Saturday, April 30, 2005
¡Vaya! Después de la mala racha de la semana, éste viernes por la noche, me sentí de maravilla, me sentí importante. Saber que puedo darme para ayudar a alguien me hace sentirme realmente vivo.
A Manuel lo conozco desde hace AÑOS. A él le tocó ser de aquellos muy pocos con quienes me desahogaba yo hasta altas horas de la noche acerca de mi situación gay. Sabe casi todo de mi, acerca de mis papás, mi hermana, los pleitos que yo tenía con ella, sobre mi pesimismo, y demás etcéteras. Hace como... no recuerdo, sólo sé que es la fecha en que estrenaron “Lilo & Stitch”, fuimos al cine, y a ver esa película precisamente. Recuerdo que fue Pabellón Polanco, y él, llegó perfectamente trajeado. Wow. Que niño tan guapo (niño es un decir, sólo le llevo 2 años de edad). Mide más de 1.80 y cuando se ríe se le hacen hoyitos en las mejillas. Aquella ocasión salimos del cine y perdimos el contacto. De vez en cuando y por mero destino me lo llegaba a encontrar en algún “mall”. Él, de jeans y playera acompañando a una chica con unos niños. Jamás me acerqué a saludarlo. No quise ser inoportuno. ¿Qué tal que era casado? Pero no, ahora sé que resultaron ser sus sobrinitos y la chica su hermana.
Pues bien, ayer viernes por la tarde, y ante mi frustración de ir al cine con Alfredo e intercambiar mutuos DVDs, con absoluto coraje me conecté al chat de “gay.com” con el único afán de ligar. Y ahí estuve dos largas horas, nadie caía en mis redes. En la lista de conectados, y para mi sorpresa, estaba Manuel. No quise saludarlo ante mi temor al rechazo. Pero vaya fue mi sorpresa cuando él me saludó. Desde ese momento me dio mucho gusto, mismo que se prolongó hasta pasada la medianoche.
Manuel se conectó para desahogarse y agradezco a los Dioses, haberle devuelto el favor desde aquellos días en que yo me desahogaba con él. Su médico le acaba de decir hoy que quizá necesita ser operado de la espalda, la 5a lumbar para ser más exactos. El dolor que le provoca es tal que no podía manejar ni caminar por tremendo dolor del nervio ciático en su pierna izquierda. Sin dudarlo y de todo corazón le ofrecí ir por él, comprar las medicinas y buscar a alguien quien lo inyectara. Él tampoco lo dudó y aceptó.
Minutos después estaba yo a las puertas del edificio de su depa. Subió cojeando a mi coche. Lo primero que hizo fue recorrer el asiento hacia atrás (ya había dicho que es muy alto) y agarrarle las nalgas a mi Spider Man de mi tablero. Recordamos incluso nuestras charlas acerca de la película cuando se estrenó en 2002 (sí, ya también había dicho que hace años que lo conozco). Platicamos. Le hice un update de mi vida. Lo primero fue contarle que he salido del clóset. Le dio mucho gusto “... el que estuvieras tan reprimido me agobiaba” fue lo que dijo. También le conté de mi hermana y que ahora vive en felíz unión libre con un holandés allá en los Países Bajos. Él me contó su tristeza resultante de la consulta del médico, y la decepción que sintió al haber llamado a sus amigos más cercanos e incluso sus papás para contarles lo de su pierna, medicina, inyecciones, etc. y nadie se había ofrecido a lo que yo en ese momento estaba haciendo. Suspiré.
Fuimos a una farmacia, compró sus medicinas, y para no errarle, lo llevé a la Cruz Roja de Polanco para que lo inyectaran. Entramos al área de urgencias. A mi no me dejaron pasar así que esperé afuera con toda la gente que espera noticias de sus enfermos, y aunque no lo crean, estaba yo preocupado por la salúd de Manuel. Ahí estaba yo, cual marido a la espera de que el médico de su esposa le dijera “Fue niña” o “fue niño” o “felicidades, le tocará bailar el vals dentro de 15 años” o “¿ya pensó dónde comprará los puros?”, y sonreí. Me sentí esposo.
