Tuesday, January 27, 2004
Finalmente terminé la Macrotrivia Cinemex, y no con 200 puntos, sino con 203. Creo ser uno de los felices ganadores, no es tanto el premio sino saber que entre tantos millones que acuden a las salas cinematográficas, fui de los muy pocos que de alguna forma redituaron tanta ida a Cinemex con algún premio por pequeño que este sea.
Parece ser que mi amigo Omar no me perdonará haberlo desairado por la Macrotrivia. No salí con él el domingo. Pero bueno, todo sea por tener entradas gratis todo el año 2004.
Intenté compensar esa falta del domingo con una ida al cine ayer lunes. Cinépolis. Fui por él a su trabajo y lo llevé de regreso a su depa. Quien lea esto creerá que tuve que trasladarme de un lugar a otro, y, jeje, no, pues Omar trabaja de su domicilio a una fatigosa cuadra de distancia... qué digo cuadra... sólo hay que cruzar un camellón, y ya.
Ante mi insistencia, aceptó salir conmigo sin que se cambiara el traje y corbata por ropa casual. Y se lo agradezco. Se veía bastante guapo, aunque él, echando pestes contra la corbata. Creo que ya somos dos que odiamos la soga elegante.
Entramos a ver “Dogville”. La recomiendo demasiado. Omar cabeceó al principio, pero después la atmósfera de la película lo enganchó y estuvo bien despierto las 3 horas que dura el filme. Compramos palomitas. Ya he dicho antes que Omar es diferente. Él sí compra cosas para comer en el cine. Y reitero: las pequeñas cosas, son las más grandes.
Al salir lo llevé a su casa. Se bajó de mi auto y antes de cerrar la puerta le agradecí por verse tan guapo. Ya no le dije nada acerca de sus pestañas (las tiene muy bonitas), pero no le hace... ya se lo había dicho desde el primer día que nos conocimos.
Al llegar a mi casa le llamé, solo para decirle que había yo llegado bien. Cosas algo ñoñas, que algún día yo critiqué.
Ahora, me muerdo la lengua.
Parece ser que mi amigo Omar no me perdonará haberlo desairado por la Macrotrivia. No salí con él el domingo. Pero bueno, todo sea por tener entradas gratis todo el año 2004.
Intenté compensar esa falta del domingo con una ida al cine ayer lunes. Cinépolis. Fui por él a su trabajo y lo llevé de regreso a su depa. Quien lea esto creerá que tuve que trasladarme de un lugar a otro, y, jeje, no, pues Omar trabaja de su domicilio a una fatigosa cuadra de distancia... qué digo cuadra... sólo hay que cruzar un camellón, y ya.
Ante mi insistencia, aceptó salir conmigo sin que se cambiara el traje y corbata por ropa casual. Y se lo agradezco. Se veía bastante guapo, aunque él, echando pestes contra la corbata. Creo que ya somos dos que odiamos la soga elegante.
Entramos a ver “Dogville”. La recomiendo demasiado. Omar cabeceó al principio, pero después la atmósfera de la película lo enganchó y estuvo bien despierto las 3 horas que dura el filme. Compramos palomitas. Ya he dicho antes que Omar es diferente. Él sí compra cosas para comer en el cine. Y reitero: las pequeñas cosas, son las más grandes.
Al salir lo llevé a su casa. Se bajó de mi auto y antes de cerrar la puerta le agradecí por verse tan guapo. Ya no le dije nada acerca de sus pestañas (las tiene muy bonitas), pero no le hace... ya se lo había dicho desde el primer día que nos conocimos.
Al llegar a mi casa le llamé, solo para decirle que había yo llegado bien. Cosas algo ñoñas, que algún día yo critiqué.
Ahora, me muerdo la lengua.
Sunday, January 25, 2004
Do I have an original thought in my head? My bald head?
Maybe if I were happier, my hair wouldn’t be falling out.
Life is short. I need to make the most of it.
Today is the first day of the rest of my life.
I’m a walking cliché.
I really need to go to the doctor and have my leg checked.
There’s something wrong. A bump.
The dentist called again. I’m way overdue.
If I stopped putting things off, I’d be happier.
All I do is sit on my fat ass. If my ass wasn’t fat, I’d be happier.
I wouldn’t have to wear these shirts with the tails out all the time.
Like that’s fooling anyone.
Fat ass. I should start jogging again. Five miles a day.
Really do it this time. Maybe rock climbing.
I need to turn my life around.
What do I need to do? I need to fall in love.
I need to have a girlfriend.
I need to read more, improve my self.
What if I learned Russian or something?
Or took up an instrument? I could speak Chinese.
I would be the screenwriter who speaks Chinese. And plays the oboe.
That would be cool. I should get my hair cut short.
Stop trying to fool everyone into thinking I have a full head of hair.
How pathetic is that? Just be real. Confident.
Isn’t that what women are attracted to?
Men don’t have to be attractive.
But that’s not true, specially these days.
Almost as much pressure on men as there is on women these days.
Why should I be made to fell I have to apologize for my existence?
Maybe it’s my brain chemistry.
Maybe that’s what’s wrong with me: bad chemistry.
All my problems and anxiety can be reduced to a chemical imbalance or some kind of misfiring synapses.
I need to get help for that.
But I’ll still be ugly, though.
Nothing’s gonna change that.
- Charlie Kaufman as himself in “Adaptation” by Spike Jonze.
Maybe if I were happier, my hair wouldn’t be falling out.
Life is short. I need to make the most of it.
Today is the first day of the rest of my life.
I’m a walking cliché.
I really need to go to the doctor and have my leg checked.
There’s something wrong. A bump.
The dentist called again. I’m way overdue.
If I stopped putting things off, I’d be happier.
All I do is sit on my fat ass. If my ass wasn’t fat, I’d be happier.
I wouldn’t have to wear these shirts with the tails out all the time.
Like that’s fooling anyone.
Fat ass. I should start jogging again. Five miles a day.
Really do it this time. Maybe rock climbing.
I need to turn my life around.
What do I need to do? I need to fall in love.
I need to have a girlfriend.
I need to read more, improve my self.
What if I learned Russian or something?
Or took up an instrument? I could speak Chinese.
I would be the screenwriter who speaks Chinese. And plays the oboe.
That would be cool. I should get my hair cut short.
Stop trying to fool everyone into thinking I have a full head of hair.
How pathetic is that? Just be real. Confident.
Isn’t that what women are attracted to?
Men don’t have to be attractive.
But that’s not true, specially these days.
Almost as much pressure on men as there is on women these days.
Why should I be made to fell I have to apologize for my existence?
Maybe it’s my brain chemistry.
Maybe that’s what’s wrong with me: bad chemistry.
All my problems and anxiety can be reduced to a chemical imbalance or some kind of misfiring synapses.
I need to get help for that.
But I’ll still be ugly, though.
Nothing’s gonna change that.
- Charlie Kaufman as himself in “Adaptation” by Spike Jonze.
Saturday, January 24, 2004
183 puntos en la Macro Trivia. Me faltan 17. Precisamente por ser tan pocos, las preguntas se tornan más perras. Si me va bien, termino este domingo. Ya hubo quien me dijo haberse sentido desplazado por una mugre trivia. Todo sea por el status de film buff. Hoy cometí un sacrilegio a mi videoteca: tuve que comprar "Matchstick Men" en VCD pirata. Estoy casi seguro que mi DVD player lo reprodujo con un dolor que imagino parecido a los cólicos menstruales. Todo fuera por una pregunta con valor de 3 puntos. Mi terco cerebro aún no puede comprender porqué tantísima gente compra esas películas. Acudí a un puesto en el Centro Histórico. Una vil manta en el suelo con pilas y pilas de VCDs, bueno, los "III" (siglas para Inocentes, Incultos e Ingenuos) les llaman DVDs. Precisamente por su ignorancia tienen un trabajo cuyo sueldo les da solo para comprar piratería. Me dio tanta repulsión viendo a un sujeto comprando varios VCDs, que no resistí la tentación a barrerlo de pies a cabeza. Y dicho y hecho: tenis Nike (Niki) piratas, pantalón Levi's (Levi) pirata y chamarra de la NFL también pirata. Imagino una fábrica de clonación de cerebros, donde un extraterrestre, pirateó sus ideas, y arrojó los resultados a nuestro planeta Tierra.
Qué patético.
Videoteca mía... forgive me...
Qué patético.
Videoteca mía... forgive me...
"Say hello to my little friend!"
- Al Pacino interpretando a "Tony Montana" en
"Scarface" 1982, de Brian De Palma
- Al Pacino interpretando a "Tony Montana" en
"Scarface" 1982, de Brian De Palma
Thursday, January 22, 2004
Desde el lunes y hasta este jueves, he adelantado 100 puntos en la “Macrotrivia” de Cinemex. Los años pasados, algunos amigos han ganado premios, y de los buenos, incluyendo un crucero a las Bahamas, siendo que todos solo iban por la tarjeta platino (entrada gratis todo el año a Cinemex, cualquier horario, cualquier sala). Y este año, con tal de sacarme la espinita, y ante su insistencia, estoy participando. Llevo ya 130 puntos. Se requieren 200 para obtener premio. Es difícil, créanlo, es del tipo de preguntas mmmmm... como.... ejemplo: ¿Cuántas veces tuvo Tom Cruise orgasmo antes de filmar la escena del helicóptero sobre el tren en “Misión: Imposible”?, jejejejeje, algo así... Y bueno, he tenido que cruzar la ciudad, desde el Museo Rufino Tamayo, hasta el Cinemex “Los Reyes”, en el coño de la ciudad, la sombra de la civilización tlaxcalteca.
Necesito reunir 70 puntos más antes del 30 de enero, creo que lo lograré, aunque lo que no creo (y pa’ acabarla ya conocen mi pesimismo) es que vaya a ganar algo. Me conformo con un XBox, ya tengo PS2 y GameCube... y casi ni los juego...
Necesito reunir 70 puntos más antes del 30 de enero, creo que lo lograré, aunque lo que no creo (y pa’ acabarla ya conocen mi pesimismo) es que vaya a ganar algo. Me conformo con un XBox, ya tengo PS2 y GameCube... y casi ni los juego...
Tuesday, January 20, 2004
Viernes.
OMAR.
Sábado.
OMAR.
Domingo.
OMAR.
