Friday, February 24, 2006
“Como saloncito de fiestas para quinceañeras de Ciudad Neza”
Salimos de “Brokeback Mountain” a eso de las 10.30 PM. Tanto ED como un servidor teníamos hambre. Yo ni siquiera había comido. Por tanto, y mientras manejaba, pensábamos el lugar donde cenaríamos. Al llegar a Periférico concluímos de manera inmediata: McDonald’s. La pregunta: ¿estaría abierto? Me estacioné. Lo estaba. Entramos.
Cuando estabamos en la caja faltaban 5 minutos para las once. El lugar estaba casi vacío. Por tanto, antes de pedir pregunté al gerente, que en ese momento me pareció un sujeto muy equis, la hora en que cerraban. “A las once” respondió. Vi mi reloj. Pregunté entonces si era pertinente pedir algo entonces para comer ahí. La respuesta textual fue: “Señor, nosotros cerramos a las once. A esa hora ya no dejamos entrar a nadie; pero Usted puede ordenar y hasta que termine de comer, cerramos. Hasta que se va el último cliente, nos vamos”.
Oh Dios. Creo que la gente no sabe medir lo que dice. Eso que me dijo era clarísimo. Con toda la extensión de las palabras. Por tanto, y como tenía mucha hambre, pedí un paquete Mc-trío, de los grandes y además me di el lujo de pedir un McFlurry de postre. ED ¡pidió lo mismo!
Nos sentamos. Apenas acabábamos de untar la cátsup, mostaza y demás condimentos en las respectivas hamburguesas, cuando, como si se tratara de un vil saloncito de fiestas para quinceañeras de Ciudad Neza... apagaron las luces.
El mensaje era pues evidente: “Lléguenle... largo de aquí que ya son las 11”.
Fue tanto nuestro coraje que seguimos comiendo, ahí, en penumbras. ¡Y eran apenas las 11.05 PM! El colmo fue cuando de pronto, en las bocinas del lugar, pusieron música del homofóbico grupo “Rammstein” a todo volúmen, ello para evitar que platicáramos. ED y yo, de coraje, seguimos comiendo. A los 5 minutos se nos acercó un Matute cualquiera para pedirnos nos retiraramos. Exploté entonces. Pedí llamara al gerente. Un tipejo de unos 23 años, desafiante, un pinche naquillo cualquiera. El osado llegó hablándome de “tú”. Le exigí respeto pues yo me dirigía a él de “Usted”. Le reclamé las luces, la asquerosa música y la grosería de corrernos siendo que antes de siquiera ordenar algo de comer, él mismo me dijo que pidiera de comer con toda tranquilidad, que ellos se irían hasta que terminaramos. Obviamente cualquier reclamo de mi parte fue en vano. El rencoroso social no se bajó nunca de su macho.
Llené dos quejas. Una en un libro y otra en los buzoncitos esos que supongo sólo están para cumplir con las absurdas normas de ISO-9000. Obviamente ambos recursos manipulables por el gerentito. Es por ello que estoy copiando ésto mismo que he escrito para mi estúpido diario, para mandarlo como queja en la página de Internet de McDonald’s.
Ya lo saben pues, el McDonald’s de Polanco, el que queda a un lado de la Hacienda de Los Morales, sobre Periférico, es nefasto. No vayan. Ahí lo corren a uno como si fuera uno gata.
Está bien que esté yo feo... pero ¡el gerente lo estaba más”.
Salimos de “Brokeback Mountain” a eso de las 10.30 PM. Tanto ED como un servidor teníamos hambre. Yo ni siquiera había comido. Por tanto, y mientras manejaba, pensábamos el lugar donde cenaríamos. Al llegar a Periférico concluímos de manera inmediata: McDonald’s. La pregunta: ¿estaría abierto? Me estacioné. Lo estaba. Entramos.
Cuando estabamos en la caja faltaban 5 minutos para las once. El lugar estaba casi vacío. Por tanto, antes de pedir pregunté al gerente, que en ese momento me pareció un sujeto muy equis, la hora en que cerraban. “A las once” respondió. Vi mi reloj. Pregunté entonces si era pertinente pedir algo entonces para comer ahí. La respuesta textual fue: “Señor, nosotros cerramos a las once. A esa hora ya no dejamos entrar a nadie; pero Usted puede ordenar y hasta que termine de comer, cerramos. Hasta que se va el último cliente, nos vamos”.