Finalmente Manuel salió. Ya no cojeaba y su aliento ahora olía a vitamina B. Lo llevé a su depa. Me invitó a pasar para que le mostrara las fotos de mi hermana (es justo que después de años la conociera aunque sea en fotos) que traigo en mi iPod. Llegamos. Su depa muy bonito, minimalista. Me ofreció una soda. Me senté en el sofá y él a mi lado en la alfombra. Repasamos casi 200 fotos. Conoció a mi hermana, su novio, su suegra, mis papás, mis primos y sus esposas-novia. Al terminar las fotos nos besamos en la boca. Cuando despegamos nuestros labios le dije “efectivamente, sabes a vitamina B”.
Fuimos a su recámara. Eran las 9 de la noche cuando entramos. Me fui de ahí 3 horas después. 180 minutos de dicha. 81,000 segundos de bonita emoción. Fue una hora de desfogue total, y 2 horas de ayudarle a relajarse. Le di un masaje delicioso. Me gusta dar masajes, pero a nadie le gusta que se los dé. Pero él sí. Le gustó tanto que incluso se quedó dormido. Un masaje desde la espalda, hasta la planta de los pies y las palmas de las manos. Fue una de las mejores experiencias de mi vida. Ahora sé que aquél con quien yo vaya a casarme el día en que en México se autoricen los matrimonios homosexuales, deberá amar los masajes. Dar un masaje así me hace sentir pleno. Pero más que masaje creo es apapacho, es hacer el típico “piojito”. Me recosté a un lado de Manuel y acaricié durante larguísimos minutos su cabello, su nuca, sus sienes, su frente, sus cejas y su naríz. Y ahí estaba él, sonriendo esporádicamente mientras dormía, y al hacerlo, esos encantadores hoyitos en las mejillas. Y yo recostado, abrazándolo, cuidándolo y acompañándolo en éstos momentos previos a que como él dijo, quizá necesite cirugía. También le acaricié las nalgas, más que por “perverso” fue para apapacharlo por haber sido inyectado minutos antes, y no uno, sino dos piquetes, uno en cada nalga, al haber sido dos medicinas distintas.
Un poco después de la medianoche, me vestí. Él quería hacerlo también para acompañarme a mi coche. No se lo permití. Lo que necesitaba era descansar y no caminar. Me lo agradeció. Dijo que no tenía la forma ni las palabras para hacerlo. No había necesidad, el que tenía que agradecer era yo, al haberme inyectado de vitalidad y de optimismo. Me incliné y lo besé en la boca. Sonrió (con sus hoyuelos). No sé si lo volveré a ver, pues la estadística y experiencias con otros muchachos indican que sólo fue un acostón de debut y despedida, aunque éste acostón es definitivamente diferente: necesitó años de preparación, es el único con quien me he acostado que conoce a toda mi familia en fotos, y lo más importante, es el único acostón en que he realmente apapachado a alguien y le he ayudado a deshacerse del stress.
Salí. Manejé media hora hasta llegar a casa. Me acosté con tremenda sonrisa.
Gracias Manuel.
Thursday, April 28, 2005
5,000 pesos fue lo que costó el chistecito de poner enrejado en la casa. Entre la estrategia de protección, hemos decidido que “Parker”, mi adorado perrito, regrese de sus vacaciones que se han prolongado ya por un año allá en la casa de descanso de Río Frío.
He tenido mala suerte éstos días: perdí un vuelo al dirigirme a Durango, se metieron a mi casa, me robaron mi cámara digital, gasté 5,000 pesos que de por sí ahorita no tengo dinero, perdí una tarjeta de “Telcel” de 300 pesos (dizque regalan otros 150) y varios contactos del messenger que había conocido a través del chat, me han bloqueado y eliminado de su lista de contactos.
Qué mala suerte. Sólo falta que un perro se acerque y me orine. ¿Será Parker el día que regrese a casa? Haré lo que los alcohólicos que beben y beben para evadir, sólo que yo buscaré y buscaré a alguien para tener sexo. Esa será mi evasión. Y aplicaré la filosofía de Vicente Fox: “Coges y te vas”. Claro que él dijo “comes” y no “coges”... Aunque ahora que lo veo, al que le dirán “Coges y te vas” será a mí. Siempre ha sido así. No puedo jactarme de decir que me he acostado con alguien dos veces... bueno, creo que con Alex sí, pero fue porque yo fui su último recurso, como aquellos con los que me he acostado algúna vez que seguramente dicen “bueno, peor es nada, aunque sea con éste”.
