<$BlogRSDURL$>

Saturday, July 24, 2004

Aquellos días en que criticaba a los que acudían a marchas gay por andar exhibiéndose, deberán ahora serme restregadas en la cara.
El día del “Gay Pride”... acudí. Claro, no fui vestido con estolas de plumas de pavo real. Por el contrario, yo iba caminando si bien en medio de la gente y unos audífonos mientras disimulaba monitorear audio para la filmación de un documental de Miguel, novio de mi amiga Lucía, pero en sentido contrario del mar de gente gay, mis homólogos. La cita fue precisamente sobre la avenida Reforma frente a la zona rosa. Y ahí, en punto de las 13 horas estaban Miguel y Lucía, haciendo tomas para el documental. Me uní, pero no sé decir si a ellos como dúo, o si a mis congéneres en decenas de miles. No niego mi cara de asombro, no sé si por toda la fiesta y alegría de los miles de participantes, si por tanto colorido y felicidad, o si por recordar aquellos días de hace muchos años en que yo era un tanto homofóbico, claro, mi fase de negación como diría Karl Jung. Juro que si en ese momento hubiera encontrado a algún amigo (bueno, “conocido”), lo hubiera abrazado y le habría plantado tremendo beso, total, Miguel y Lucía de todas formas me miraban extrañados. He pensado en salir del clóset también con ellos. No podrían decir nada: ya estuvimos en medio de la putería más grande de la Ciudad de México.

Tuesday, July 13, 2004

Maldito marketing. Ahora entiendo la principal causa del consumismo: la soledad extrema. Así como Newton y Marconi y Pascal y muchos otros de peluquín blanco proponían principios de física hace siglos, yo propongo éste: “A mayor soledad, mayores productos de consumo adquirirás”. Como tratando de satisfacer la falta de alguien a mi lado, y como nunca en mi vida, cosita o cosota que veo en las tiendas, me las he comprado sin vacilar. Hoy hice un recuento, tengo ropa “totalmente Palacio” como para no comprar en un lustro más. Compré una cámara digital, un autoestereo MP3 para mi auto, y lo que nunca: hasta una loción Armani (sí, original) (y la más grande); también múltiples DVDs, zapatos, un par de tenis naiki (léase Nike), un muñeco Spider Man tamaño gigante (abarca la mitad del tablero de mi auto que es donde lo coloqué) (si, aunque “action figure” pero tiene buena pompa), otro muñequito pero del Doctor Octopus, un traje negro, una camisa de lino rosa con corbata de seda color ad-hoc (cómo ha cambiado mi madre, antes opinaba que las camisas rosas en hombres significaba que eran putos, ahora no dice nada ¿porqué será?), una maleta deportiva, muchos libros, calzones de diversas marcas entre los que se encuentra una tanga de hilo dental y un jockstrap (digo, se trataba de gastar), una sudadera, bastante proteína de soya como para no comprar en medio año (mmm, creo que habrá que checar si no caduca, reitero, la cosa era gastar), unas gafas solares Oakley (lentes oscuros de naco, pues)...
... y varias cosas más. Sí. Lo sé. Ahora esperaré los estados de cuenta de tarjetas de crédito. Todo ello suma casi 25,000 pesos, creo que me pasé de la raya, jamás había gastado tanto dinero en tan poco tiempo y en babosadas. Y el día de mi cumpleaños, hace ya dos semanas, bajé de mi auto, impecable, con mi traje, camisa y corbata. Guardé mis gafas en su estuche. Apagué mi iPod que desconecté del autoestéreo. Tomé mi laptop iBook (Macintosh of course) con la cámara digital (4.1 megapixeles, las de 5.1 se me hacían demasiado), y a caminar hacia la Universidad Panamericana donde estaba a mediados de un Diplomado en Propiedad Intelectual (por cierto, conocía la Anáhuac, Ibero e ITAM, pero los niños de la UP están más bonitos y fresas)... y mientras avanzaba me di vergüenza de mi mismo. Y así me sentí todo el día. Solo recibí tres llamadas de felicitación: mi prima Faby, mi tía Judith y mi amigo Dominick con quien incluso comí en “Italiani’s”, comí postre en “El Péndulo” y pasé el fin de semana en Puebla. Por la tarde manejé hacia casa. Y de nuevo ahí, un niñote con un mega Hombre Araña en su tablero, pero con el asiento de copiloto vacío. Con mi teléfono celular desaprovechando una de las tantas memorias de capacidad donde bien cabría un solo número, aquél de aquél muchacho que no conozco y que no sé si acaso un milagro me permitirá conocerlo.
Podré llenarme de productos de consumo, pero ante la gente pasaré igual, desapercibido. Cómo quisiera tener magnetismo, ser físicamente atractivo. A ese tipo de gente, los demás los miran, voltean a verlos, aunque no tengan ni un quinto con ellos, ni iPod, ni laptop Macintosh. ¿Habrá álguien que se deje comprar por menos de lo que gasté? Eso sí, lo quiero para siempre, no solo un ratito.
Hace un año volví a nacer, metafóricamente hablando. Pero quisiera nacer de nuevo, en la realidad. Quisiera ser guapo, aunque no tuviera un solo peso. Poder ser así no lo venden en “totalmente Palacio”. A mi mente llegan las películas “Freaky Friday”, “Viceversa”, “It’s a wonderful life” y muchas más.
...
Mmmm... buena idea... estaba buscando un argumento de guión... aunque hasta a eso le estoy perdiendo el gusto. Tengo miedo que llegue el día (y quizá no tan lejano), en que me convenza que la vida no tiene sentido.
Quiero a alguien a mi lado.

This page is powered by Blogger. Isn't yours?