Hace poco más de un año que lo conocí, al menos on-line vía MSN Messenger. Su ubicación: León, Guanajuato. Cuando nos “conocimos” charlábamos de uno que otro asunto. Uno de ellos, recuerdo, fue el tema “amor”. Me jacto de poder identificar a la gente por la forma como se expresa y como escribe, y no niego que desde aquella ocasión, percibí a Omar como un muchacho soñador y enamorado.
Los meses transcurrieron, y yo, algo arrogante, chateaba con él con indiferencia, pero una indiferencia tal, que caía en la grosería. Él me reclamó no menos de una ocasión, y a mi me valía, mi filosofía era “total, ni está en el Distrito Federal, no tiene caso fomentar la amistad si jamás lo voy a conocer”. Pero como dice la canción de “Pedro Navajas”: “... la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida...”... Omar vino a trabajar al Distrito Federal desde hace casi medio año. Es ingeniero, lo que yo iba a estudiar cuando opté por ser abogado.
Y bueno, no fue sino hasta el miércoles cuando finalmente lo conocí, precisamente en el cine, en el marco de la violenta película “Irreversible” (bonito ambiente para un blind date). Sí, lo noté nervioso. No obstante, hizo lo que NADIE había hecho cuando me acompañaban al cine: compró, al igual que yo, golosinas en la confitería. Mis anteriores “blind dates” ponían cara de “fuchi” cuando yo les sugería comprar algo para comer. Omar no. Bien dicen que las más grandes cosas están en las más pequeñas.
Durante la película, Omar se retorcía en su asiento durante las escenas violentas. Mostró así, su parte humana.
Al salir, le di un raid a su auto: del tercer piso, al primero, en el estacionamiento, jejeje. Lo noté con muchas ganas de charlar. El día no ayudó, miércoles, y ya era casi la medianoche. Prometí que nos veríamos de nuevo el viernes, y así ocurrió. Esta vez fuimos a ver la super-mega-extra-inverosímil “El último Samurai” con el canceriano (del mismo día de mi nacimiento para mi desgracia) Tom Cruise.
Salimos de la función. Yo moría de hambre. Cada quien a su auto. Nos detuvimos en un Vip’s muy “x”. La idea no nos pareció. Omar propuso comprar una pizza y comerla en su depa, viendo el DVD de “Chucky, el muñeco diabólico” que yo acababa de comprar un par de horas antes. Llegamos a la pizzería. Mi característico sentido analítico me lleva a interrogar mucho a las personas (ahora que lo pienso, soy un metiche inoportuno), al grado que al preguntarle acerca de si tenía familia en el Distrito Federal, salió el tema de su papá, y se le llenaron los ojos de lágrimas. Cuando me contó lo que me contó, el estómago se me hizo chiquito, y mi corazón, una pasita, pero tampoco me iba a poner a llorar cuando él estaba a punto de hacerlo. Silencio.
Minutos después llegamos a su depa, que comparte con 2 amigos, también guanajuatenses. Ellos no estaban. Comimos pizza, no vimos Chucky, pero eso sí, charlamos mucho mucho mucho. Lo conocí un poco más, e incluso sentí admiración por él. Me contó todo lo que había sufrido durante la contingencia de su papá, y como su esfuerzo, había logrado sacar adelante el problema familiar. Una gran lección: todo, todo, todo, tiene en la vida recompensas. Fueron casi 2 horas de charla. Es muy elocuente.
Su depa carece de sala, bastante minimalista. Sacó unas colchas y las colocó en la alfombra. Hacía demasiado frío. Trajo también una colcha. Nos tapamos. Puso un DVD de Robbie Williams. Y fue aquí, cuando sentí algo muy distinto a lo que había yo sentido con la cercanía de otro cuerpo a mi lado. Sentí calor, y aunque suene mamón y cursi, sentí mucha paz y tranqulidad. Nos abrazamos. No hicimos nada. Solamente, ahí, abrazados, protegiéndonos mutuamente. Yo, su papá; él, el mío. Después de varios minutos, finalmente, nos dimos un tierno beso............
........
Nunca había dejado de llegar a dormir a casa. Lo más tarde que había llegado era a las 7 AM, eso andando de desmadre. Pero el sábado no llegué... bueno, sí llegué, pero a las 2 de la tarde. Lo más curioso es que mi mamá me recibió con un “¿cómo te fue?”, y no se abordó más el asunto.
Pasé la noche con Omar. No sentí frío. Dormimos abrazados. SUPER abrazados. Al amanecer, vi mi reloj, las 8 AM. Pensé en levantarme e irme, pero por primera vez en mi vida, todo me valió. Ahí me quedé, y nos levantamos hasta la 1 de la tarde. Qué rica mañana, podríamos habernos quedado ahí todo el día sin problema alguno. Gracias Omar.
La noche del sábado, ya en casa, recordé esos momentos con Omar, como pocos.
Al día siguiente, domingo, fui a ver el asunto que un amigo me pidió le checara. Nos vimos en un Sangron’s. Al salir fui por mi tarjeta de DirecTV y a pagar a la tienda “Totalmente Palacio”. En ese Inter. Omar me llamó por teléfono, me dijo si nos veíamos. No lo dudé y le dije que sí, a pesar que había prometido a mis papás comer con ellos a las 4 PM... jejeje, terminé llegando a casa casi a las 11 PM. Nuevamente con Omar. Fuimos a conocer el gringuísimo “Starbucks Café” donde charlamos unas dos horas. Saliendo de ahí, a su casa, a comer nachos con queso y a ver “La Parodia”, nuevamente acostados en las colchas, abrazados en paz. Lo mejor de todo es que le compartí eso que sentía, la tranquilidad que me contagiaba. Sonrió y me dio otro beso (digo “otro” porque nos dimos muchos).
Estuvo al tanto de los ruidos del exterior, temiendo que llegara su roommate y nos descubriera en pleno apapacho. Pero no, nunca llegó, sino 5 minutos después de que yo ya me había ido (podría escribir el GRAN temor por que nos cachara junto a la puerta de la entrada, pero, esa es otra historia).
Nunca vuelvo a hacer promesas. Había prometido al inicio del 2004, no volver a tener sexo con nadie más, hasta que ese alguien más fuera mi novio. Rompí la promesa, pero valió la pena.
Ahora Omar me ha invitado a ver a Luis Miguel en concierto, quiere que vayamos, justo el 14 de febrero... jejeje... ¿algún preámbulo?
OMAR.
Sábado.
OMAR.
Domingo.
OMAR.
Hace poco más de un año que lo conocí, al menos on-line vía MSN Messenger. Su ubicación: León, Guanajuato. Cuando nos “conocimos” charlábamos de uno que otro asunto. Uno de ellos, recuerdo, fue el tema “amor”. Me jacto de poder identificar a la gente por la forma como se expresa y como escribe, y no niego que desde aquella ocasión, percibí a Omar como un muchacho soñador y enamorado.
Los meses transcurrieron, y yo, algo arrogante, chateaba con él con indiferencia, pero una indiferencia tal, que caía en la grosería. Él me reclamó no menos de una ocasión, y a mi me valía, mi filosofía era “total, ni está en el Distrito Federal, no tiene caso fomentar la amistad si jamás lo voy a conocer”. Pero como dice la canción de “Pedro Navajas”: “... la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida...”... Omar vino a trabajar al Distrito Federal desde hace casi medio año. Es ingeniero, lo que yo iba a estudiar cuando opté por ser abogado.
Y bueno, no fue sino hasta el miércoles cuando finalmente lo conocí, precisamente en el cine, en el marco de la violenta película “Irreversible” (bonito ambiente para un blind date). Sí, lo noté nervioso. No obstante, hizo lo que NADIE había hecho cuando me acompañaban al cine: compró, al igual que yo, golosinas en la confitería. Mis anteriores “blind dates” ponían cara de “fuchi” cuando yo les sugería comprar algo para comer. Omar no. Bien dicen que las más grandes cosas están en las más pequeñas.
Durante la película, Omar se retorcía en su asiento durante las escenas violentas. Mostró así, su parte humana.
Al salir, le di un raid a su auto: del tercer piso, al primero, en el estacionamiento, jejeje. Lo noté con muchas ganas de charlar. El día no ayudó, miércoles, y ya era casi la medianoche. Prometí que nos veríamos de nuevo el viernes, y así ocurrió. Esta vez fuimos a ver la super-mega-extra-inverosímil “El último Samurai” con el canceriano (del mismo día de mi nacimiento para mi desgracia) Tom Cruise.
Salimos de la función. Yo moría de hambre. Cada quien a su auto. Nos detuvimos en un Vip’s muy “x”. La idea no nos pareció. Omar propuso comprar una pizza y comerla en su depa, viendo el DVD de “Chucky, el muñeco diabólico” que yo acababa de comprar un par de horas antes. Llegamos a la pizzería. Mi característico sentido analítico me lleva a interrogar mucho a las personas (ahora que lo pienso, soy un metiche inoportuno), al grado que al preguntarle acerca de si tenía familia en el Distrito Federal, salió el tema de su papá, y se le llenaron los ojos de lágrimas. Cuando me contó lo que me contó, el estómago se me hizo chiquito, y mi corazón, una pasita, pero tampoco me iba a poner a llorar cuando él estaba a punto de hacerlo. Silencio.
Minutos después llegamos a su depa, que comparte con 2 amigos, también guanajuatenses. Ellos no estaban. Comimos pizza, no vimos Chucky, pero eso sí, charlamos mucho mucho mucho. Lo conocí un poco más, e incluso sentí admiración por él. Me contó todo lo que había sufrido durante la contingencia de su papá, y como su esfuerzo, había logrado sacar adelante el problema familiar. Una gran lección: todo, todo, todo, tiene en la vida recompensas. Fueron casi 2 horas de charla. Es muy elocuente.
Su depa carece de sala, bastante minimalista. Sacó unas colchas y las colocó en la alfombra. Hacía demasiado frío. Trajo también una colcha. Nos tapamos. Puso un DVD de Robbie Williams. Y fue aquí, cuando sentí algo muy distinto a lo que había yo sentido con la cercanía de otro cuerpo a mi lado. Sentí calor, y aunque suene mamón y cursi, sentí mucha paz y tranqulidad. Nos abrazamos. No hicimos nada. Solamente, ahí, abrazados, protegiéndonos mutuamente. Yo, su papá; él, el mío. Después de varios minutos, finalmente, nos dimos un tierno beso............
........