Oh Dios. Creo que la gente no sabe medir lo que dice. Eso que me dijo era clarísimo. Con toda la extensión de las palabras. Por tanto, y como tenía mucha hambre, pedí un paquete Mc-trío, de los grandes y además me di el lujo de pedir un McFlurry de postre. ED ¡pidió lo mismo!
Nos sentamos. Apenas acabábamos de untar la cátsup, mostaza y demás condimentos en las respectivas hamburguesas, cuando, como si se tratara de un vil saloncito de fiestas para quinceañeras de Ciudad Neza... apagaron las luces.
El mensaje era pues evidente: “Lléguenle... largo de aquí que ya son las 11”.
Fue tanto nuestro coraje que seguimos comiendo, ahí, en penumbras. ¡Y eran apenas las 11.05 PM! El colmo fue cuando de pronto, en las bocinas del lugar, pusieron música del homofóbico grupo “Rammstein” a todo volúmen, ello para evitar que platicáramos. ED y yo, de coraje, seguimos comiendo. A los 5 minutos se nos acercó un Matute cualquiera para pedirnos nos retiraramos. Exploté entonces. Pedí llamara al gerente. Un tipejo de unos 23 años, desafiante, un pinche naquillo cualquiera. El osado llegó hablándome de “tú”. Le exigí respeto pues yo me dirigía a él de “Usted”. Le reclamé las luces, la asquerosa música y la grosería de corrernos siendo que antes de siquiera ordenar algo de comer, él mismo me dijo que pidiera de comer con toda tranquilidad, que ellos se irían hasta que terminaramos. Obviamente cualquier reclamo de mi parte fue en vano. El rencoroso social no se bajó nunca de su macho.
Llené dos quejas. Una en un libro y otra en los buzoncitos esos que supongo sólo están para cumplir con las absurdas normas de ISO-9000. Obviamente ambos recursos manipulables por el gerentito. Es por ello que estoy copiando ésto mismo que he escrito para mi estúpido diario, para mandarlo como queja en la página de Internet de McDonald’s.
Ya lo saben pues, el McDonald’s de Polanco, el que queda a un lado de la Hacienda de Los Morales, sobre Periférico, es nefasto. No vayan. Ahí lo corren a uno como si fuera uno gata.
Está bien que esté yo feo... pero ¡el gerente lo estaba más”.
Thursday, February 23, 2006
“Bareback Mountain”
El hecho de haberme ganado una membresía anual para Cinemex en la pasada Macrotrivia, me ha convertido en un enajenado del cine (como si no lo hubiera sido ya de por sí).
Se está presentando el FICCO (Festival Internacional de Cine Contemporáneo) y yo, por supuesto, estoy viendo cuanto cine mis horarios me lo permiten. Tanto al grado que me he desvelado hasta las 2 ó 3 de la mañana entre semana, aún sabiendo que a las 6 hay que levantarse para ir al gym y posteriormente a trabajar.
La primera película que vi fue “Brokeback Mountain”. Cuando compré los boletos (“comprar” por llamarle alegóricamente de alguna forma ya que todos han sido virtualmente gratuitos), creí me sucedería lo mismo que con el concierto de Pearl Jam el diciembre pasado: que uno de ellos quedaría comprado y burlado e iría sólo. Y eso fue lo que creí ya que invité a las personas menos indicadas y que intuía me darían el batazo para no acompañarme. Hasta eso, el rechazo a ir conmigo tuvo buenos frutos, ya que invité a mi amigo ED, quien accedió de inmediato. Cuando fuimos en la noche en la película, la disfrutamos tanto que decidí no invitar a nadie más y lo he invitado a él a algunas otras funciones. Se siente de inmediato cuando la gente es agradecida y no tiene pretensiones y es auténtica. ED lo ha sido y hemos disfrutado las películas. Incluso conoce ya a algunos de mis cinéfilos y cineastas amigos, pues por ser un festival de cine, muchos hemos coincidido. Alejandra es una de ellas, y le ha caído bien a ED, y viceversa. La que más nos ha gustado es “Breakfast on Pluto” de Neil Jordan, una comedia negra acerca de un travesti (el adorable Cillian Murphy) en búsqueda de la madre que lo abandonó a las puertas de una iglesia cuando era un bebé.