Wednesday, April 27, 2005
Regresé de Durango, y mi mamá, bastante asustada, me recibió con una delincuente noticia: ratas de dos patas se metieron a nuestra casa y se robaron uno que otro objeto.
Semanas atrás ya algunos vecinos nos habían advertido sobre una racha de robos en toda la calle. Minimizamos el asunto y por no tomar las debidas precauciones, nos tocó. Revisé mis cosas y todo estaba intacto, pero al buscar mi cámara digital, aquella de la cual también creo escribí aquí hace algunos meses, no la encontré. Fue robada. Me he quedado sin cámara, y estaba yo haciendome todo un experto en su manejo. De hecho la gente ya me pedía fuera su fotógrafo oficial en diversos eventos.
Junto con la cámara se robaron todos los aditamentos, cables, cargador y dos “Memory Sticks”, uno de ellos de 128 megabytes, y el otro de 16. Éste último contenía fotos que yo mismo me tomé en Acapulco, vestidito, en traje de baño y en traje de rana, que posteriormente subí a mi página en gaydar.co.uk.
Saber que un desconocido entró en la sala de mi casa, se paseó y se tomó su tiempo escogiendo artículos como si mi casa fuera una tienda departamental (“Luis-Mart”), me enerva. Tendremos que colocar alambrado con púas, electricidad de 1000 voltios, rayos láser e infrarrojos, y ahora que recuerdo a los alacranes, serviría colocar unos 100 alrededor de las bardas.
Qué casualidad. Se metieron a robar justo los días en que estuve ausente. Sabían que no estaba, lo cual significa que estuvieron cazando el momento. Malditos. Como dije: ratas inmundas, animales rastreros, escorias de la vida, adefecios mal hechos, infrahumanos, espectros del infierno, malditas sabandijas, alimañas, culebras ponzoñosas, deshechos de la vida, los odio y los desprecio (de tanto coraje, bien podría en éste momento componer una canción de despecho).
Me he quedado sin cámara, y para mí, alguien que trata de aplacar su soledad con materialismo, es grave. Y me sucede justo ahora que no ando bien de dinero. A éso le sumo que a ver cuánto sale el chistesito del alambrado. Afortunadamente mis papás ni cuenta se dieron cuando se metieron, pudo haber sido de noche como pudo haber sido de día.
Cuando sea grande (¿qué tan grande?) y sea rico (¿qué tan rico?) me iré a vivir a una casota (¿qué tan grande?) con mucha vigilancia (¿qué tan vigilada?).
Mmm. No es optimismo, simplemente es echar a andar mi plan de buscarme un amante gay, rico, depravadón y viejito à-la-señor-Burns (de “The Simpsons”), porque trabajando jamás podré comprarme mi casota grandota con mucha vigilancia.
No es la Ciudad de Durango, sino el pueblote duranguense. De hueva. O así me lo pareció quizá por lo contrastante con mi hábito defeño de andar muy acelerado. No hay mentadas de madre en las calles entre automóviles, no hay contaminación (de hecho comprobé que tiene el cielo más hermoso que jamás haya visto, y eso lo decían los productores de películas de vaqueros que venían de Hollywood a filmar hace varias décadas), no hay gays, etc.
Recuerdo que en los concursos de Miss México, casi siempre ganaban las Miss Durango, o al menos se colaban entre los finalistas. Y es porque hay gente muy bonita, sobre todo los nenes, altos y de ojazos. Tal como el abogado con quien fui a pelear (reclamarle unos documentos y hacerle ver que lo denunciaré penalmente si continúa difamando y extorsionando a mi representado), un tipo de 23 años, recién egresado de la Facultad de Derecho de la Universidad del pueblo duranguense. Obvio, siente que puede comerse cerros de caca a puños. No logré que me devolviera mis documentos pero sí tuve el tino de hacerlo enojar y sacarlo de sus casillas, arriesgado de mi parte si tomamos en cuenta que estaba yo en su territorio, un despacho que posteriormente me enteré paga solo 2000 pesos la renta mensual, pero que en el DF significaría al menos unos 10,000.
