria de por medio. Me abrazó casi fraternalmente. Y así se quedó largo rato, sus brazos a mi alrededor y recargado en mis hombros, y eso que mide 1.85.
Qué bonito sentí. Y tan bonito, que llevo 5 días que voy a ese cuarto de azotea y paso largos ratos con él, ahí, en ese colchón sin tambor ni cabecera, desnudos, abrazados, sin siquiera tener que llegar en ocasiones al sexo completo, pero besándonos, platicando y hablando de soledad y del amor y otros demonios. Llegada ya la noche, nos vestimos y bajamos a cenar. A veces yo invito, a veces lo hace él. Y no vayan a creer que el tipo tiene cuerpazo o es hermoso. Tiene un cuerpo super normal, ni gordo ni flaco; un par de “cachas” a los lados de su cintura que me parecen de lo más sexy; es muy masculino; bonita voz; bonita mirada; es blanco; y cuando ríe se le hacen hoyuelos en las mejillas. Pero lejos de eso, sabe comunicarse corporalmente, y al igual que yo, se siente sólo. Eso es precisamente lo que nos ha conectado. Anoche, llovió muy fuerte. En su ventana (sin cortinas) reventaban las gotas de agua. Y nosotros, adentro, entre 4 paredes y un techo, con la luz apagada, desnudos, abrazados, platicando de la vida y siendo iluminados por los rayos que del aguacero. Nos quedamos dormidos... hasta que amaneció. Sí. No dormí en casa. Afortunadamente es sábado. Sólamente he dormido con otro hombre toda una noche en 3 ocasiones (contando a Gustavo -así se llama-), y la última vez había sido hace como 5 años.
Cuando llegué a casa mis papás sólo me pidieron que para la próxima vez les avisara, pues se preocupan. ¿Próxima vez? Mis papás dan por hecho que tengo ya casi 36 años y que por alguna aventura sexual, o affair, habrá días que no llegue a dormir a casa.
El lunes volveré a ver a Gus. Me traerá “pastes” de Hidalgo. Me encantan. Y sé que los comeremos ahí, en ese hermoso cuarto de azotea, sin una mesa y sillas, simplemente sentados en ese colchón a raíz de suelo.
Hace unas semanas, conocí por Internet a un muchacho del Estado de Hidalgo. Comenzamos por el típico intercambio de “me gustas”, “qué cachondo te ves” y “quiero contigo”. Pero en el transcurso de las semanas, trascendimos la charla. Hablamos ahora de lo que nos gusta, lo que quisiéramos y algo de nuestros pasados.
Finalmente hace 5 días lo conocí. Es un muchacho de 24 años, muy trabajador y con ímpetus de ser alguien en la vida. Tiene en el DF un año. Trabaja y le echa ganas y renta no una casa ni un depa, sino literalmente, un cuarto de azotea. Pues bien, ese cuarto de azotea me encanta. No tiene muebles más que su colchón, algunas repisas para sus objetos personales, fotografías de él con sus hermanos y sus papás, y un clóset improvisado. Desde que puse un pie ahí me sentí muy bien. Me abrazó. Pero no me abrazó con la lujuria de por medio. Me abrazó casi fraternalmente. Y así se quedó largo rato, sus brazos a mi alrededor y recargado en mis hombros, y eso que mide 1.85.
Qué bonito sentí. Y tan bonito, que llevo 5 días que voy a ese cuarto de azotea y paso largos ratos con él, ahí, en ese colchón sin tambor ni cabecera, desnudos, abrazados, sin siquiera tener que llegar en ocasiones al sexo completo, pero besándonos, platicando y hablando de soledad y del amor y otros demonios. Llegada ya la noche, nos vestimos y bajamos a cenar. A veces yo invito, a veces lo hace él. Y no vayan a creer que el tipo tiene cuerpazo o es hermoso. Tiene un cuerpo super normal, ni gordo ni flaco; un par de “cachas” a los lados de su cintura que me parecen de lo más sexy; es muy masculino; bonita voz; bonita mirada; es blanco; y cuando ríe se le hacen hoyuelos en las mejillas. Pero lejos de eso, sabe comunicarse corporalmente, y al igual que yo, se siente sólo. Eso es precisamente lo que nos ha conectado. Anoche, llovió muy fuerte. En su ventana (sin cortinas) reventaban las gotas de agua. Y nosotros, adentro, entre 4 paredes y un techo, con la luz apagada, desnudos, abrazados, platicando de la vida y siendo iluminados por los rayos que del aguacero. Nos quedamos dormidos... hasta que amaneció. Sí. No dormí en casa. Afortunadamente es sábado. Sólamente he dormido con otro hombre toda una noche en 3 ocasiones (contando a Gustavo -así se llama-), y la última vez había sido hace como 5 años.