La premiere de “Brokeback Mountain” fue muy peculiar. De las 200 personas presentes, contamos si acaso a 3 mujeres. Los demás eramos hombres. Putos todos quiero suponer. ED y yo nos pusimos pues a escoger a los que a nuestro gusto eran los más guapos. El que me gustó a mi, un tipo de 1.80, bronceado y de chamarra deportiva, resultó ganador de una cámara digital de Kodak, en una improvisada trivia antes de la función.
Al terminar la película no podía levantarme de mi asiento reflexionando acerca de su contenido. Es una historia de amor tan bien escrita, que hasta un heterosexual se sentirá cómplice de los protagonistas y sentirá empatía hacia el amor prohibido surgido entre esos dos guapérrimos. También recordé a Rubén, sobre todo cuando quise invitarlo a la casa de descanso de mi papá en Río Frío. Hubiera sido nuestro pequeño “Brokeback Mountain”, ambos maricas pero bien machitos, follando en un bosque alejados de la civilización. Desafortunadamente eso no fue posible ni lo será jamás.
Al salir de la sala, los pasillos de Cinemex se convirtieron durante unos minutos, en un perfecto centro de ligue. Nadie quería irse. Los que llegaron callados como niños de kinder en su primer día de clases, ahora se desbordaban platicando con todos. Maldita sea, la mayoría estaban guapos.
Y heme aquí, haciendo una lista de las películas por ver éste fin de semana.
Cinemex me ha convertido en un monstruo.
(Monstruo devorador de películas, no el monstruo comegalletas ni un monstruo estético, eso ya lo soy, siempre he dicho que soy muy feo)
El hecho de haberme ganado una membresía anual para Cinemex en la pasada Macrotrivia, me ha convertido en un enajenado del cine (como si no lo hubiera sido ya de por sí).
Se está presentando el FICCO (Festival Internacional de Cine Contemporáneo) y yo, por supuesto, estoy viendo cuanto cine mis horarios me lo permiten. Tanto al grado que me he desvelado hasta las 2 ó 3 de la mañana entre semana, aún sabiendo que a las 6 hay que levantarse para ir al gym y posteriormente a trabajar.
La primera película que vi fue “Brokeback Mountain”. Cuando compré los boletos (“comprar” por llamarle alegóricamente de alguna forma ya que todos han sido virtualmente gratuitos), creí me sucedería lo mismo que con el concierto de Pearl Jam el diciembre pasado: que uno de ellos quedaría comprado y burlado e iría sólo. Y eso fue lo que creí ya que invité a las personas menos indicadas y que intuía me darían el batazo para no acompañarme. Hasta eso, el rechazo a ir conmigo tuvo buenos frutos, ya que invité a mi amigo ED, quien accedió de inmediato. Cuando fuimos en la noche en la película, la disfrutamos tanto que decidí no invitar a nadie más y lo he invitado a él a algunas otras funciones. Se siente de inmediato cuando la gente es agradecida y no tiene pretensiones y es auténtica. ED lo ha sido y hemos disfrutado las películas. Incluso conoce ya a algunos de mis cinéfilos y cineastas amigos, pues por ser un festival de cine, muchos hemos coincidido. Alejandra es una de ellas, y le ha caído bien a ED, y viceversa. La que más nos ha gustado es “Breakfast on Pluto” de Neil Jordan, una comedia negra acerca de un travesti (el adorable Cillian Murphy) en búsqueda de la madre que lo abandonó a las puertas de una iglesia cuando era un bebé.
La premiere de “Brokeback Mountain” fue muy peculiar. De las 200 personas presentes, contamos si acaso a 3 mujeres. Los demás eramos hombres. Putos todos quiero suponer. ED y yo nos pusimos pues a escoger a los que a nuestro gusto eran los más guapos. El que me gustó a mi, un tipo de 1.80, bronceado y de chamarra deportiva, resultó ganador de una cámara digital de Kodak, en una improvisada trivia antes de la función.