Por la tarde acudí con uno de los abogados (de los del bando de los buenos) a comprar recuerditos. Típicos llaveritos de alacranes. Mi cuerpo sufrió un escalofrío gacho gacho gacho cuando el encargado me enseñó una cubeta llena de alacranes muertos. “Acaban de morir hace 1 hora” me dijo. Fueron ahogados en alcohol y aún muertos, un piquete accidental de su lanzeta puede ser mortal después de 24 horas de que el animalito mascota de Satanás ya ha fallecido. No obstante, y a mano pelona, el tipo sacó un puñado con sus manos. Literalmente, me mareé. El tamaño del más grande era de unos 20 centímetros de largo. Anaranjado y asqueroso. No concibo que “Nike” haya empleado recientemente como logo, la siluetita de uno de esos animales para promocionarse. El tipo nos contó historias de alacranes, algunas de ellas cual sacadas de capítulos de la serie “Tales from the crypt”, al grado que en la noche no pude dormir pensando que uno de esos cangrejitos pudieran colarse a mi habitación para tomar como cama uno de mis zapatos. Logré dormir con el típico remedio de contar ovejitas, solamente que en lugar de contar ovejitas, hice un recuento sobre todas aquellas historias, marcas o canciones en que se hubiere hecho honor a los alacranes: el primero que llegó a mi mente fue “Scorpio”, uno de los némesis de Spider Man; luego la canción cumbia “El alacrán”, la cual ignoro quien la cante; también uno de los reporteros de el extinto programa “El mañanero” con “Brozo”; igualmente el séptimo arte que ha hecho referencia a alacranes en la película “The Scorpion King”, una escena de “Indiana Jones & The Temple of Doom”, los “Bugs” que querían invadir la Tierra en “Starship Troopers”, y cómo olvidarlos como instrumentos de tortura a James Bond en “Die another day”.
Y después de sentirles tantísimo asco, reflexioné que en algún chiste, a los gays nos consideran “alacranes” porque llevamos el veneno en la cola. Así que después de tanto escalofrío y repugnancia, observo mi miembro viril y veo que tiene todo menos lanzeta.
Por la noche regresé al DF, ahora sí en un vuelo de “Aeromar”, con hélices y todo. Mucha maldita turbulencia en el despegue y durante unos 20 minutos. Mientras el aeroplano se convulsionaba observé por la ventana las montañas a miles de pies debajo nuestro. Pensé que en caso de caer ¿qué sería peor? ¿el madrazo al caer o quedar vivo pero siendo atacado por una legión entera de alacranes?
Tuesday, April 26, 2005
Fui de trabajo a Durango. El avión debía salir a las 7 AM, y por 5 malditos minutos que perdí en la cola para atravesar los rayos X, el avión de helices de “Aeromar” tuvo a bien dejarme. Armé tremendo alboroto, pero de nada sirvió. El veredicto fue inapelable: debía tomar el siguiente vuelo... a las 7 PM. Eso era inaceptable, así que compré un vuelo por “Aerocalifornia”. Tenía que matar 3 horas y media así que me fui al “Wings” donde leí todo el periódico “Reforma” y me chuté a Gutiérrez Vivó en “Tele-Fórmula” (Oh, tantos nombres y marcas registradas en tan pocas líneas; creo que registraré “José Luis Maldonado” como patente o modelo de inutilidad).
Finalmente y con todo el tiempo del mundo de anticipación, acudí a la sala de abordaje. Ahí me encontré al actor Gustavo Rojo, quien a su vez es papá de mi amigo Juan Carlos. Me acerqué, me presenté con él y le dí mi tarjeta aludiendo a mi especialidad en Derechos de Autor, de artistas interpretes, anuncios publicitarios, etc. Sonriente procedió a presentarme con sus acompañantes de vuelo, nada más ni nada menos que “cacas grandes” de la actuación: Silvia Pinal (quien gracias a su esponjado pelo no se le nota la edad real), Julio Alemán (a quien sólo en vivo puedo afirmar que en sus años mozos ha de haber sido un “papacito”), “La tarabilla” (quien irónicamente fue la que menos habló), Pompín III (un simple “x”), Isaura Espinoza (a quien supongo no le hubiera yo quitado los ojos de las chiches y las nalgas de haber sido hetero) y Rafael Rojas (con unos, mmmmm, 30 kilos de más lo cual le quita lo “cute” de manera automática).