Cuando llegué a casa mis papás sólo me pidieron que para la próxima vez les avisara, pues se preocupan. ¿Próxima vez? Mis papás dan por hecho que tengo ya casi 36 años y que por alguna aventura sexual, o affair, habrá días que no llegue a dormir a casa.
El lunes volveré a ver a Gus. Me traerá “pastes” de Hidalgo. Me encantan. Y sé que los comeremos ahí, en ese hermoso cuarto de azotea, sin una mesa y sillas, simplemente sentados en ese colchón a raíz de suelo.
Tuesday, May 16, 2006
“El clavo”
Hace días, justo el día de mi filmación en el Azteca, recibí un correo de Alex. Creí que ya era cosa del pasado, pero sus palabras, me trajeron inquieto varios días posteriores.
Fue muy rajatabla. Me dijo todo directo y sin tapujos. Lo que le incomodaba de mí. Lo aprecio pues jamás en los años que llevamos de dizque conocernos, lo había hecho.
No sabía si responderle, pero finalmente lo hice. Fui igual de sincero y le agradecí haberme abierto los ojos. Efectivamente, tengo que cambiar. Me gusta tirarme al drama y al suelo para ver quién me levanta. Hablo pestes de mi en lugar de hablar de lo bueno. Lo malo es que lo bueno en mí no puedo detectarlo, tanto que ayer estuve a punto de decir “no” a la oferta de dar un curso de cortometrajes. Me sentí tan incapaz (“¿quién soy yo para dar clases de guionismo?”) que iba a declinar, pero precisamente la carta de Alex me hizo reflexionar y aceptar la oferta. Quizá él y yo no volvamos a vernos jamás en la vida, pero de todas formas su carta me ayudará.
Le he respondido como ya dije, pero ahora es él quien no me responde nada al respecto, lo cual me hace dudar sobre la sinceridad de su carta. Si quería generar en mi un momento de autoevaluación, lo logró, y en respuesta he accedido a su oferta de retomar contacto y amistad, pero ahora que he respondido, ya nada ha pasado. De hecho retomé contacto con él vía MSN Messenger, pero todo sigue igual. Nada trasciende. Nuestras charlas son las mismas de siempre. Que si el trabajo, que si el gym, que si el tráfico, que si se irá en verano de vacaciones, que si yo lo haré. Pero hasta ahí. Nada más, ni siquiera el mínimo intento mutuo por vernos en persona. Es más, ni los mensajes que le envío por celular aparentemente le llegan, y cuando lo llamé por teléfono, se portó demasiado seco.
En fin. Por eso dije que quizá no nos veremos más, pero al menos, su carta me servirá, cosa que le agradezco donde quiera que vaya y esté. Le deseo lo mejor de la vida.
Hay quienes aplican el dicho de que “un clavo saca a otro clavo”, aunque lo aplican para las relaciones sentimentales y emocionales. Yo creo también aplica entre amigos, y por tanto, pido a Dios (además de rezarle por la salúd de mi papá quien en tan sólo una semana bajó 3 kilos de peso) que pronto llegue otro clavo.
Aunque así llevo 35 años de mi vida.
Hace días, justo el día de mi filmación en el Azteca, recibí un correo de Alex. Creí que ya era cosa del pasado, pero sus palabras, me trajeron inquieto varios días posteriores.
Fue muy rajatabla. Me dijo todo directo y sin tapujos. Lo que le incomodaba de mí. Lo aprecio pues jamás en los años que llevamos de dizque conocernos, lo había hecho.