Al terminar la película no podía levantarme de mi asiento reflexionando acerca de su contenido. Es una historia de amor tan bien escrita, que hasta un heterosexual se sentirá cómplice de los protagonistas y sentirá empatía hacia el amor prohibido surgido entre esos dos guapérrimos. También recordé a Rubén, sobre todo cuando quise invitarlo a la casa de descanso de mi papá en Río Frío. Hubiera sido nuestro pequeño “Brokeback Mountain”, ambos maricas pero bien machitos, follando en un bosque alejados de la civilización. Desafortunadamente eso no fue posible ni lo será jamás.
Al salir de la sala, los pasillos de Cinemex se convirtieron durante unos minutos, en un perfecto centro de ligue. Nadie quería irse. Los que llegaron callados como niños de kinder en su primer día de clases, ahora se desbordaban platicando con todos. Maldita sea, la mayoría estaban guapos.
Y heme aquí, haciendo una lista de las películas por ver éste fin de semana.
Cinemex me ha convertido en un monstruo.
(Monstruo devorador de películas, no el monstruo comegalletas ni un monstruo estético, eso ya lo soy, siempre he dicho que soy muy feo)
Tuesday, February 21, 2006
“Rubén, o ‘Los que no saben decir ’”
Rubén es el nombre de quien fuera mi abuelo. ¡Fue sacerdote! De hecho lo fue mientras escondía a sus 3 hijas paridas en la clandestinidad. Mi abuela fue su hija, y el secreto sobre “El papá... abuelo... bisabuelo sacerdote” fue bien ocultado à-la-Padre-Amaro.
Pero... no es de ese Rubén del que quiero hablar hoy. Se trata de otro Rubén. Un Rubén a quien conocí hace un año, con quien salí al cine varias, muchas veces (incluso fue mi invitado de honor a la premiación de la Macrotrivia de Cinemex de éste año), y a quien estando él en Vancouver durante medio año, nos escribíamos con mucha frecuencia, tanto que textualmente le propuse: “Cuando regreses a México ¿me darías la oportunidad de aplicarme contigo para conquistarte?”, y siempre me dijo que sí.
Oh. ¿Cuando aprenderé que la gente tiene miedo a decir “no”? Él por algo no me dijo “no”, y alimentó una esperanza.
Cuando llegó a México en enero, de inmediato comencé mi actividad aplicatoria pro-conquistadora. Lo invité al cine. Iba por él a su casa. Íbamos a cenar. Más cine. Lo llevaba de regreso a su casa. Incluso un día fui por él en la mañana para encaminarlo hasta el sur y de ahí partir yo a mi trabajo. Sí, sé que a eso no puede llamársele actividad-para-conquistar-a-alguien; pero algún mérito tenía que hacer, incluso me gasté 4 pases gratis de Cinemex con él (más los 4 míos, 8). Pero bien, esos eran los méritos... en la fase de conquista propiamente dicha le hacía ver mi sentir. Le hablaba de mi, le preguntaba mucho sobre su vida, lo abrazaba, lo tomaba de la mano mientras manejaba, lo besaba en el cine, en el coche, en la calle, y demás etcéteras, algo que jamás había hecho con ninguno. Llegué incluso al extremo de pedir la casa de descanso de Río Frío de mi papá, todo un fin de semana para ir con él. Pero fue ahí cuando me di cuenta que Rubén no quería nada serio conmigo. De hecho jamás fuimos a Río Frío. Me dejó plantado un fin, peor tantito, ni siquiera me avisó hasta que ya era lunes. El fin siguiente volví a pedir la casa prestada a mi papá; y Rubén me la hízo de nuevo; un tercer fin (el siguiente) la misma historia... ya para la cuarta semana mi papá se negó a prestarme la casa, “No estamos jugando” me dijo... Eso fue muy ilustrativo. Mi papá, sin saber de la existencia de Rubén, sin saber a qué iría yo, con quién iría, y ¡a qué!, me dijo en un subtexto muy extraño que efectivamente, ese muchacho sólo estaba jugando.