La señora Pinal ubicó perfectamente a los abogados con quien trabajo, igual Julio (le quito el apellido “Alemán” por aquello de la familiaridad) así que platicamos durante la espera en la sala, el trayecto en camioncito hacia el jetcito, y el jetcito mismo. El traslado de los “cacas grandes” a Durango era por el inicio de la gira de su obra “Debiera haber obispas”. Antes de despedirnos en el aeropuerto, me invitaron a la obra, incluso me dijeron que cuantos boletos quería. Pedí 4, pensando en que en la ciudad de los alacranes me encontraría con otros abogados. Sin dudarlo accedieron, y por la noche ahí estaba yo, en el teatro de la ciudad (léase sin mayúsculas en la “t” de teatro ni en la “c” de ciudad por aquello de lo pinchurrientamente chica ciudad provinciana) disfrutando una obra de teatro de 60 años de antigüedad y de forma gratuita.
Y para no perder la costumbre de mi mala pata (¿qué dijeron? ¿finalmente un día en que todo terminó con felicidad?) al llegar al hotel por la noche me di cuenta que en el teatro había perdido cerradita y sin abrir de su celofán, una tarjeta de “Telcel” (otra vez las marcas registradas) de 500 pesos, de esas que regalan otros 400 pesos en tiempo aire. Con tremendo coraje llené el jacuzzi y prendí el “burbujeo” a lo máximo. Me relajé cuando sentí los chorros de presión en mis genitales y agujero del trasero. Tenía mucho de no masturbarme, ya que días previos he estado sexualmente activo (aunque sea como marqués: una cada mes, pero es estar activo sexualmente; malo si fuera como ermitaño: una cada año), así que para cerrar con broche de oro el día en que perdí un vuelo, me rocé con “cacas grandes” de la actuación, acudí gratuitamente a su función de teatro, me peleé con un abogado quien según él yo lo amenacé de muerte (será motivo de otro “post”), y perdí una tarjeta de “Telcel”, terminé con el acto de autoestimulación sexual más antiguo del mundo. Mi eyaculación se esparció por la tina y se fundió en las burbujas del jacuzzi.
Salí del agua y sin secarme me dejé caer en la cama.
Desperté hasta el día siguiente.
Tuesday, April 19, 2005
He traído mucha pesadez. Me levantaba a las 5.45 AM. Ahora lo hago incluso a las 7.30 lo cual sólo me permite acudir al gym 30 min. Además me han dolido las rodillas. Y para terminarla de amolar, todo el día tengo sueño y apatía. Hoy comencé a tomar doble dosis de “Mega Man”. No, no son remedios afrodisiacos de esos que anuncian en las últimas páginas de revistillas baratas. Son vitaminas de GNC que alguna vez tomé y son bastante buenas. Unos amigos dicen que se debe al reciente cambio de horario y que mi mente es de las que tarda en acostumbrarse. Opiniones y puntos de vista van y vienen, pero lo cierto es que qué hueva tengo.
Quizá me falte un novio.
Sunday, April 10, 2005
Finalmente desaforaron al “Mehías de loh poh-breh” (Mesías de los pobres) a.k.a. Andres Manuel López Obrador. Desde que el tipete ganó las elecciones en el DF, jamás ha sido de mi agrado, así que si le quitan el fuero, deberé festejarlo. Sólo falta que mi presidente “Foh” no se vaya a rajar como ya lo ha demostrado la historia. Si se raja, varios muchos demasiados le entonaremos y dedicaremos “Puto” del grupo Molotov.
A raíz de la polémica desatada por este mediático asunto del desafuero, he discutido demasiado con mi pasante. Él, perredista de corazón y por ende, frustrado como todos los que militan en dicho partido, se salía de sus casillas, enrojecía y casi llegaba a los insultos conmigo. No sé si porque le llevaba yo la contra criticando a su “Peje”, o si porque tengo esa bendita cualidad de hacer enojar rápidamente a la gente (muchos contactos del chat me lo han dicho), pero siempre tenía que llegar un tercero a calmarlo. Lo que hoy lo hizo enojar fue que le dije que esa es precisamente otra característica de los perredistas: son intolerantes. Me pidió le pusiera ejemplos y así lo hice. El primero de ellos que no respetaba todo aquello que no fuera pro-Peje y que de inmediato pasaba a la ofensa; el segundo, que no quiere atender a los modelos de comerciales que parecen gays, y que mi, me parecen encantadores y la mayoría de ellos papis hermosos, claro que ésto último no se lo dije, aunque sí me cuestionó el porqué yo soy pro-gay. Le respondí con algo que lo dejó callado: “La iniciativa de ley para permitir el matrimonio entre homosexuales, curiosamente proviene de tu PRD”. En resumidas cuentas, terminamos la discusión.