No sabía si responderle, pero finalmente lo hice. Fui igual de sincero y le agradecí haberme abierto los ojos. Efectivamente, tengo que cambiar. Me gusta tirarme al drama y al suelo para ver quién me levanta. Hablo pestes de mi en lugar de hablar de lo bueno. Lo malo es que lo bueno en mí no puedo detectarlo, tanto que ayer estuve a punto de decir “no” a la oferta de dar un curso de cortometrajes. Me sentí tan incapaz (“¿quién soy yo para dar clases de guionismo?”) que iba a declinar, pero precisamente la carta de Alex me hizo reflexionar y aceptar la oferta. Quizá él y yo no volvamos a vernos jamás en la vida, pero de todas formas su carta me ayudará.
Le he respondido como ya dije, pero ahora es él quien no me responde nada al respecto, lo cual me hace dudar sobre la sinceridad de su carta. Si quería generar en mi un momento de autoevaluación, lo logró, y en respuesta he accedido a su oferta de retomar contacto y amistad, pero ahora que he respondido, ya nada ha pasado. De hecho retomé contacto con él vía MSN Messenger, pero todo sigue igual. Nada trasciende. Nuestras charlas son las mismas de siempre. Que si el trabajo, que si el gym, que si el tráfico, que si se irá en verano de vacaciones, que si yo lo haré. Pero hasta ahí. Nada más, ni siquiera el mínimo intento mutuo por vernos en persona. Es más, ni los mensajes que le envío por celular aparentemente le llegan, y cuando lo llamé por teléfono, se portó demasiado seco.
En fin. Por eso dije que quizá no nos veremos más, pero al menos, su carta me servirá, cosa que le agradezco donde quiera que vaya y esté. Le deseo lo mejor de la vida.
Hay quienes aplican el dicho de que “un clavo saca a otro clavo”, aunque lo aplican para las relaciones sentimentales y emocionales. Yo creo también aplica entre amigos, y por tanto, pido a Dios (además de rezarle por la salúd de mi papá quien en tan sólo una semana bajó 3 kilos de peso) que pronto llegue otro clavo.
Aunque así llevo 35 años de mi vida.
Thursday, May 11, 2006
“Fingiendo normalidad”
Hoy fue un día muy complicado, estresante y preocupante. Fue el día de las madres. Compré a mi mamá en días previos un par de zapatos. Ella misma lo escogió. Y el día de hoy, y emulando a los cientos de miles de hijos de ésta ciudad en éste día, llevé a comer mariscos a mi mamá al restaurante que adora y de nombre “Canto de sirenas”.
Previamente estuve en la oficina. El primer día en que mi compañero, el otro abogado, no fue y dejará de ir unas 5 semanas, tiempo en que tardará el trámite de obtener su ciudadanía norteamericana (se me hace de lo más naco), así que me encargaré también de su área. El día de hoy tuve pues el doble de trabajo, como si no fuera suficiente con el mío propio.
De cualquier manera, salí temprano intentando relajarme, pero al llegar el restaurante, lugar donde ya me esperaban mis papás en una mesa, me recibieron con una noticia que me cayó como balde de agua congelada (al estar congelada, era entonces un bloque de hielo, y por ende me cayó como tremendo madrazo): mi papá recogió sus análisis sanguíneos (los que le mandó a hacer su médico por malestares de dolores de cabeza y mareos) y el diagnóstico fue algo así como... principios de diabetes. Algo que tiene que ver con los trigliceridos y el colesterol, no entiendo nada sobre datos clínicos, pero fue lo que el médico les dijo. Mi mamá estaba llorando, lo cual opacó la caja de chocolates que le llevé y la tarjeta que le había comprado en Sanborn’s. Tenía de no comprarle una tarjeta y escribirle algo, y la noticia médica predominó sobre ello. No obstante el médico diagnosticó que con buena dieta y medicinas, la diabetes no podría desarrollarse. Comimos pues en silencio. Mi papá preocupado por su salúd, y probando cada bocado de camarones y filete de pescado con temor; mi mamá observándolo y comiendo preocupada, y yo, tragando los sorbos de sopa de mariscos con cierta amargura. Como si no fueran suficientes las cargas económicas que tenemos, ahora hay que agregar la salud de mi papá, las medicinas y la comida especial.
Terminamos de comer fingiendo normalidad y regresamos a casa. Al llegar, mi papá armó la dieta que el médico le proporcionó, y partimos a Walmart a comprar lo necesario. Es increíble el consumismo. El hecho de caminar en los pasillos con un carrito lleno de comida especial, hace que por momentos se olviden las penas. He descubierto que ya no sólo el alcohol ahoga penas. También lo hace el shopping.