Lo más raro fue la actitud de Rubén. Siempre me decía “chiquito” o “bebé” o “nene”... yo hacía lo mismo... a mis 35 años me sentía un quinceañero. Sí, lo admito, soy un verdadero pendejo. Rubñen también me decía cuando yo le decía que iba en serio, que él también, que lo disculpara por esos 3 fines de semana, pero que había estado con su familia. Al respecto creo que en la vida todo tiene que estar equilibrado. Ni muy con la familia, ni muy con los amigos. Lo peor es que me llegó a decir que quería estar conmigo más tiempo, y que deseaba pasar una noche conmigo.
Eso significó todo entonces. Uno más que no supo decir lo que realmente sentía. Quizá sólo le gusté para un acostón, acostón mismo que nunca se llevó a cabo. Lo más que hicimos fue besarnos en la boca. Nunca hubo sexo. Si eso era lo que él quería, no se lo concedí. Todo fue un disfraz para eso. Y yo, nuevamente de iluso creyendo que una relación seria en éste asqueroso mundo homosexual, era posible.
Oh tristeza.
Mandé al coño a Rubén como he mandado al coño a uno que otro. Esa gente no vale la pena. Aunque pensándolo bien, quizá el que no vale la pena soy yo. Nadie quiere nada conmigo, y tanta gente no puede estar equivocada. Como dice el chiste: “Coma mierda que un millón de moscas no pueden estar equivocadas”.
Cuando comenzaba a ilusionarme, a respirar tantita vida, Rubén resultó ser como todos.
Reitero: aborrezco el momento en que me convertí o nací siendo gay. Si algo pudiera cambiar en mi vida, juro que eso sería lo primero. Quitarme ésta carga homosexual que traigo en las espaldas.
No sé si decir “Maldito José Luis” o “Malditos los que sólo quieren coger” o “Malditos los que no saben decir no”.
Maldito mundo, creo es lo más exacto.
Rubén. Have a nice life!
Rubén es el nombre de quien fuera mi abuelo. ¡Fue sacerdote! De hecho lo fue mientras escondía a sus 3 hijas paridas en la clandestinidad. Mi abuela fue su hija, y el secreto sobre “El papá... abuelo... bisabuelo sacerdote” fue bien ocultado à-la-Padre-Amaro.
Pero... no es de ese Rubén del que quiero hablar hoy. Se trata de otro Rubén. Un Rubén a quien conocí hace un año, con quien salí al cine varias, muchas veces (incluso fue mi invitado de honor a la premiación de la Macrotrivia de Cinemex de éste año), y a quien estando él en Vancouver durante medio año, nos escribíamos con mucha frecuencia, tanto que textualmente le propuse: “Cuando regreses a México ¿me darías la oportunidad de aplicarme contigo para conquistarte?”, y siempre me dijo que sí.
Oh. ¿Cuando aprenderé que la gente tiene miedo a decir “no”? Él por algo no me dijo “no”, y alimentó una esperanza.
Cuando llegó a México en enero, de inmediato comencé mi actividad aplicatoria pro-conquistadora. Lo invité al cine. Iba por él a su casa. Íbamos a cenar. Más cine. Lo llevaba de regreso a su casa. Incluso un día fui por él en la mañana para encaminarlo hasta el sur y de ahí partir yo a mi trabajo. Sí, sé que a eso no puede llamársele actividad-para-conquistar-a-alguien; pero algún mérito tenía que hacer, incluso me gasté 4 pases gratis de Cinemex con él (más los 4 míos, 8). Pero bien, esos eran los méritos... en la fase de conquista propiamente dicha le hacía ver mi sentir. Le hablaba de mi, le preguntaba mucho sobre su vida, lo abrazaba, lo tomaba de la mano mientras manejaba, lo besaba en el cine, en el coche, en la calle, y demás etcéteras, algo que jamás había hecho con ninguno. Llegué incluso al extremo de pedir la casa de descanso de Río Frío de mi papá, todo un fin de semana para ir con él. Pero fue ahí cuando me di cuenta que Rubén no quería nada serio conmigo. De hecho jamás fuimos a Río Frío. Me dejó plantado un fin, peor tantito, ni siquiera me avisó hasta que ya era lunes. El fin siguiente volví a pedir la casa prestada a mi papá; y Rubén me la hízo de nuevo; un tercer fin (el siguiente) la misma historia... ya para la cuarta semana mi papá se negó a prestarme la casa, “No estamos jugando” me dijo... Eso fue muy ilustrativo. Mi papá, sin saber de la existencia de Rubén, sin saber a qué iría yo, con quién iría, y ¡a qué!, me dijo en un subtexto muy extraño que efectivamente, ese muchacho sólo estaba jugando.