Nunca había dejado de llegar a dormir a casa. Lo más tarde que había llegado era a las 7 AM, eso andando de desmadre. Pero el sábado no llegué... bueno, sí llegué, pero a las 2 de la tarde. Lo más curioso es que mi mamá me recibió con un “¿cómo te fue?”, y no se abordó más el asunto.
Pasé la noche con Omar. No sentí frío. Dormimos abrazados. SUPER abrazados. Al amanecer, vi mi reloj, las 8 AM. Pensé en levantarme e irme, pero por primera vez en mi vida, todo me valió. Ahí me quedé, y nos levantamos hasta la 1 de la tarde. Qué rica mañana, podríamos habernos quedado ahí todo el día sin problema alguno. Gracias Omar.
La noche del sábado, ya en casa, recordé esos momentos con Omar, como pocos.
Al día siguiente, domingo, fui a ver el asunto que un amigo me pidió le checara. Nos vimos en un Sangron’s. Al salir fui por mi tarjeta de DirecTV y a pagar a la tienda “Totalmente Palacio”. En ese Inter. Omar me llamó por teléfono, me dijo si nos veíamos. No lo dudé y le dije que sí, a pesar que había prometido a mis papás comer con ellos a las 4 PM... jejeje, terminé llegando a casa casi a las 11 PM. Nuevamente con Omar. Fuimos a conocer el gringuísimo “Starbucks Café” donde charlamos unas dos horas. Saliendo de ahí, a su casa, a comer nachos con queso y a ver “La Parodia”, nuevamente acostados en las colchas, abrazados en paz. Lo mejor de todo es que le compartí eso que sentía, la tranquilidad que me contagiaba. Sonrió y me dio otro beso (digo “otro” porque nos dimos muchos).
Estuvo al tanto de los ruidos del exterior, temiendo que llegara su roommate y nos descubriera en pleno apapacho. Pero no, nunca llegó, sino 5 minutos después de que yo ya me había ido (podría escribir el GRAN temor por que nos cachara junto a la puerta de la entrada, pero, esa es otra historia).
Nunca vuelvo a hacer promesas. Había prometido al inicio del 2004, no volver a tener sexo con nadie más, hasta que ese alguien más fuera mi novio. Rompí la promesa, pero valió la pena.
Ahora Omar me ha invitado a ver a Luis Miguel en concierto, quiere que vayamos, justo el 14 de febrero... jejeje... ¿algún preámbulo?
Monday, January 19, 2004
Martes... o miércoles... de la semana anterior, no de esta (vaya, si apenas estamos en lunes).
De las 9 horas laborales, se me ocurrió acudir a unas oficinas que se encuentran en un edificio de 10 pisos en la colonia Roma, justo a las 3.30 PM... hora en que ocurrió un temblor. Fue de 5.5. grados Richter (creo), pero de cualquier forma, el solo hecho de estar en la colonia Roma y saber que ese edificio justamente sufrió daños estructurales hace casi 19 años (terremoto del 85 por si no les suena la campana), ocasionó que bajara yo corriendo 6 pisos + 3 de estacionamiento, en menos de un minuto. Practiqué aquello de “pies ¿para qué los quiero?”.
Estaba yo en el 6º piso, haciendo antesala para hablar con el Director General, lo más curioso de todo, era la persona con quien yo estaba: Humberto Zurita, famoso actor de telenovelas (otrora “Alberto De Martino” en la telenovela “El Maleficio” de Ernesto Alonso), y a quien le llevo varios asuntos. Es toda una experiencia salir con él a Juzgados. Bajamos de su Mercedes Benz y medio mundo me mira mientras camino... me siento bien... mmm... o-oh... creo que lo han de mirar a él, pero nada pierdo creyendo que es a mi a quien observan.
La cuestión es que ese día, estábamos sentados en un sillón de pésima imitación de piel, atendidos por la secretaria particular del Director General, una chica modosita, de traje sastre, buenos modales y finas facciones, quien dio el cambiazo al saltar frente a nosotros aferrándose de una columna de madera con ojos desorbitados y gritando histérica “¡Tiemblaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!”. Fue gracias a ese grito que volteé a las ventanas y efectivamente vi que los cortineros se movían de un lado a otro. Los segundos que prosiguieron fueron el correr de la gente por los pasillos y la sirena afónica de la alerta sísmica (que por cierto según yo el sentido literal de la palabra “alerta” es para prevenir, no para avisar cuando ya tienes a Mr. Richter encima haciendo de las suyas).
La cuestión es que volteé a ver a Humberto, no en balde es toda una estrella de TV. Increíble pero ni en semejante oscilatoria contingencia perdió el porte. Se puso de pie y en lugar de correr... ahí se quedó, mientras yo, su abogado... ¡a correr!
Minutos después todo era risa. El edificio fue evacuado. El personal en un punto de reunión (yo con ellos) en la esquina de la calle, y por más que busqué a Humberto, nunca apareció. Decidió quedarse arriba. No bajó. Se quedó a esperar al Director, mientras que yo, su abogado, decidí aplicar esa máxima de supervivencia: “Preferible que digan aquí corrió, que aquí murió”.
De las 9 horas laborales, se me ocurrió acudir a unas oficinas que se encuentran en un edificio de 10 pisos en la colonia Roma, justo a las 3.30 PM... hora en que ocurrió un temblor. Fue de 5.5. grados Richter (creo), pero de cualquier forma, el solo hecho de estar en la colonia Roma y saber que ese edificio justamente sufrió daños estructurales hace casi 19 años (terremoto del 85 por si no les suena la campana), ocasionó que bajara yo corriendo 6 pisos + 3 de estacionamiento, en menos de un minuto. Practiqué aquello de “pies ¿para qué los quiero?”.
Estaba yo en el 6º piso, haciendo antesala para hablar con el Director General, lo más curioso de todo, era la persona con quien yo estaba: Humberto Zurita, famoso actor de telenovelas (otrora “Alberto De Martino” en la telenovela “El Maleficio” de Ernesto Alonso), y a quien le llevo varios asuntos. Es toda una experiencia salir con él a Juzgados. Bajamos de su Mercedes Benz y medio mundo me mira mientras camino... me siento bien... mmm... o-oh... creo que lo han de mirar a él, pero nada pierdo creyendo que es a mi a quien observan.
La cuestión es que ese día, estábamos sentados en un sillón de pésima imitación de piel, atendidos por la secretaria particular del Director General, una chica modosita, de traje sastre, buenos modales y finas facciones, quien dio el cambiazo al saltar frente a nosotros aferrándose de una columna de madera con ojos desorbitados y gritando histérica “¡Tiemblaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!”. Fue gracias a ese grito que volteé a las ventanas y efectivamente vi que los cortineros se movían de un lado a otro. Los segundos que prosiguieron fueron el correr de la gente por los pasillos y la sirena afónica de la alerta sísmica (que por cierto según yo el sentido literal de la palabra “alerta” es para prevenir, no para avisar cuando ya tienes a Mr. Richter encima haciendo de las suyas).
La cuestión es que volteé a ver a Humberto, no en balde es toda una estrella de TV. Increíble pero ni en semejante oscilatoria contingencia perdió el porte. Se puso de pie y en lugar de correr... ahí se quedó, mientras yo, su abogado... ¡a correr!
Minutos después todo era risa. El edificio fue evacuado. El personal en un punto de reunión (yo con ellos) en la esquina de la calle, y por más que busqué a Humberto, nunca apareció. Decidió quedarse arriba. No bajó. Se quedó a esperar al Director, mientras que yo, su abogado, decidí aplicar esa máxima de supervivencia: “Preferible que digan aquí corrió, que aquí murió”.
Thursday, January 15, 2004
Jueves. Hoy lloré mientras comía un puro de chocolate.
Hace meses ya había escrito en este blog acerca de mi amiga Lupita. Trabajaba en la oficina, pero renunció porque dio a luz. En aquél entonces, ella estaba sumamente preocupada por la diabetes que padecía, y en virtud del embarazo, los pronósticos de los médicos no eran nada buenos. Iban desde que ella podía morir, hasta que ella y el chamaco o éste último solamente. Dado a que ambos eramos casi siempre los últimos en salir, platicábamos largo rato. Ella, ahí, sentada ya con pancita de embarazada, invitándome gomitas de dulce, y yo, siempre diciéndole que no se preocupara, que todo iba a salir bien, y de alguna forma, le hablaba al bebé que llevaba dentro.
Total. Renunció y se fue. Me enteré que en noviembre dio a luz y que afortunadamente no hubo necesidad de comprar ni un ataúd grande ni un ataúd para bebé. El niño nació en perfecto estado. Me dio mucho gusto.
Y hoy, oh sorpresa. Lupita nos visitó... con el bebé. Yo estaba en mi oficina, viendo todo desde adentro, no podía salir a saludarla por estar atendiendo a una cliente. Solo veía que el bebé pasaba de mano en mano entre abogados y secretarias. Pasada casi una hora, finalmente salí. Me dio gusto, no dije nada, solo vi al niño de lejos. Mi secretaria me dijo: “Licenciado, el bebé es muy callado, no se mueve, no hace expresión alguna”. Yo, bromeando, dije “uy, tan chiquito ¿y ya tan mamón?”. En ese instante, sucedió algo que me dejó pasmado y que me hizo ver lo maravillosa que es la raza humana, solo de escribirlo, se me pone la piel de gallina y se me llenan los ojos de lágrimas: al escuchar mi voz, el bebé volteó a buscarme, y al verme, lanzó la sonrisa más bonita que yo jamás haya visto en un bebé. Todos se asombraron. Seguí hablando conforme me acerqué al bebé, y éste, cada vez sonreía más y me buscaba. Llegó Lupita. Le dio mucho gusto, y me dijo algo que ya me había dicho mucha gente: los bebés identifican las voces de la gente que les hablaba desde que estaban en su 4º mes de gestación y cuando estaban en el vientre materno. Aquellas tardes en que yo le daba vientos de fe y apoyo a Lupita fueron escuchados por el niño. Y hoy, y así lo quiero ver y tomar, esa sonrisa fue de “gracias”. Solo conmigo rió, solo a mí me buscó.
Qué bella experiencia.
Lupita me dio un puro de chocolate. Cargué al bebé quien no dejaba de sonreír. Lo abracé. Me senté en el escritorio. Seguía riendo. Unos 20 minutos después, Lupita y Bebé se fueron. Y yo, apagué mi computadora. Cerré la puerta. Me senté y me comí el puro, muy delicioso. Entre ello, lágrimas escurrieron.