Por la noche, no pude dormir.
Hoy fue un día muy complicado, estresante y preocupante. Fue el día de las madres. Compré a mi mamá en días previos un par de zapatos. Ella misma lo escogió. Y el día de hoy, y emulando a los cientos de miles de hijos de ésta ciudad en éste día, llevé a comer mariscos a mi mamá al restaurante que adora y de nombre “Canto de sirenas”.
Previamente estuve en la oficina. El primer día en que mi compañero, el otro abogado, no fue y dejará de ir unas 5 semanas, tiempo en que tardará el trámite de obtener su ciudadanía norteamericana (se me hace de lo más naco), así que me encargaré también de su área. El día de hoy tuve pues el doble de trabajo, como si no fuera suficiente con el mío propio.
De cualquier manera, salí temprano intentando relajarme, pero al llegar el restaurante, lugar donde ya me esperaban mis papás en una mesa, me recibieron con una noticia que me cayó como balde de agua congelada (al estar congelada, era entonces un bloque de hielo, y por ende me cayó como tremendo madrazo): mi papá recogió sus análisis sanguíneos (los que le mandó a hacer su médico por malestares de dolores de cabeza y mareos) y el diagnóstico fue algo así como... principios de diabetes. Algo que tiene que ver con los trigliceridos y el colesterol, no entiendo nada sobre datos clínicos, pero fue lo que el médico les dijo. Mi mamá estaba llorando, lo cual opacó la caja de chocolates que le llevé y la tarjeta que le había comprado en Sanborn’s. Tenía de no comprarle una tarjeta y escribirle algo, y la noticia médica predominó sobre ello. No obstante el médico diagnosticó que con buena dieta y medicinas, la diabetes no podría desarrollarse. Comimos pues en silencio. Mi papá preocupado por su salúd, y probando cada bocado de camarones y filete de pescado con temor; mi mamá observándolo y comiendo preocupada, y yo, tragando los sorbos de sopa de mariscos con cierta amargura. Como si no fueran suficientes las cargas económicas que tenemos, ahora hay que agregar la salud de mi papá, las medicinas y la comida especial.
Terminamos de comer fingiendo normalidad y regresamos a casa. Al llegar, mi papá armó la dieta que el médico le proporcionó, y partimos a Walmart a comprar lo necesario. Es increíble el consumismo. El hecho de caminar en los pasillos con un carrito lleno de comida especial, hace que por momentos se olviden las penas. He descubierto que ya no sólo el alcohol ahoga penas. También lo hace el shopping.
Por la noche, no pude dormir.
Thursday, May 04, 2006
“Del Metrobus hasta ‘El Taza’”
Llevé mi coche a servicio. 30,000 kms. ya. Eso me sirvió para tomar el políticamente incorrecto “Metrobus” durante 3 días. Mi tío me dijo alguna vez: hay que darse de vez en cuando un buen baño de pueblo. Sólo que en el “Metrobus” no aplica tan así, ya que constaté que se sube gente de todas las clases sociales. Además es verdaderamente rápido. A veces hago manejando 45 minutos a mi oficina, y los días del “Metrobus” hice lo mismo, y solo costándome 3.50 pesos, a diferencia de los 100 pesos que consume en promedio mi vehículo automotríz cada 3 días.
Me ha dado ideas. Posiblemente tome transporte colectivo unas 2 veces a la semana. Además vi beneficios adicionales. Como lo escribo en éste blog, se me sube la hormona con facilidad, y cuando eso sucede, veo bonito hasta al monstruo de la laguna negra. Los días que abordé el “Metrobus” vi a 2 ó 3 nenes guapetones, uno de ellos incluso, esta parado frente ami, y se agarraba de un tubo que quedaba justo frente a mi cara. El lugar tan apretado hizo que pusiera mi naríz junto a sus dedos, y mientras yo respiraba, sentía claramente que él también a su vez sentía mis respiros. Nunca quitó la mano. Por el contrario, cuando lo mire, sonrió conmigo. Tres estaciones más adelante, se bajó.