Lo más raro fue la actitud de Rubén. Siempre me decía “chiquito” o “bebé” o “nene”... yo hacía lo mismo... a mis 35 años me sentía un quinceañero. Sí, lo admito, soy un verdadero pendejo. Rubñen también me decía cuando yo le decía que iba en serio, que él también, que lo disculpara por esos 3 fines de semana, pero que había estado con su familia. Al respecto creo que en la vida todo tiene que estar equilibrado. Ni muy con la familia, ni muy con los amigos. Lo peor es que me llegó a decir que quería estar conmigo más tiempo, y que deseaba pasar una noche conmigo.
Eso significó todo entonces. Uno más que no supo decir lo que realmente sentía. Quizá sólo le gusté para un acostón, acostón mismo que nunca se llevó a cabo. Lo más que hicimos fue besarnos en la boca. Nunca hubo sexo. Si eso era lo que él quería, no se lo concedí. Todo fue un disfraz para eso. Y yo, nuevamente de iluso creyendo que una relación seria en éste asqueroso mundo homosexual, era posible.
Oh tristeza.
Mandé al coño a Rubén como he mandado al coño a uno que otro. Esa gente no vale la pena. Aunque pensándolo bien, quizá el que no vale la pena soy yo. Nadie quiere nada conmigo, y tanta gente no puede estar equivocada. Como dice el chiste: “Coma mierda que un millón de moscas no pueden estar equivocadas”.
Cuando comenzaba a ilusionarme, a respirar tantita vida, Rubén resultó ser como todos.
Reitero: aborrezco el momento en que me convertí o nací siendo gay. Si algo pudiera cambiar en mi vida, juro que eso sería lo primero. Quitarme ésta carga homosexual que traigo en las espaldas.
No sé si decir “Maldito José Luis” o “Malditos los que sólo quieren coger” o “Malditos los que no saben decir no”.
Maldito mundo, creo es lo más exacto.
Rubén. Have a nice life!
Monday, February 20, 2006
“Un tipo sin suerte, sólo y sin amor”
Cinco semanas después de mi ultimo post, después de las navideñas fiestas que o te ayudan a incrementar la alegría, o terminan por rematarte con más sentimientos solitarios.
He regresado a éstos andares.
En éstos cuarenta días, una que otra cosa interesante ha sucedido. Raro en mí si tomamos en cuenta que la monotonía es mi pan de todos los días (¿venderán mermelada de apatía o cajeta de pesimismo? ¡Pa’ ponerle tantita!):
- La tortuguita murió. No pude hacerle Justicia. Por más que la cuidé, se ha ido.
- Mi amiga Alejandra me convenció, y por segunda ocasión, entré a la “Macrotrivia Cinemex 2006”. Invertí algo así como mil pesos, entre gasolina, compra y renta de películas raras, et al. Fue provechoso, pues me gané una tarjeta de membresía anual donde entraré gratis todo el año a cualquier sala de Cinemex; cualquier función; las veces que quiera… para mi y… un acompañante. Dios le da clavos a los que no tienen martillos. Yo y ¿un acompañante? ¡Si nadie quiere ir conmigo!
- Me ha dado una rachita creativa, al grado que estoy por terminar un nuevo guión para largometraje. Es la primera vez que me veo inmerso en el género de la comedia, y por lo que veo, debo dedicarme a ello, pues ha generado muy buenos comentarios y expectativas. El día que lo leí ante 20 guionistas, aplaudieron y rieron a lo largo de 1 hora. Me felicitaron. Mi ego por las nubes. El título de la historia: “Primero se caen las estrellas”. La situación: En México, época actual, Pepe, un tipo sin suerte, sólo y sin amor, pide un deseo al mismísimo “Ángel de la Independencia”. Éste baja a suelo chilango para cumplírselo. El deseo consiste en el fin del mundo, la aniquilación de la humanidad; con el pánico provocado, Pepe disfrutará viendo el sufrimiento y pavor ajeno. Todo ello enmarcado en humor muy negro y crudo. ¿La historia les recuerda a alguien? Helloooooo! Un tipo sólo, sin suerte y sin amor…
- En esa misma racha creativa, me han invitado a proponer una serie de TV para importante productora internacional. Estoy escribiendo sobre, mmmmmm… también tipos sin suerte, sólos y sin amor. ¿Venderá un tema así para una serie de TV estilo “Desperate Housewives”?