Mi pasante tiene 28 años, comete una que otra torpeza, y que me disculpe pero yo a esos mismos 28 ya tenía las antenas paradas... las antenas... porque “my dick” generalmente la traigo parada y desde mucho antes de tener 28.
Jejeje. Creo que mis reseñas son dignas de libreto de “The Simpsons”: siempre comienzan con un tema tomándolo de pretexto para desembocar en otro. Ésta historia comenzó con el Peje, y terminó con un comentario acerca de mis impulsos sexuales. Nada que ver, y no porque el Peje le traiga deseos a mis gónadas, aunque mi madre haya vergonzosamente dicho hace unos días, que el Peje le parecía atractivo. Oh... lo que hace la TV.
Thursday, April 07, 2005
Un sujeto a quien conocí en el chat me habló muy bonito. Que buscaba pareja, y cómo le gustaban los tipos, etc. etc. etc. Y yo, como novia y quinceañera de pueblo le creí.
Me invitó a su depa, allá por San Jerónimo. Él un típico niño fresa, guapetón de barba cerrada, trajeadito y de apariencia muy varonil a diferencia que dijo ser el tipo más caliente con otro en la cama.
Fue evidente que se acostó conmigo por puro compromiso. No le gusté. Y yo, incómodo al darme cuenta de ello, tuve severo bajón de energía. Si yo fuera un superhéroe, sería “Rogue”, la chica mutante de los X-Men, aquella que puede robar la energía y poderes de la gente a la que toca. Ambos, desnudos, abrazados y besándonos, fuimos interrumpidos por nosotros mismos. Las cervicales de mi cuello, las mismas de aquél accidente de hace casi dos años, se entumecieron y sentí un profundo dolor, al mismo tiempo que lo besaba en la boca. Justo cuando sentí la opresión en mi cuello y una especie de calambre a la altura de mi hombro, el tipete me vio a los ojos de forma muy extraña. Nuestros labios estaba unidos cuando todo sucedió. Tuve que incorporarme para agarrarme el cuello, y él hizo lo mismo, pero sudando muy frío. Noté que el color de la piel y el semblante le cambiaron. De color rosita, el rostro pasó a amarillo cantonés. Y como ya lo dije, sudaba. Se levantó al baño y mientras se dirigía, tuvo que recargarse en la pared. Al llegar intentó vomitar. No pude ayudarle pues estaba yo más preocupado por mi cuello. Él salió del baño, tambaleándose a tomar un vaso de agua, respiraba agitado. Tomó su celular y se puso a llamar a su mamá, su tía, su primo y demás. Por lo que escuché, la presión se le había bajado inexplicablemente y una de las personas a quien llamó, se ofreció a ir de inmediato. Fue cuando vi que el tipo era además paranoico y desesperado. Se vistió pues acudiría de propio pie al consultorio de su médico. Entendí todo y me vestí, con aquél profundo dolor y molestia de cuello.
Salimos, le ofrecí disculpas. Él hízo lo mismo. Llegamos a nuestros respectivos coches y me fui. Nunca volveré a saber de él. Nuestro sexual encuentro fue el más pronto que he tenido. ¡Apenas estábamos besándonos! No hubo oportunidad a más.
Tuve dificultad al manejar pues no podía girar la cabeza. Me acosté y pasé muy mala noche, el dolor del cuello es grande. Sin embargo, una diabólica sonrisa acompaña mi dolor: le robé la energía a alguien. Qué importante me siento. Si eso le provoqué con un simple beso en la boca, no quiero imaginar lo que le hubiera hecho si se hubiera consumado un acto sexual por completo.
Como dije, ésta noche fui “Rogue”. Mañana quiero ser “Wolverine”, sólo que en lugar de navajas que salgan de mis manos, podrían ser púas en mi miembro viril. El fin de semana quiero ser “Mystique” para mimetizar mi cuerpo de forma camaleónica y ser por una noche el tipo más guapo del mundo. El domingo, día de descanso, y aprovechando que usa silla de ruedas, quiero ser el profesor Xavier, para meterme en la mente del tipo que me guste y hacerlo que se enamore de mí.
Je je je.