Me sentí muy muy muy muy feliz. Increíble, pero un bebé, una cosita de carne de 5 kilos, vino hoy a mi oficina a darme un halo de esperanza. La poquita fe que yo sin querer le di.
Fue un paguito que no tiene precio.
Hace meses ya había escrito en este blog acerca de mi amiga Lupita. Trabajaba en la oficina, pero renunció porque dio a luz. En aquél entonces, ella estaba sumamente preocupada por la diabetes que padecía, y en virtud del embarazo, los pronósticos de los médicos no eran nada buenos. Iban desde que ella podía morir, hasta que ella y el chamaco o éste último solamente. Dado a que ambos eramos casi siempre los últimos en salir, platicábamos largo rato. Ella, ahí, sentada ya con pancita de embarazada, invitándome gomitas de dulce, y yo, siempre diciéndole que no se preocupara, que todo iba a salir bien, y de alguna forma, le hablaba al bebé que llevaba dentro.
Total. Renunció y se fue. Me enteré que en noviembre dio a luz y que afortunadamente no hubo necesidad de comprar ni un ataúd grande ni un ataúd para bebé. El niño nació en perfecto estado. Me dio mucho gusto.
Y hoy, oh sorpresa. Lupita nos visitó... con el bebé. Yo estaba en mi oficina, viendo todo desde adentro, no podía salir a saludarla por estar atendiendo a una cliente. Solo veía que el bebé pasaba de mano en mano entre abogados y secretarias. Pasada casi una hora, finalmente salí. Me dio gusto, no dije nada, solo vi al niño de lejos. Mi secretaria me dijo: “Licenciado, el bebé es muy callado, no se mueve, no hace expresión alguna”. Yo, bromeando, dije “uy, tan chiquito ¿y ya tan mamón?”. En ese instante, sucedió algo que me dejó pasmado y que me hizo ver lo maravillosa que es la raza humana, solo de escribirlo, se me pone la piel de gallina y se me llenan los ojos de lágrimas: al escuchar mi voz, el bebé volteó a buscarme, y al verme, lanzó la sonrisa más bonita que yo jamás haya visto en un bebé. Todos se asombraron. Seguí hablando conforme me acerqué al bebé, y éste, cada vez sonreía más y me buscaba. Llegó Lupita. Le dio mucho gusto, y me dijo algo que ya me había dicho mucha gente: los bebés identifican las voces de la gente que les hablaba desde que estaban en su 4º mes de gestación y cuando estaban en el vientre materno. Aquellas tardes en que yo le daba vientos de fe y apoyo a Lupita fueron escuchados por el niño. Y hoy, y así lo quiero ver y tomar, esa sonrisa fue de “gracias”. Solo conmigo rió, solo a mí me buscó.
Qué bella experiencia.
Lupita me dio un puro de chocolate. Cargué al bebé quien no dejaba de sonreír. Lo abracé. Me senté en el escritorio. Seguía riendo. Unos 20 minutos después, Lupita y Bebé se fueron. Y yo, apagué mi computadora. Cerré la puerta. Me senté y me comí el puro, muy delicioso. Entre ello, lágrimas escurrieron.
Me sentí muy muy muy muy feliz. Increíble, pero un bebé, una cosita de carne de 5 kilos, vino hoy a mi oficina a darme un halo de esperanza. La poquita fe que yo sin querer le di.
Fue un paguito que no tiene precio.
“Irreversible”.
En efecto, creo que el sentimiento que esta película francesa deja al salir de la sala de cine, es de repulsión irreversible. Pero no quiero decir que la película en sí deba ser rechazada o repelida, me refiero al sentimiento, al retrato, a la alegoría de nuestra propia vida. Si debo redactar una modesta premisa temática del director Gaspar Noé, y contra lo que puedan decir los “críticos” de cine en el sentido de que el tema principal de la película es la venganza, pues disentiré. Creo que el tema es el amor, pero algo así: “El miedo al verdadero amor puede causar daños... irreversibles”.
Una película bastante violenta. Diría que es lo más violento que he visto, pero no. He visto cosas más violentas en los noticieros y películas dominicales del canal 5, pero sí puedo decir que es de lo más gráficamente violento que he sufrido (benditos efectos digitales, de lo contrario, pobre Persephone, perdón, pobre Malena... er... digo, Mónica Belluci o Alex).
La estructura narrativa no es cosa del otro mundo, ya hemos visto esto en películas como “Memento”, e incluso a mi juicio, con mejores y verosímiles resultados. La anécdota tampoco es el hilo negro del guionismo: una guapa mujer es brutalmente violada y golpeada; su novio, un (guapo y nalgón) francés, quien teme al compromiso que implica el amor pleno, quiere vengarse, y lo logra a través de su amigo dentro del sórdido ambiente de un bar leather.
Lo destacable de la película es la galería audiovisual y los alrededor de 10 planos secuencias de que se conforma. El uso de la cámara es literalmente nauseabundo y logra su cometido artístico: sumirnos en la angustia y desesperanza, de forma tal que, a pesar de comenzar la función con sala llena, fui testigo de cerca de 8 personas que no aguantaron hasta el final y salieron dejando abandonadas sus palomitas y refresco.
Creo que es una película que debe verse más de una vez para lograr apreciar su iconografía. Por ejemplo, hoy discutí con amigos y mantuve mi hipótesis de que Alex (Monica Bellucci) al final se nota evidentemente embarazada, es decir, con vientre abultado, ello al estar recostada en el pasto de algún parque donde niños juegan. A partir de aquí la cámara comienza a hacer de las suyas yendo en contra de las manecillas del reloj y en contra de una manguera elíptica que gira en el mismo sentido en que niños juegan pelota. Este sentido de elipsis-mareatoria es la misma que apreciamos en un bar gay, leather, donde se corona la venganza (en principio me vi tentado a criticar el hecho de que se estigmatice ese tipo de lugares, pero, bueno, fue elección de Noé que ahí aconteciera, como bien podría haber elegido que “La Tenia” -el violador-, fuera sacerdote y que la venganza ocurriera en una iglesia o convento). Y bien, una de las lecturas de la película sería que todo fue realmente un sueño de Alex, digo, si vemos películas con tintes surrealistas como “Mulholland Drive” o “Belle De Jour” donde todo se permite, o películas donde la tragedia cambia por una o dos oportunidades más del destino como en la película “Lola Rennt” ¿porqué no dar un respiro de esperanza al espectador mediante un sueño de Alex?
No acostumbro a hacer críticas de cine, pero creo que ésta película lo merece. Máxime que me sentí bastante “movido” al recordar un asalto que sufrimos mis papás, mi hermana y yo, hace aproximadamente 10 años, en que 6 sujetos con pasamontañas ingresaron a la casa donde vivíamos (sí, nos mudamos a raíz de dicho evento) y nos tuvieron en la sala de TV (sí, desde entonces ya teníamos 2 salas, una exclusiva de Home Theater, aunque no existían los sistemas DTS ni DD 5.1) con cobijas cubriéndonos el rostro. Eso es sentirse violado. El coraje y angustia de la escena de violación, fue por la identificación de la impotencia padecida. Y bueno, le prometí a Jorge Pedro escribir mis impresiones de la película, así que he aquí los resultados.
Creo que tengo que verla de nuevo, pero esta vez, en DVD. Ya vi que la venden en amazon.com.
En efecto, creo que el sentimiento que esta película francesa deja al salir de la sala de cine, es de repulsión irreversible. Pero no quiero decir que la película en sí deba ser rechazada o repelida, me refiero al sentimiento, al retrato, a la alegoría de nuestra propia vida. Si debo redactar una modesta premisa temática del director Gaspar Noé, y contra lo que puedan decir los “críticos” de cine en el sentido de que el tema principal de la película es la venganza, pues disentiré. Creo que el tema es el amor, pero algo así: “El miedo al verdadero amor puede causar daños... irreversibles”.
Una película bastante violenta. Diría que es lo más violento que he visto, pero no. He visto cosas más violentas en los noticieros y películas dominicales del canal 5, pero sí puedo decir que es de lo más gráficamente violento que he sufrido (benditos efectos digitales, de lo contrario, pobre Persephone, perdón, pobre Malena... er... digo, Mónica Belluci o Alex).
La estructura narrativa no es cosa del otro mundo, ya hemos visto esto en películas como “Memento”, e incluso a mi juicio, con mejores y verosímiles resultados. La anécdota tampoco es el hilo negro del guionismo: una guapa mujer es brutalmente violada y golpeada; su novio, un (guapo y nalgón) francés, quien teme al compromiso que implica el amor pleno, quiere vengarse, y lo logra a través de su amigo dentro del sórdido ambiente de un bar leather.
Lo destacable de la película es la galería audiovisual y los alrededor de 10 planos secuencias de que se conforma. El uso de la cámara es literalmente nauseabundo y logra su cometido artístico: sumirnos en la angustia y desesperanza, de forma tal que, a pesar de comenzar la función con sala llena, fui testigo de cerca de 8 personas que no aguantaron hasta el final y salieron dejando abandonadas sus palomitas y refresco.
Creo que es una película que debe verse más de una vez para lograr apreciar su iconografía. Por ejemplo, hoy discutí con amigos y mantuve mi hipótesis de que Alex (Monica Bellucci) al final se nota evidentemente embarazada, es decir, con vientre abultado, ello al estar recostada en el pasto de algún parque donde niños juegan. A partir de aquí la cámara comienza a hacer de las suyas yendo en contra de las manecillas del reloj y en contra de una manguera elíptica que gira en el mismo sentido en que niños juegan pelota. Este sentido de elipsis-mareatoria es la misma que apreciamos en un bar gay, leather, donde se corona la venganza (en principio me vi tentado a criticar el hecho de que se estigmatice ese tipo de lugares, pero, bueno, fue elección de Noé que ahí aconteciera, como bien podría haber elegido que “La Tenia” -el violador-, fuera sacerdote y que la venganza ocurriera en una iglesia o convento). Y bien, una de las lecturas de la película sería que todo fue realmente un sueño de Alex, digo, si vemos películas con tintes surrealistas como “Mulholland Drive” o “Belle De Jour” donde todo se permite, o películas donde la tragedia cambia por una o dos oportunidades más del destino como en la película “Lola Rennt” ¿porqué no dar un respiro de esperanza al espectador mediante un sueño de Alex?