- Sigo sólo… ¿dónde está ahí lo interesante si así he estado siempre? ¡Ah! Pues en que estoy aún MÁS sólo. He borrado todos mis perfiles en una que otra página existente en Internet. Lo único que ha sobrevivido es éste ridículo diario. Tampoco he salido a antros ni nada. Me he encerrado en el cine (y más aún con mi membresía gratuita; basta poner como ejemplo que el pasado sábado entré a ver 4 películas seguidas, desde el mediodía y hasta las 11 de la noche), y/o en la sala de TV donde veo DVDs a más no poder. Mi vista está empachada.
- Salí algunas veces con Rubén… pero Rubén es otra historia que contaré en el próximo post…
… una historia que ya fué, o ya valió.
Cinco semanas después de mi ultimo post, después de las navideñas fiestas que o te ayudan a incrementar la alegría, o terminan por rematarte con más sentimientos solitarios.
He regresado a éstos andares.
En éstos cuarenta días, una que otra cosa interesante ha sucedido. Raro en mí si tomamos en cuenta que la monotonía es mi pan de todos los días (¿venderán mermelada de apatía o cajeta de pesimismo? ¡Pa’ ponerle tantita!):
- La tortuguita murió. No pude hacerle Justicia. Por más que la cuidé, se ha ido.
- Mi amiga Alejandra me convenció, y por segunda ocasión, entré a la “Macrotrivia Cinemex 2006”. Invertí algo así como mil pesos, entre gasolina, compra y renta de películas raras, et al. Fue provechoso, pues me gané una tarjeta de membresía anual donde entraré gratis todo el año a cualquier sala de Cinemex; cualquier función; las veces que quiera… para mi y… un acompañante. Dios le da clavos a los que no tienen martillos. Yo y ¿un acompañante? ¡Si nadie quiere ir conmigo!
- Me ha dado una rachita creativa, al grado que estoy por terminar un nuevo guión para largometraje. Es la primera vez que me veo inmerso en el género de la comedia, y por lo que veo, debo dedicarme a ello, pues ha generado muy buenos comentarios y expectativas. El día que lo leí ante 20 guionistas, aplaudieron y rieron a lo largo de 1 hora. Me felicitaron. Mi ego por las nubes. El título de la historia: “Primero se caen las estrellas”. La situación: En México, época actual, Pepe, un tipo sin suerte, sólo y sin amor, pide un deseo al mismísimo “Ángel de la Independencia”. Éste baja a suelo chilango para cumplírselo. El deseo consiste en el fin del mundo, la aniquilación de la humanidad; con el pánico provocado, Pepe disfrutará viendo el sufrimiento y pavor ajeno. Todo ello enmarcado en humor muy negro y crudo. ¿La historia les recuerda a alguien? Helloooooo! Un tipo sólo, sin suerte y sin amor…
- En esa misma racha creativa, me han invitado a proponer una serie de TV para importante productora internacional. Estoy escribiendo sobre, mmmmmm… también tipos sin suerte, sólos y sin amor. ¿Venderá un tema así para una serie de TV estilo “Desperate Housewives”?
- Sigo sólo… ¿dónde está ahí lo interesante si así he estado siempre? ¡Ah! Pues en que estoy aún MÁS sólo. He borrado todos mis perfiles en una que otra página existente en Internet. Lo único que ha sobrevivido es éste ridículo diario. Tampoco he salido a antros ni nada. Me he encerrado en el cine (y más aún con mi membresía gratuita; basta poner como ejemplo que el pasado sábado entré a ver 4 películas seguidas, desde el mediodía y hasta las 11 de la noche), y/o en la sala de TV donde veo DVDs a más no poder. Mi vista está empachada.
- Salí algunas veces con Rubén… pero Rubén es otra historia que contaré en el próximo post…
… una historia que ya fué, o ya valió.