Mmmm, pero pensándolo bien, quizá ni fue robo de energía, a lo mejor al tipo le di semejante asco que hasta vómito le provoqué.
Sé que estoy feo, pero ¿tanto?
Saturday, April 02, 2005
Mi tía Judith, aquella de la cuál escribí en ésta “bitácora”, y de la cual comenté sobre su padecimiento de Alzheimer que le ocasionó en múltiples ocasiones se extraviara en la calle y formara yo parte del equipo de salvación y búsqueda a altas horas de la noche, murió.
Su familia, igual de edad avanzada ya no podía cuidar de ella. Sus extravíos ya eran frecuentes, así que fue internada en contra de su voluntad en un asilo de ancianos. Mi tía, quien de por sí toda la vida fue de carácter fuerte y corajudo, cayó en tal depresión y berrinche que dejó de comer. Su corazón era débil así que bastaron simples 3 semanas para que la inanición la acabara.
Mi mamá siempre fue muy apegada a ella así que ahora llora inconsolablemente. Dice que primero Dios se llevó a mi abue, su mamá, después a mi hermana (aunque ella no en circunstancias mortales, recuerden que vive en Holanda), y ahora la tía, la viejecilla que la comprendía y la escuchaba.
El día de ayer, el último con vida de mi tía, mis papás fueron a verla al asilo. Me cuentan que era un cadaver dando los últimos respiros. Me contaron todo. Los escuché con tristeza. Y desde ese momento y hasta altas horas de la noche lloré en privacidad reflexionando sobre el probable futuro que me espera: la soledad. Si bien me va, alguien me iría a visitar a un asilo de ancianos. Lo he platicado con mi amiga Nadia (aún novia de mi primo) quien me dijo “no digas eso wey que nos tienes a nosotros”. Mi respuesta inmediata fue “el muerto y el arrimado a los 3 días apestan”. No es la primera vez que reflexiono sobre mi futuro de soledad, solamente que ésta ocasión, la reflexión va envuelta en el manto de la Parca, futura e inminente compañera de cada uno de nosotros.
Tal temor y ansiedad se me reflejaron durante el velorio. Una viejecilla rezó un rosario. Era yo el único hombre de relativa jóven edad que permaneció de pie durante todo el rezo. Yo frente el ataúd de puerta abierta. Y ahí mi tía, maquillada. Su pelo cortito. Fue la primera vez que la veía así. En las manos un rosario y en el pecho un gran crucifijo dorado. Se fue con su soledad. Y ésta, jamás se quedará sola, así que hela ahí, buscando eternos compañeros. Yo soy desde hace mucho uno de ellos. Creo que si lo seremos hasta mi muerte, debo fomentar la amistad para que el largo o corto tiempo con ella me sea más grato. “Bonjour Soledad, je m’appele José Luis”.
Al día siguiente fue el entierro. La hija de mi tía (a su vez también tía mía), tuvo una crisis nerviosa mientras la tierra caía en el ataúd. Me acerqué a una lápida, me coloqué detrás de ella y me recargué. Lloré. Seguí pensando en la soledad, eterna compañera. No es necesario estar ahí, 3 metros bajo tierra, en una caja metálica y a oscuras para saber lo que es la verdadera soledad. Puede serlo aquí arriba, en vida, manejando un Seat Córdoba en las calles del Distrito Federal. Puede serlo en un antro, en un rincón tomando cerveza y observando la fauna asistente. Puede serlo también aquí arriba, sobre una cama follando con dos tipos a la vez, o dirigiendo un cortometraje.
Tía Judith, descansa en paz y donde estés utiliza tus palancas para que mi vida en éste mundo que has dejado, al menos me parezca un poquito más agradable. Ahora comprendo a los viciosos, los drogadictos y alcohólicos, se evaden y se divierten. Pero yo no puedo hacer eso, tengo un papá y una mamá por quien ver.
Bonito embrollo en el que estoy metido.
“Cuando me muera y me tengan que enterrar... quiero que sea con una de tus fotografías... para que no me dé miedo estar abajo... para que no se me olvide como es tu rostro... para imaginar que estoy contigo y sentirme un poquito vivo”. El grupo “Caifanes” dio por hecho al escribir y componer esa canción que solamente estando muertos ya no tendremos a álguien. Pero no. Cuando yo muera no podré siquiera pedir la foto de alguien en mi ataúd.
Y eso... es algo triste.
Muy triste.