No acostumbro a hacer críticas de cine, pero creo que ésta película lo merece. Máxime que me sentí bastante “movido” al recordar un asalto que sufrimos mis papás, mi hermana y yo, hace aproximadamente 10 años, en que 6 sujetos con pasamontañas ingresaron a la casa donde vivíamos (sí, nos mudamos a raíz de dicho evento) y nos tuvieron en la sala de TV (sí, desde entonces ya teníamos 2 salas, una exclusiva de Home Theater, aunque no existían los sistemas DTS ni DD 5.1) con cobijas cubriéndonos el rostro. Eso es sentirse violado. El coraje y angustia de la escena de violación, fue por la identificación de la impotencia padecida. Y bueno, le prometí a Jorge Pedro escribir mis impresiones de la película, así que he aquí los resultados.
Creo que tengo que verla de nuevo, pero esta vez, en DVD. Ya vi que la venden en amazon.com.
Sunday, January 11, 2004
“Somebody To Love”
Words and music by Freddie Mercury
Performed by Queen.
Can anybody find be somebody to love?
Each morning I get up I die a little
Can barely stand on my feet
(Take a look at yourself) Take a look in the mirror and cry
Lord what you're doing to me
I have to spend all my years in believing you
But I just can't get no relief Lord
Somebody (somebody) ooh somebody (somebody)
Can anybody find me somebody to love?
I work hard (he works hard) everyday of my life
I work till I ache my bones
At the end (at the end of the day)
I take home my hard earned pay all on my own
I get down (down) on my knees (knees)
And I start to pray (praise the Lord)
'Til the tears run down from my eyes
Lord somebody (somebody) ooh somebody (please)
Can anybody find me somebody to love?
(He wants help)
Every day - I try and I try and I try -
But everybody wants to put me down
They say I'm goin' crazy
They say I got a lot of water in my brain
Got no common sense
(He's) I got nobody left to believe
Yeah - yeah yeah yeah
Ooh
Somebody (somebody)
Can anybody find me somebody to love?
(Anybody find me someone to love)
Got no feel I got no rhythm
I just keep losing my beat (you just keep losing and losing)
I'm OK I'm alright (he's alright)
I ain't gonna face no defeat
I just gotta get out of this prison cell
One day I'm gonna be free Lord
Find me somebody to love find me somebody to love
Find me somebody to love find me somebody to love
Find me somebody to love find me somebody to love
Find me somebody to love find me somebody to love
Find me somebody to love find me somebody to love
Somebody somebody somebody somebody somebody
Find me somebody find me somebody to love
Can anybody find me somebody to love
Find me somebody to love
Find me somebody to love
Find me somebody to love
Find me find me find me
Find me somebody to love
Somebody to love
Find me somebody to love...
Words and music by Freddie Mercury
Performed by Queen.
Can anybody find be somebody to love?
Each morning I get up I die a little
Can barely stand on my feet
(Take a look at yourself) Take a look in the mirror and cry
Lord what you're doing to me
I have to spend all my years in believing you
But I just can't get no relief Lord
Somebody (somebody) ooh somebody (somebody)
Can anybody find me somebody to love?
I work hard (he works hard) everyday of my life
I work till I ache my bones
At the end (at the end of the day)
I take home my hard earned pay all on my own
I get down (down) on my knees (knees)
And I start to pray (praise the Lord)
'Til the tears run down from my eyes
Lord somebody (somebody) ooh somebody (please)
Can anybody find me somebody to love?
(He wants help)
Every day - I try and I try and I try -
But everybody wants to put me down
They say I'm goin' crazy
They say I got a lot of water in my brain
Got no common sense
(He's) I got nobody left to believe
Yeah - yeah yeah yeah
Ooh
Somebody (somebody)
Can anybody find me somebody to love?
(Anybody find me someone to love)
Got no feel I got no rhythm
I just keep losing my beat (you just keep losing and losing)
I'm OK I'm alright (he's alright)
I ain't gonna face no defeat
I just gotta get out of this prison cell
One day I'm gonna be free Lord
Find me somebody to love find me somebody to love
Find me somebody to love find me somebody to love
Find me somebody to love find me somebody to love
Find me somebody to love find me somebody to love
Find me somebody to love find me somebody to love
Somebody somebody somebody somebody somebody
Find me somebody find me somebody to love
Can anybody find me somebody to love
Find me somebody to love
Find me somebody to love
Find me somebody to love
Find me find me find me
Find me somebody to love
Somebody to love
Find me somebody to love...
Y llegaron mis papás, mi hermana y hasta Parker. Todos de nuevo, unidos, felices y contentos, como sacados del capítulo final de “Heidi” en que ésta se re-encuentra con Pedro, el abuelo, “Copo de Nieve” y Clarita quien a su vez se levanta de la silla de ruedas para dar sus primeros pasos en los alpes suizos.
Mis papás llegaron a eso de las 8 de la mañana del jueves, mientras yo me estaba bañando. Desayunamos juntos y me contaron todas sus hazañas en San Cristóbal de las Casas, algo así como un viaje de novios (¡hasta crees!).
Mi hermana regresó ayer sábado. Fui por ella en compañía de mi mamá al aeropuerto. Un asco. Gente como hormigas al azucar. El estacionamiento “nuevo” de las líneas internacionales hasta el tope, sin cupo, y eso que lo construyeron para dar un mejor servicio. ¡Ajá! Tuvimos que dejar el auto en el de llegadas nacionales y caminar y caminar y caminar. Yo sin problema alguno, pero sabía que mi hermana llegaría cargada de maletas con kilos de piedras holandesas. Y así fue. Antes de que llegara, me paré buscándola en la línea de gente con letreritos. Sí, esos que esperan gente pero no los conocen, algo así como un “blind date” pero sin emoción. Uno de los letreritos decía “Guillermo Arriaga” así que de inmediato me coloqué a un lado para ver si lo veía y lo saludaba y de paso averiguar si por el mero saludo de manos, algo de guionista se me pegaba (tipo “The Dead Zone” a diferencia de que en lugar de adivinar el futuro, que algo de “Amores Perros” y “21 gramos” -aunque no me gustó-, se me pegara). Pero no, no llegó, al menos en el lapso en que esperé a mi hermana y esta llegó. Esos 45 minutos de espera se me hicieron livianos gracias a la llamada inesperada de Jorge Pedro, quien me contó que siendo las 7 PM, estaba acostado en su cama viendo TV como si fueran las 2 AM. Charlamos un rato. Minutos después, mi hermana hizo su aparición. Le ayudé a cargar sus maletas.
Finalmente y después del pequeño maratón, llegamos a casa. Repartió regalos. Me tocaron una caja de chocolates, un tarro de cerveza y algunas botellas de vino y bebidas típicas de Holanda. Poco a poco la casa se veía llena de vida.
Al día siguiente fue el broche de oro. Mi papá llegó de Río Frío, y del coche bajó un peludísimo Scotch Terrier llamado Parker. A pesar de su ausencia de 6 meses, reconoció toda la casa, sus olores, sus rincones así como el sonido de los motores de cada coche. Me festejó.
Finalmente y no negando mi regocijo, compré T-Bones y los preparé como sólo yo sé hacerlos. Esta vez sin papa al horno, solo puré de dicho tubérculo. Fue pretexto para adornar muy bonita la mesa, de la cocina, no del comedor, quise hacer todo con más cercanía entre nosotros, y para abrir una de las botellas traídas directamente del país de los molinos de viento.
A las 6 PM estábamos mi papá, mi mamá, mi hermana y yo, platicando. A un lado de nosotros y recostado en el piso, Parker, mi querido Parker. Mis papás contaron sus aventuras en las Cascadas de Agua Azul. Mi hermana su aventura de ir a ver “Return of the King” en Amsterdam en una sala de cine donde los asientos están numerados (benditas nuestras salas de cine), y yo... mi asalto padecido en cierre de año.
Como siempre, la parte negativa de la historia.
Mis papás llegaron a eso de las 8 de la mañana del jueves, mientras yo me estaba bañando. Desayunamos juntos y me contaron todas sus hazañas en San Cristóbal de las Casas, algo así como un viaje de novios (¡hasta crees!).
Mi hermana regresó ayer sábado. Fui por ella en compañía de mi mamá al aeropuerto. Un asco. Gente como hormigas al azucar. El estacionamiento “nuevo” de las líneas internacionales hasta el tope, sin cupo, y eso que lo construyeron para dar un mejor servicio. ¡Ajá! Tuvimos que dejar el auto en el de llegadas nacionales y caminar y caminar y caminar. Yo sin problema alguno, pero sabía que mi hermana llegaría cargada de maletas con kilos de piedras holandesas. Y así fue. Antes de que llegara, me paré buscándola en la línea de gente con letreritos. Sí, esos que esperan gente pero no los conocen, algo así como un “blind date” pero sin emoción. Uno de los letreritos decía “Guillermo Arriaga” así que de inmediato me coloqué a un lado para ver si lo veía y lo saludaba y de paso averiguar si por el mero saludo de manos, algo de guionista se me pegaba (tipo “The Dead Zone” a diferencia de que en lugar de adivinar el futuro, que algo de “Amores Perros” y “21 gramos” -aunque no me gustó-, se me pegara). Pero no, no llegó, al menos en el lapso en que esperé a mi hermana y esta llegó. Esos 45 minutos de espera se me hicieron livianos gracias a la llamada inesperada de Jorge Pedro, quien me contó que siendo las 7 PM, estaba acostado en su cama viendo TV como si fueran las 2 AM. Charlamos un rato. Minutos después, mi hermana hizo su aparición. Le ayudé a cargar sus maletas.
Finalmente y después del pequeño maratón, llegamos a casa. Repartió regalos. Me tocaron una caja de chocolates, un tarro de cerveza y algunas botellas de vino y bebidas típicas de Holanda. Poco a poco la casa se veía llena de vida.
Al día siguiente fue el broche de oro. Mi papá llegó de Río Frío, y del coche bajó un peludísimo Scotch Terrier llamado Parker. A pesar de su ausencia de 6 meses, reconoció toda la casa, sus olores, sus rincones así como el sonido de los motores de cada coche. Me festejó.
Finalmente y no negando mi regocijo, compré T-Bones y los preparé como sólo yo sé hacerlos. Esta vez sin papa al horno, solo puré de dicho tubérculo. Fue pretexto para adornar muy bonita la mesa, de la cocina, no del comedor, quise hacer todo con más cercanía entre nosotros, y para abrir una de las botellas traídas directamente del país de los molinos de viento.