Finalmente hicieron entrega de mi coche. Los de “Seat” son unas ratas enfundadas en batas de mecánico. Por el servicio, y engrasar la suspension y amortiguadores, me cobraron ¡casi 5,000 pesos! Antes de entregarmelo se me acercó una ejecutiva para decirme que ya habían valuado mi auto y que si yo quería, podían tomármelo a cuenta para que me llevara un “León”. Dije que no de inmediato, pero la ejecutiva (al fin vendedora que sabe hacer su chamba) me dijo “¿Ya conoce la nueva línea?”. Volteé y vi… el coche más hermoso que haya visto. “León”. Rojo. Deportivo. Mientras lo veía, violines celestiales hacían el score del momento. Los callé en mi mente y reiteré: “No señorita, gracias”. No quiero seguirme endrogando.
Al final del día, fuí a GNC a comprar mis suplementos del gym. Me porté muy bromista con las vendedoras e incluso, y habiendo notado que son unas babosas, terminé asesorando yo mismo a dos clientes quienes preguntaban si era mejor la creatina o la glutamina. Je, creo que no es que me naciera el amor por la asesoría de complementos, sino que simplemente, los dos tipos estaban buenísimos, masculinos, altos y muy guapos… uno de ellos con un pequeño defecto: quiero creer que alguna ocasión ha de haber sido víctima del “mochaorejas”, porque le faltaba su oreja izquierda. Quizá en su gym le digan “El taza”.
Jeje, a veces soy algo cruel.
Llevé mi coche a servicio. 30,000 kms. ya. Eso me sirvió para tomar el políticamente incorrecto “Metrobus” durante 3 días. Mi tío me dijo alguna vez: hay que darse de vez en cuando un buen baño de pueblo. Sólo que en el “Metrobus” no aplica tan así, ya que constaté que se sube gente de todas las clases sociales. Además es verdaderamente rápido. A veces hago manejando 45 minutos a mi oficina, y los días del “Metrobus” hice lo mismo, y solo costándome 3.50 pesos, a diferencia de los 100 pesos que consume en promedio mi vehículo automotríz cada 3 días.
Me ha dado ideas. Posiblemente tome transporte colectivo unas 2 veces a la semana. Además vi beneficios adicionales. Como lo escribo en éste blog, se me sube la hormona con facilidad, y cuando eso sucede, veo bonito hasta al monstruo de la laguna negra. Los días que abordé el “Metrobus” vi a 2 ó 3 nenes guapetones, uno de ellos incluso, esta parado frente ami, y se agarraba de un tubo que quedaba justo frente a mi cara. El lugar tan apretado hizo que pusiera mi naríz junto a sus dedos, y mientras yo respiraba, sentía claramente que él también a su vez sentía mis respiros. Nunca quitó la mano. Por el contrario, cuando lo mire, sonrió conmigo. Tres estaciones más adelante, se bajó.
Finalmente hicieron entrega de mi coche. Los de “Seat” son unas ratas enfundadas en batas de mecánico. Por el servicio, y engrasar la suspension y amortiguadores, me cobraron ¡casi 5,000 pesos! Antes de entregarmelo se me acercó una ejecutiva para decirme que ya habían valuado mi auto y que si yo quería, podían tomármelo a cuenta para que me llevara un “León”. Dije que no de inmediato, pero la ejecutiva (al fin vendedora que sabe hacer su chamba) me dijo “¿Ya conoce la nueva línea?”. Volteé y vi… el coche más hermoso que haya visto. “León”. Rojo. Deportivo. Mientras lo veía, violines celestiales hacían el score del momento. Los callé en mi mente y reiteré: “No señorita, gracias”. No quiero seguirme endrogando.
Al final del día, fuí a GNC a comprar mis suplementos del gym. Me porté muy bromista con las vendedoras e incluso, y habiendo notado que son unas babosas, terminé asesorando yo mismo a dos clientes quienes preguntaban si era mejor la creatina o la glutamina. Je, creo que no es que me naciera el amor por la asesoría de complementos, sino que simplemente, los dos tipos estaban buenísimos, masculinos, altos y muy guapos… uno de ellos con un pequeño defecto: quiero creer que alguna ocasión ha de haber sido víctima del “mochaorejas”, porque le faltaba su oreja izquierda. Quizá en su gym le digan “El taza”.
Jeje, a veces soy algo cruel.