A las 6 PM estábamos mi papá, mi mamá, mi hermana y yo, platicando. A un lado de nosotros y recostado en el piso, Parker, mi querido Parker. Mis papás contaron sus aventuras en las Cascadas de Agua Azul. Mi hermana su aventura de ir a ver “Return of the King” en Amsterdam en una sala de cine donde los asientos están numerados (benditas nuestras salas de cine), y yo... mi asalto padecido en cierre de año.
Como siempre, la parte negativa de la historia.
Thursday, January 08, 2004
Miércoles 7 de enero.
Soy un niño bueno y bien portado. Bueno, bueno y portado. Mmmm, no, mejor dicho, soy un hombre hacendoso y responsable. No, tampoco, soy un tipo partidazo... ¡cálmate! Todo esto viene a colación de esta primera semana de enero que ha transcurrido. Yo, en casa, solo. Mis padres, en Chiapas, mi hermana, en Holanda. Y yo, lavando ropa. Bueno, no en la forma de irme a fregar al río, afortunadamente las lavadoras existen desde hace varios años, así que empleé una de ellas, la más viejita y de rodillos, en lugar de emplear la nueva, la que tiene secadora, temporizador y no sé qué más madres. Pero no, preferí a la antigüita. Después a secarla, no, tampoco usé la secadora, empleé las clásicas cuerdas atadas a las paredes. Mientras se secaba la segunda muda, planché la primera. Fue divertido. Antes de todo eso lavé y trapeé el patio. Al llegar al rincón, extrañé a Parker, mi perro Scotch Terrier quien ahora vive felizmente como gaviota en vuelo en Santa Rita, en la casa de mi papá. Otras ocasiones que me quedaba solo, tenía las labores a cargo de Parker, le daba de comer, lo bañaba y limpiaba sus heces fecales, pero ahora ni eso, por ello, al llegar a su rincón, me quedé de pie con el trapeador en mano por largo tiempo, recordándolo. Fue en ese lugar cuando le mostré por vez primera su gorrito a cuadros rojos, digno de mascota de gays ... er... bueno, mejor me callo. Aquella ocasión se la mostré y cual si fuera humano, hizo una expresión de asombro. Las fiestas vinieron después. Pero bueno, la cuestión es que lavé y trapeé. Posteriormente, en la cocina lavé los trastes de 3 días. Aproveché y vacié algunos utensilios de cocina en que quedaban restos de pavo y romeritos. Creí que al quitar las tapas saldrían gusanos, aliens, critters y midiclorians rebeldes, pero no, estaba todo en el refrigerador y se mantuvo fresco. No obstante, lo tiré a la basura. Recordé el rezo de cada Nochebuena en que alguien de la familia da las gracias a Dios por permitirnos semejantes manjares mientras que gente en la calle muere de hambre (si, típico discurso de operadas participantes de concursos de belleza cuando les preguntan qué harían si ganaran el premio).
Al terminar mis qué haceres (“el quehacer” como dirían las chachas) subí, me puse unas bermudas, una playera y unas sandalias (oh fetiche mío, ¡cómo me excita ver chicos en sandalias!) y bajé a mi home theater. Tuve que revisar uno de los canales surround, el derecho para ser más exacto, pues no se escuchaba. Desde que instalé el sexto canal (trasero, pero trasero de “surround back” no de “butt”) había un falso contacto con los cables, eso me quitó media hora. Posteriormente vi un capítulo de Los Simpsons (aquél en el cual Bart intenta atravesar un cañón en patineta) y uno de “Six Feet Under” (¡David salió del clóset ante Nate y Brenda!), todo ello comiendo chocolate amargo y valiéndome que había hecho la promesa de regresar al gym un día después de la rosca de reyes.
Dieron las 11 PM. Subí a dormir, no sin antes ingresar a Internet para ver si veía a mi hermana online. Dejé la puerta de la calle sin seguros pues supuestamente mis papás llegarían en la madrugada. Fingí que Parker y mi desaprovechado angelito de la guarda me estaban cuidando. Dormí largo y tendido.
Creo que soy buen partido, soy trabajador, sé lavar, planchar y cocinar. Ah, y algo soñador. ¿Cuenta eso?
Soy un niño bueno y bien portado. Bueno, bueno y portado. Mmmm, no, mejor dicho, soy un hombre hacendoso y responsable. No, tampoco, soy un tipo partidazo... ¡cálmate! Todo esto viene a colación de esta primera semana de enero que ha transcurrido. Yo, en casa, solo. Mis padres, en Chiapas, mi hermana, en Holanda. Y yo, lavando ropa. Bueno, no en la forma de irme a fregar al río, afortunadamente las lavadoras existen desde hace varios años, así que empleé una de ellas, la más viejita y de rodillos, en lugar de emplear la nueva, la que tiene secadora, temporizador y no sé qué más madres. Pero no, preferí a la antigüita. Después a secarla, no, tampoco usé la secadora, empleé las clásicas cuerdas atadas a las paredes. Mientras se secaba la segunda muda, planché la primera. Fue divertido. Antes de todo eso lavé y trapeé el patio. Al llegar al rincón, extrañé a Parker, mi perro Scotch Terrier quien ahora vive felizmente como gaviota en vuelo en Santa Rita, en la casa de mi papá. Otras ocasiones que me quedaba solo, tenía las labores a cargo de Parker, le daba de comer, lo bañaba y limpiaba sus heces fecales, pero ahora ni eso, por ello, al llegar a su rincón, me quedé de pie con el trapeador en mano por largo tiempo, recordándolo. Fue en ese lugar cuando le mostré por vez primera su gorrito a cuadros rojos, digno de mascota de gays ... er... bueno, mejor me callo. Aquella ocasión se la mostré y cual si fuera humano, hizo una expresión de asombro. Las fiestas vinieron después. Pero bueno, la cuestión es que lavé y trapeé. Posteriormente, en la cocina lavé los trastes de 3 días. Aproveché y vacié algunos utensilios de cocina en que quedaban restos de pavo y romeritos. Creí que al quitar las tapas saldrían gusanos, aliens, critters y midiclorians rebeldes, pero no, estaba todo en el refrigerador y se mantuvo fresco. No obstante, lo tiré a la basura. Recordé el rezo de cada Nochebuena en que alguien de la familia da las gracias a Dios por permitirnos semejantes manjares mientras que gente en la calle muere de hambre (si, típico discurso de operadas participantes de concursos de belleza cuando les preguntan qué harían si ganaran el premio).
Al terminar mis qué haceres (“el quehacer” como dirían las chachas) subí, me puse unas bermudas, una playera y unas sandalias (oh fetiche mío, ¡cómo me excita ver chicos en sandalias!) y bajé a mi home theater. Tuve que revisar uno de los canales surround, el derecho para ser más exacto, pues no se escuchaba. Desde que instalé el sexto canal (trasero, pero trasero de “surround back” no de “butt”) había un falso contacto con los cables, eso me quitó media hora. Posteriormente vi un capítulo de Los Simpsons (aquél en el cual Bart intenta atravesar un cañón en patineta) y uno de “Six Feet Under” (¡David salió del clóset ante Nate y Brenda!), todo ello comiendo chocolate amargo y valiéndome que había hecho la promesa de regresar al gym un día después de la rosca de reyes.
Dieron las 11 PM. Subí a dormir, no sin antes ingresar a Internet para ver si veía a mi hermana online. Dejé la puerta de la calle sin seguros pues supuestamente mis papás llegarían en la madrugada. Fingí que Parker y mi desaprovechado angelito de la guarda me estaban cuidando. Dormí largo y tendido.
Creo que soy buen partido, soy trabajador, sé lavar, planchar y cocinar. Ah, y algo soñador. ¿Cuenta eso?
Lunes. Noche. Se me ocurrió ir a WalMart a comprarle un regalo de reyes a la hija de Jesús, amigo mío e instructor de gimnasio. El lugar a reventar, hasta parecía que regalaban juguetes. Y luego dice la gente que no hay dinero. Ahora comprendo porqué WalMart Tepeyac tiene el record Guiness de la tienda de supermercados que más vende en todo el mundo. Qué no se quejen de la cuesta de enero.
Recorrí los pasillos del área de niñas. Constaté que hay más juguetes para niñas que para niños. Lo vengo descubriendo ahora que mi infancia quedó atrás y que el niño en mí, se asoma a este mundo solo cuando hago ñoñadas. Me detuve en el área de la burguesita Barbie y sus mil variables, solo me hizo falta ver a la “Barbie Piruja” y la “Barbie Elba Esther” para quedar 100% sorprendido. Terminé comprándole una llamada “Barbie Brochecitos” solo porque incluye una maquinita de coser con la que las niñas pueden insertar brochecitos en la ropa de la Legally Blonde muñequita. Pero... oh Dios... un muñeco captó mi atención: Ken. Para mi desgracia, era una variante de Ken en bermudas y sandalias (mi fetiche predilecto en los hombres) y los rasgos de Ken, todo un adonis. Si es que alguna vez Mattel se basó en alguien para el molde de Ken ¡lo quiero conocer! Estuve tentado incluso a comprarlo. Costaba 167 pesos, barato creo yo, y no es tan bizarro como aquellos muñequitos de acción que sacaron para gente gay, unos güeros, rudos de bigote en ropa leather, que supuestamente al desvestirlos, puede apreciarse “su buena dote”. Pero no, yo soy santo y puro, así que me conformaría con un Ken... que a fin de cuentas ni compré.
Al intentar pagar, a hacer tremenda fila y a tratar de explicar a un viejito que las siglas “AA” no significaba “Alcohólicos Anónimos” sino que era el tamaño de las pilas que requería el carro a control remoto que compró seguramente a su nieto (¿o a su amante? Porque de que los hay pedófilos, los hay)
Al salir de WalMart y mientras conducía, vi a varios vendedores de globos. Consideré detenerme y comprar uno con la intención de hacer una carta enterrando mi pasado y pidiendo cosas nuevas. Jodorowsky lo hizo y cuenta que el ritual lo liberó. En su caso entró a la casa incendiada de su obesa madre. Tomó sus pantaletas talla elefante a medio quemar, las ató a un globo rojo y las dejó ir. Dice que a partir de ese momento, se liberó de su madre.
Pero no, tampoco lo hice, y la verdad, ahora me arrepiento.
La mañana siguiente entregué a Jesús el regalo de su niña. Le dio mucho gusto y me dio un gran abrazo, de esos que se sienten sinceros y cálidos. El gimnasio estaba casi vacío, creo que todos les trajeron regalos los santos reyes.
A mi no.
Recorrí los pasillos del área de niñas. Constaté que hay más juguetes para niñas que para niños. Lo vengo descubriendo ahora que mi infancia quedó atrás y que el niño en mí, se asoma a este mundo solo cuando hago ñoñadas. Me detuve en el área de la burguesita Barbie y sus mil variables, solo me hizo falta ver a la “Barbie Piruja” y la “Barbie Elba Esther” para quedar 100% sorprendido. Terminé comprándole una llamada “Barbie Brochecitos” solo porque incluye una maquinita de coser con la que las niñas pueden insertar brochecitos en la ropa de la Legally Blonde muñequita. Pero... oh Dios... un muñeco captó mi atención: Ken. Para mi desgracia, era una variante de Ken en bermudas y sandalias (mi fetiche predilecto en los hombres) y los rasgos de Ken, todo un adonis. Si es que alguna vez Mattel se basó en alguien para el molde de Ken ¡lo quiero conocer! Estuve tentado incluso a comprarlo. Costaba 167 pesos, barato creo yo, y no es tan bizarro como aquellos muñequitos de acción que sacaron para gente gay, unos güeros, rudos de bigote en ropa leather, que supuestamente al desvestirlos, puede apreciarse “su buena dote”. Pero no, yo soy santo y puro, así que me conformaría con un Ken... que a fin de cuentas ni compré.
Al intentar pagar, a hacer tremenda fila y a tratar de explicar a un viejito que las siglas “AA” no significaba “Alcohólicos Anónimos” sino que era el tamaño de las pilas que requería el carro a control remoto que compró seguramente a su nieto (¿o a su amante? Porque de que los hay pedófilos, los hay)
Al salir de WalMart y mientras conducía, vi a varios vendedores de globos. Consideré detenerme y comprar uno con la intención de hacer una carta enterrando mi pasado y pidiendo cosas nuevas. Jodorowsky lo hizo y cuenta que el ritual lo liberó. En su caso entró a la casa incendiada de su obesa madre. Tomó sus pantaletas talla elefante a medio quemar, las ató a un globo rojo y las dejó ir. Dice que a partir de ese momento, se liberó de su madre.
Pero no, tampoco lo hice, y la verdad, ahora me arrepiento.
La mañana siguiente entregué a Jesús el regalo de su niña. Le dio mucho gusto y me dio un gran abrazo, de esos que se sienten sinceros y cálidos. El gimnasio estaba casi vacío, creo que todos les trajeron regalos los santos reyes.
A mi no.
Tuesday, January 06, 2004
Lo siento. No puedo dejar de escribir. Lo que sí hice fue cambiar el nombre de la dirección de blog. Limitaré quien debe leer esto y quien no. Por sincero me pasan cosas, por mostrar mi vida, abierta, la gente huye o cree que soy un “freak”.
Y bueno. Si debo jactarme de que estas son memorias, pues es menester que haga un “download” con la parte de Alex. Lo había mencionado algunas ocasiones, pero no del todo, no a fondo. Nos tratamos durante un poco más de dos años. Debo admitir que me clavé con él (dije “me clavé con él”, no “clavé con él”). Me fascinaba su mirada. Siempre se lo dije. Él desaparecía por largos periodos, reaparecía cuando yo lo había dado por perdido, solo para emocionarme. Una vez incluso me dijo que no lo fuera yo a tomar como loco pero creía que estaba enamorado de mí. Ante semejante afirmación, ¿cómo no habría yo de emocionarme? Pero bueno, una cosa era lo que decía, otra lo que hacía, y seguramente otra lo que pensaba. Alguna otra ocasión, siendo casi la medianoche, me envió un mensaje de voz a mi teléfono. Estaba él con unas amigas quienes lo instaron a que me llamara, y así lo hizo. Reitero ¿cómo no habría yo de emocionarme? Días después me dijo que me había llamado porque ya andaba jarra. Bonito bajón que me dio.
Y ejemplos podría seguir escribiendo. Otro fue cuando se fue de viaje a los países nórdicos, justo en las fechas de mi accidente de mediados de año. Buscaba algún lugar con Internet y me enviaba e-mails. Sí, desde allá. Me echaba porras, me deseaba salud, y decía que me incluía en sus rezos.
Pero como todo en la vida, nada es para siempre, y tampoco todo es color de rosa. Hubo un periodo en que no dejaba de pensar en él. Fuera lo que fuera que yo hacía, él estaba presente en mi mente. Algunos dirían que quizá me enamoré de él. Y bueno, para los que no lo saben, aquél guión de cortometraje con el cual obtuve un premio de segundo lugar, fue definitivamente inspirado en Alex. Digamos que si algo bueno me dejó, fue esa inspiración con frutos de beca.
Transcurrió todo diciembre, y yo, rogón, pidiéndole que nos viéramos. Ya olvidé cuantas fechas me dijo nos veríamos, pero si bien me iba, faltando unas pocas horas para la cita (la “date” como suele decirse, vaya neologismos) me cancelaba, eso si acaso me avisaba, porque la mayoría de las veces nunca lo hacía y me quedaba yo ahí, esperando como novia de pueblo, jejeje. Dicen que cuando hay intención, las cosas se dan. De su parte nunca la hubo. Y no lo niego, me fue doloroso, pero estoy seguro que lo olvidaré, de hecho ya estoy en ese proceso. Anoche lunes, navegando en mi Palm (si se navega en Internet, porqué no en una Palm) me topé con su foto. La miré largo rato. Es un programa que despliega fotos, incluye dos por default para resaltar las maravillas de pixeles de la Clíe. Y se pueden descargar otras más. Yo solo descargué la de él, para estarlo viendo y que se me pasara el rato más agradable mientras estaba yo en las filas de bancos, o caminando en la calle, o esperando en el cine a que comenzara la función. Pero anoche, la borré. Creí que me dolería, pero no. Simplemente di clic en el botón “Delete”. Y ya que estaba en la fase de los “borramientos”, pues hice lo mismo con sus teléfonos, tanto de mi Clíe como de mi teléfono celular. Ahora lo difícil será borrarlos de mi memoria, porque me jacto de gozar de buena memoria sin necesidad de riboflavina extra.
He ahí un par de años, diría yo infructuosos. Pero no, creo que fueron bastante fructíferos. Me dieron una gran lección: no esperar nada de nadie. Puedes enamorarte y emocionarte con alguien, pero no esperes nada a cambio. Todas esas parejas que existen en la llamada “vida real” seguramente o son de utilería, o fingen un amor inexistente. No concibo que alguien corresponda a las emociones que nacen de uno. No en mi mundo. No en este “Planet Earth”.
Otra gran lección: es posible que surjan emociones inocentes, puras, primaverales y virginales, sin necesidad de que haya sexo de por medio. Porque con Alex nunca hubo ningún tipo de contacto físico. A lo mucho un abrazo y apretón de manos cuando nos veíamos en el cine. ¡Ah! Y qué pequeño es el mundo. Una ocasión incluso coincidimos en una fiesta de graduación de chicos de la Universidad Anáhuac. Yo iba como invitado de mi prima graduada, y él, como invitado de su amigo graduado. Pues ahí creo que ni saludo nos dimos cuando nos cruzamos en el baño. Solo un “¿cómo estás?” de su parte, y un “ya te vi bailando con la güerita” de mi parte. Y como dirían los cubanos, de ahí “nunca má’h nada”. Nunca hubo sexo, vaya, ni siquiera un beso, ya no digamos en los labios, ni un beso en la mejilla o en la frente. Por eso digo que es una gran lección. Puede haber amor sin sexo. Bueno, al menos amor de una sola de las partes pero amor al fin.... mmm... mejor dicho, enamoramiento, no amor.
Así que a todo esto, no tengo nada que reclamarle a Alex. Por el contrario, gracias.
No obstante, aún tengo la esperanza de que este 2004 me traiga buenas cosas, obviamente no con él.
“...ya lo pasado, pasado... no me interesa...”
- Lo pasado, pasado -
Juan Gabriel
Y bueno. Si debo jactarme de que estas son memorias, pues es menester que haga un “download” con la parte de Alex. Lo había mencionado algunas ocasiones, pero no del todo, no a fondo. Nos tratamos durante un poco más de dos años. Debo admitir que me clavé con él (dije “me clavé con él”, no “clavé con él”). Me fascinaba su mirada. Siempre se lo dije. Él desaparecía por largos periodos, reaparecía cuando yo lo había dado por perdido, solo para emocionarme. Una vez incluso me dijo que no lo fuera yo a tomar como loco pero creía que estaba enamorado de mí. Ante semejante afirmación, ¿cómo no habría yo de emocionarme? Pero bueno, una cosa era lo que decía, otra lo que hacía, y seguramente otra lo que pensaba. Alguna otra ocasión, siendo casi la medianoche, me envió un mensaje de voz a mi teléfono. Estaba él con unas amigas quienes lo instaron a que me llamara, y así lo hizo. Reitero ¿cómo no habría yo de emocionarme? Días después me dijo que me había llamado porque ya andaba jarra. Bonito bajón que me dio.
Y ejemplos podría seguir escribiendo. Otro fue cuando se fue de viaje a los países nórdicos, justo en las fechas de mi accidente de mediados de año. Buscaba algún lugar con Internet y me enviaba e-mails. Sí, desde allá. Me echaba porras, me deseaba salud, y decía que me incluía en sus rezos.
Pero como todo en la vida, nada es para siempre, y tampoco todo es color de rosa. Hubo un periodo en que no dejaba de pensar en él. Fuera lo que fuera que yo hacía, él estaba presente en mi mente. Algunos dirían que quizá me enamoré de él. Y bueno, para los que no lo saben, aquél guión de cortometraje con el cual obtuve un premio de segundo lugar, fue definitivamente inspirado en Alex. Digamos que si algo bueno me dejó, fue esa inspiración con frutos de beca.
Transcurrió todo diciembre, y yo, rogón, pidiéndole que nos viéramos. Ya olvidé cuantas fechas me dijo nos veríamos, pero si bien me iba, faltando unas pocas horas para la cita (la “date” como suele decirse, vaya neologismos) me cancelaba, eso si acaso me avisaba, porque la mayoría de las veces nunca lo hacía y me quedaba yo ahí, esperando como novia de pueblo, jejeje. Dicen que cuando hay intención, las cosas se dan. De su parte nunca la hubo. Y no lo niego, me fue doloroso, pero estoy seguro que lo olvidaré, de hecho ya estoy en ese proceso. Anoche lunes, navegando en mi Palm (si se navega en Internet, porqué no en una Palm) me topé con su foto. La miré largo rato. Es un programa que despliega fotos, incluye dos por default para resaltar las maravillas de pixeles de la Clíe. Y se pueden descargar otras más. Yo solo descargué la de él, para estarlo viendo y que se me pasara el rato más agradable mientras estaba yo en las filas de bancos, o caminando en la calle, o esperando en el cine a que comenzara la función. Pero anoche, la borré. Creí que me dolería, pero no. Simplemente di clic en el botón “Delete”. Y ya que estaba en la fase de los “borramientos”, pues hice lo mismo con sus teléfonos, tanto de mi Clíe como de mi teléfono celular. Ahora lo difícil será borrarlos de mi memoria, porque me jacto de gozar de buena memoria sin necesidad de riboflavina extra.
He ahí un par de años, diría yo infructuosos. Pero no, creo que fueron bastante fructíferos. Me dieron una gran lección: no esperar nada de nadie. Puedes enamorarte y emocionarte con alguien, pero no esperes nada a cambio. Todas esas parejas que existen en la llamada “vida real” seguramente o son de utilería, o fingen un amor inexistente. No concibo que alguien corresponda a las emociones que nacen de uno. No en mi mundo. No en este “Planet Earth”.
Otra gran lección: es posible que surjan emociones inocentes, puras, primaverales y virginales, sin necesidad de que haya sexo de por medio. Porque con Alex nunca hubo ningún tipo de contacto físico. A lo mucho un abrazo y apretón de manos cuando nos veíamos en el cine. ¡Ah! Y qué pequeño es el mundo. Una ocasión incluso coincidimos en una fiesta de graduación de chicos de la Universidad Anáhuac. Yo iba como invitado de mi prima graduada, y él, como invitado de su amigo graduado. Pues ahí creo que ni saludo nos dimos cuando nos cruzamos en el baño. Solo un “¿cómo estás?” de su parte, y un “ya te vi bailando con la güerita” de mi parte. Y como dirían los cubanos, de ahí “nunca má’h nada”. Nunca hubo sexo, vaya, ni siquiera un beso, ya no digamos en los labios, ni un beso en la mejilla o en la frente. Por eso digo que es una gran lección. Puede haber amor sin sexo. Bueno, al menos amor de una sola de las partes pero amor al fin.... mmm... mejor dicho, enamoramiento, no amor.
Así que a todo esto, no tengo nada que reclamarle a Alex. Por el contrario, gracias.
No obstante, aún tengo la esperanza de que este 2004 me traiga buenas cosas, obviamente no con él.
“...ya lo pasado, pasado... no me interesa...”
- Lo pasado, pasado -
Juan Gabriel
Saturday, January 03, 2004
Y llegó el 31 de diciembre. Y con él, dos listas, una de 12 deseos, y la otra de infinitos propósitos para el 2004. La lista relativa al año 2003 la tenía en la cartera que me robaron, así que mañosamente qué suerte que me la robaron; así no tendré que corroborar cuáles propósitos cumplí y cuales no.
Mi prima Fabiola me invitó a recibir el 2004 con ella, su novio y papá. Y así lo hice. Acudí a su casa con botella de vino en la mano. Jugamos Rummy mientras veíamos en TV por cable cómo se recibía el año nuevo en diversas partes del mundo, incluyendo Holanda, lo cual me hizo recordar a mi hermana.
Antes de la medianoche, y como cada año, mi prima sacó plumas y hojas de papel para que escribiéramos una lista de propósitos y deseos. Así lo hice, y una de las encomiendas que apunté fue ya no escribir este diario.
Así que, esto llega a su fin. Llegaron las 12 AM, y con ello, 12 campanadas, cada una de ellas acompañada de una uva (odio las semillas).
Agradezco a aquellos que se tomaron la molestia de leer esto. Solo me resta decir que con todo y lo que leyeron, tengo mucha Fe y esperanza en este año que arranca.
Ahora procuraré leer más que antes. Lo que invertía escribiendo esto, ahora lo emplearé leyendo.
Bye blogspot.
Hola 2004.
Mi prima Fabiola me invitó a recibir el 2004 con ella, su novio y papá. Y así lo hice. Acudí a su casa con botella de vino en la mano. Jugamos Rummy mientras veíamos en TV por cable cómo se recibía el año nuevo en diversas partes del mundo, incluyendo Holanda, lo cual me hizo recordar a mi hermana.
Antes de la medianoche, y como cada año, mi prima sacó plumas y hojas de papel para que escribiéramos una lista de propósitos y deseos. Así lo hice, y una de las encomiendas que apunté fue ya no escribir este diario.
Así que, esto llega a su fin. Llegaron las 12 AM, y con ello, 12 campanadas, cada una de ellas acompañada de una uva (odio las semillas).
Agradezco a aquellos que se tomaron la molestia de leer esto. Solo me resta decir que con todo y lo que leyeron, tengo mucha Fe y esperanza en este año que arranca.
Ahora procuraré leer más que antes. Lo que invertía escribiendo esto, ahora lo emplearé leyendo.
Bye blogspot.
Hola 2004.
Domingo. Calle. Noche. Irónicamente una avenida muy transitada. Desde mediados de semana esperaba yo ansioso ir al cine con un conocido. Al mediodía hubo cambio de planes de su parte, y como en mi naturaleza está el procurar no depender de nadie, que me lanzo solo. Al salir, y caminando por la avenida susodicha, dos sujetos cruzaron la calle hacia mí, tal y como misiles teledirigidos. Me interceptaron y mostrando previamente un objeto punzocortante, me esculcaron las bolsas del pantalón. El saldo (y recordando a Chabelo cuando catafixiaba el premio ganado por lo que había en las bolsas de su pantalón cortito): De la bolsa izquierda, mi billetera, íntegra. Incluía todas mis tarjetas de crédito, identificaciones con mi domicilio particular y de mi trabajo, así como cerca de 400 pesos. De la bolsa derecha, oops, las llaves de mi auto. Las miraron y escaparon. Me dejaron mi celular y mi reloj. En esos momentos no sabe uno qué pensar, pero sí recuerdo que pensé “qué brutos, mira que asaltarme y dejarme el celular”, pero reaccioné cuando los vi correr hacia la calle donde estaba estacionado mi auto. Oh-oh. Corrí, los seguí. Parecía yo un monito de juego de Playstation. Corría 10 pasos y caminaba 4. Algo en mi interior me decía que me detuviera. Pero los seguí. Doblé la calle. Solitaria. Y el auto, ahí estaba, no así los fulanitos. Opté por no acercarme al auto para que en caso de que las ratas de dos patas (cómo me cae mal “Paquita la del Barrio”, máxime cuando un día me dijo de viva voz “Mijo, si yo a ustedes los hombres los quiero mucho, pero se venden bien los discos”) estuvieran vigilándome de lejos o desde un satélite espía, no supieran cual auto era. Total. A pedir auxilio. Afortunadamente tenía mi celular, pero, el puto Murphy hizo de las suyas: no había cargado la batería y me quedaba muy poca. A buscar contactos. Mientras pasaba uno por uno el resultado era o estaban de vacaciones, o estaban fuera de casa. Afortunadamente, encontré a mi primo Rodrigo quien sin dudarlo, se trasladó desde Cd. Satélite hasta mi encuentro.
Para no hacer el cuento largo. Fue toda una Odisea que terminó cerca de las 3 de la mañana. Desde cancelar tarjetas, llamar al seguro de mi auto para que me apoyaran con una grúa, y hasta el chiste de la llave, tuvieron que hacerme una nueva en una cerrajería autorizada por Ford. No sabía yo todo el desmadre que implica una llave con chip. Extraño los días pre-tecnología noventera donde todo eran llaves simples y llanas. La llave hubiera costado 200 pesos, en cambio, ésta costó 2,000, precio especial para mí, pues conozco al cerrajero desde que me dedicaba a hacer operativos antipiratería en Tepito.
Al día siguiente a obtener nuevos plásticos de tarjetas. Los malditos bancos cobran 100 pesos por reposición, no les basta con jinetear el dinero de uno ni los intereses que uno les paga. También a obtener una nueva licencia de conducir. Ahí perdí todo el día.
...
El pasado cierre del primer semestre de 2003, tuve mi accidente. Cerré mal. Y este fin de semestre de 2003, nuevamente cierro mal. Si he de cantar “El año viejo” que interpretaba Mike Laure, tendría que cambiar la letra, a mi no me dejó ni una burra blanca ni una buena suegra (I wish!!!). No obstante, cuando he tenido momentos difíciles, me siento mal, pero curiosamente no tardo en levantarme. Espero eso sea un punto a favor, porque si no, entonces sí que estoy jodido.
Para no hacer el cuento largo. Fue toda una Odisea que terminó cerca de las 3 de la mañana. Desde cancelar tarjetas, llamar al seguro de mi auto para que me apoyaran con una grúa, y hasta el chiste de la llave, tuvieron que hacerme una nueva en una cerrajería autorizada por Ford. No sabía yo todo el desmadre que implica una llave con chip. Extraño los días pre-tecnología noventera donde todo eran llaves simples y llanas. La llave hubiera costado 200 pesos, en cambio, ésta costó 2,000, precio especial para mí, pues conozco al cerrajero desde que me dedicaba a hacer operativos antipiratería en Tepito.
Al día siguiente a obtener nuevos plásticos de tarjetas. Los malditos bancos cobran 100 pesos por reposición, no les basta con jinetear el dinero de uno ni los intereses que uno les paga. También a obtener una nueva licencia de conducir. Ahí perdí todo el día.
...
El pasado cierre del primer semestre de 2003, tuve mi accidente. Cerré mal. Y este fin de semestre de 2003, nuevamente cierro mal. Si he de cantar “El año viejo” que interpretaba Mike Laure, tendría que cambiar la letra, a mi no me dejó ni una burra blanca ni una buena suegra (I wish!!!). No obstante, cuando he tenido momentos difíciles, me siento mal, pero curiosamente no tardo en levantarme. Espero eso sea un punto a favor, porque si no, entonces sí que estoy jodido.